martes, 28 de octubre de 2014

En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hizo una equiparación entre el grupo terrorista palestino Hamás y el Estado Islámico (EI): “Ambos son ramas del mismo árbol venenoso”, aseguró. Aunque
logísticamente no hay coordinación entre estos grupos, ni organigrama que los una; aunque cada cual tiene su nacimiento en una coyuntura y tiempo diferentes y albergan ambiciones dispares, Netanyahu está en lo cierto: ideológicamente, Hamás y el EI están hermanados en la Yihad. Ambos desprecian la infidelidad occidental. Ambos aspiran a erigir un califato islámico -en Palestina uno, en toda la región el otro-. Y ambos son tremendamente violentos.
En un sentido, la lucha de Israel contra Hamás encapsula la lucha universal del mundo libre contra el fundamentalismo islámico.
Muy pocos diplomáticos, periodistas y académicos se han mostrado dispuestos a abrazar este postulado. Asimismo, muy pocos han planeado a propósito de Estados Unidos y el EI el tipo de preguntas que han hecho -con gran insistencia- en torno a la acción militar israelí en Gaza; preguntas del tipo: ¿qué hay de las bajas civiles en los bombardeos de la coalición contra posiciones del EI en el Medio Oriente?
La aviación estadounidense, respaldada por jets de fuerzas aéreas de otros países -sobre todo árabes y europeos-, está bombardeando bases, campos de entrenamiento, arsenales y refinerías del grupo yihadista próximos a ciudades sirias e iraquíes. Se ha reportado sobre la muerte de terroristas, han surgido videos que muestran a militantes hurgando entre los escombros en busca de sobrevivientes, y hemos visto fotografías de enormes pilas de humo elevándose sobre las zonas atacadas. Es probable que Washington haya provocado la muerte de muchos más civiles árabes que civiles norteamericanos ha asesinado el EI, en términos absolutos y proporcionales. No obstante, tal y como recogía un sorprendido Jonathan Tobin, apenas sabemos algo de las posibles muertes de civiles en las zonas agredidas. Quizá no haya habido ninguna, o quizá haya habido muchas. La verdad es que no tenemos idea, porque quienes deberían estar planteándose eso no lo han estado haciendo. Lo cual es llamativo, a la luz de la reciente preocupación que han mostrado por el sufrimiento árabe… al menos en Palestina.

Contextos

EEUU, el Estado Islámico y la guerra de Gaza

Por Julián Schvindlerman 

Bandera del Estado Islámico.

La información ha girado en torno a la naturaleza bestial del EI, a sus finanzas, a la velocidad de su expansión, a la timorata reacción de la Casa Blanca y a las complejas alianzas regionales urdidas para hacerle frente. Todas ellas son legítimas preocupaciones geopolíticas. Este esfuerzo en comprender lo que está en juego estuvo enteramente ausente en la guerra Israel-Hamás.¿Alguien se interrogó por el presupuesto operativo de Hamás? ¿Se informó debidamente a propósito de su genocida carta fundacional? ¿Se analizaron sus vínculos con Irán, Qatar y Turquía? ¿Se dio cuenta del provechoso tráfico económico registradi en sus túneles? ¿Del centenar y medio de niños palestinos que murieron construyéndolos? ¿De su fenomenal zigzag organizacional en el contexto de las revueltas árabes?
Estados Unidos está peleando en el lejano Medio Oriente para proteger a civiles asediados y preservar la estabilidad de la zona. Israel debió luchar contra el movimiento de resistencia islámico palestino en sus fronteras para proteger al 75% de su ciudadanía, que estuvo expuesta a una lluvia incesante de misiles, y -cuánto le cuesta al mundo admitir esto- para sobrevivir.
Es posible que las preguntas que sobre la guerra contra el EI no se han planteado deban empezar a hacerse pronto. Los expertos militares llevan tiempo advirtiendo de que los yihadistas no podrán ser derrotados desde el aire y han aconsejado una intervención con botas sobre el terreno. Mosul tiene aproximadamente la misma población de Gaza. No será difícil para los casi 35.000 hombres del EI ocultarse entre los civiles e involucrar a los soldados enemigos en un combate urbano, tal como los 20.000 miembros de Hamás han hecho con los israelíes. Quizás entonces empiece a asentarse en el entendimiento mundial la cruda realidad y el terrible dilema de la pasada guerra en Israel y en Gaza.

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