Jerusalén vive jornadas de extrema tensión
Israel cerró la Explanada de las Mezquitas, por primera vez desde 2000. Fue después de un ataque contra un rabino, que terminó con la muerte del supuesto agresor palestino. Abbas calificó el cierre del lugar sagrado musulmán como “una declaración de guerra”.
Por Agencias EFE y Télam
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Jerusalén. La “Ciudad Santa” vivió una jornada de máxima tensión luego de que la policía israelí matara a un palestino sospechoso de haber atentado contra un rabino, reprimiera a manifestantes y cerrara por primera vez desde el año 2000 la mezquita de Al Aksa, la tercera en importancia para el Islam.
Tras meses de violencia en Jerusalén, el cierre total de la mezquita dentro de la Ciudad Vieja desató la ira del presidente palestino, Mahmud Abbas, quien calificó la decisión como “una declaración de guerra” y recordó que “Jerusalén y los sitios sagrados musulmanes y cristianos son una línea roja que no debe ser tocada”.
Horas después, el gobierno israelí, bajo presión de Estados Unidos, informó que hoy a primera hora reabriría la Explanada de las Mezquitas, con el objetivo de rebajar la tensión en el día sagrado para el Islam. Sin embargo, Israel sólo dejará pasar a mujeres, niños y hombres mayores de 50 años.
El cierre temporal de Al Aksa desató una ola de rechazo palestino y despertó temores de un conflicto mayor entre israelíes y palestinos, cuya enemistad se agravó este año tras el colapso de una nueva ronda de negociaciones de paz, en abril, y por la devastadora ofensiva israelí contra Hamas en la Franja de Gaza, en julio.
Para los palestinos, la visita en septiembre de 2000 del entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas, donde se encuentra la sagrada Al Aksa, fue el detonante de la Segunda Intifada, el levantamiento contra la ocupación que en cinco años dejó más de 3.200 palestinos y más de 800 israelíes muertos.
La Explanada de las Mezquitas, que los israelíes identifican como el Monte del Templo, está gestionada por Jordania, según el acuerdo de paz que este país firmó con Israel en 1994. Allí sólo pueden rezar musulmanes, y desde hace años Israel sólo permite el ingreso de mujeres, niños y personas mayores.
Otro ataque
Según el acuerdo entre Israel y Jordania, los fieles judíos pueden visitar la explanada de mármol y piedra, pero no pueden rezar allí. Sin embargo, judíos ultraortodoxos y ultranacionalistas israelíes sostienen que tienen derecho a hacerlo. Yehuda Glick, el rabino activista de extrema derecha que el miércoles fue atacado cerca de la Ciudad Vieja, es uno de ellos.
Cuando salía de dar una charla, que tenía como tema ese reclamo, un hombre se acercó con su moto, le preguntó su nombre y, cuando él contestó, le disparó cuatro veces.
Mientras el rabino se recuperaba en el hospital, la policía israelí desplegó un operativo e identificó al palestino Muataz Ibrahim Hijazi, de 32 años, como principal sospechoso. Por la mañana, lo tenía rodeado en su casa de Jerusalén Este.
Según vecinos, Hijazi intentó escapar por el techo, pero la policía israelí le disparó. El hombre murió desangrado. En 2012, había terminado una condena de siete años por participar de la Segunda Intifada.
Horas después, palestinos bloquearon las calles cercanas, prendieron fuego a tachos de basura y atacaron con piedras a la policía israelí, que reprimió con gases.
“Esto es cada vez peor. Todos están enojados. Se está convirtiendo en otra Intifada”, concluyó Galib Abu Nejmeh, un vecino de 65 años.
En este mes, las protestas en barrios palestinos de Jerusalén Este y la represión de la policía israelí se convirtieron en moneda corriente.
Además, ya se cuentan dos presuntos atentados de palestinos contra civiles israelíes.
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