domingo, 1 de febrero de 2009
El Papa busca calmar el escándalo por un obispo que niega el Holocausto
El Papa dijo ayer que renueva su "completa e indiscutible solidaridad" con "nuestros hermanos" judíos al hablar ante cuatro mil fieles en el aula de la audiencia general en el Vaticano, tras la borrasca entallada por su decisión de haber perdonado, entre otros, a un obispo ultratradicionalista excomulgado que hace unos días negó el Holocausto de millones de hebreos durante la Segunda Guerra Mundial.
En la segunda crisis de su pontificado con una de las grandes religiones monoteístas después de los conflictos que desataron en setiembre de 2007 sus conceptos sobre Mahoma y la religión musulmana, Benedicto XVI auspició que "la memoria de la Shoah induzca a la humanidad a reflexionar sobre la imprevisible potencia del mal cuando conquista el corazón del hombre".
Desde Jerusalén, el director general de rabinato de Israel, Oded Viener desmintió que se haya interrumpido el diálogo con la Santa Sede, como pareció durante buena parte de la jornada después que el diario Jerusalen Post informó que había sido suspendido un encuentro en el Vaticano. Viener dijo que "las palabras del Papa de esta mañana en el Vaticano son extremadamente importantes para resolver la cuestión". Es evidente que el clima cambió en pocas horas en Israel, que hubo un antes y un después de las declaraciones del Papa. El alto personaje religioso israelí agregó anoche que "necesitamos aún discutir con miembros de la Santa sede y del Gobierno de Israel lo que debemos hacer para poner fin a esta problemática". Viener dijo que "es necesaria una más profunda y serena reflexión para continuar el diálogo" e informó que el encuentro fijado en Roma para el 2 de marzo a nivel institucional ha sido postergado mientras prosiguen las conversaciones con el Vaticano. A su vez el rabino jefe de Roma, Ricardo Di Seggni, dijo que la declaración del Papa "necesaria y bienvenida" y el embajador de Israel ante la Santa Sede dijo que "el Papa fue, es y será bienvenido en Israel". Está previsto un viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa para mayo próximo.
El sábado pasado el Papa levantó la excomunión de cuatro obispos excomulgados hace veinte años por monseñor Marcel Lefebvre, protagonista del más grande cisma del siglo XX. Todos fueron excomulgados por Juan Pablo II en 1988. Entre ellos está Richard Williamson, a quien la semana pasada se vio en una entrevista de la TV sueca mientras negaba el Holocausto de los judíos por parte del régimen de Hitler. Williamson, quien desde hace cinco años es director del seminario de los ultramontanos de Lefebvre en La Reja, partido de Moreno, se encuentra en estos momentos en la Argentina y ha recibido la orden de mantener un estricto silencio.
El obispo lefebvriano dijo que las cámaras de gas nunca existieron y que en los campos de exterminio nazis no murieron seis millones "sino 200 o 300 mil judíos, pero ninguno en cámaras de gas".
Sus declaraciones produjeron un verdadero terremoto y florecieron las críticas al pontífice que decidió levantar las excomuniones de los obispos lefebvrianos, enemigos de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Para muchos el Papa no tuvo ni siquiera en cuenta el sentido de la oportunidad, porque el sábado anunció la medida y el domingo se cumplieron 50 años de la convocatoria del Concilio por parte de Juan XXIII. El martes, además, fue el día mundial de la Memoria, dedicada al Holocausto.
Benedicto XVI dijo ayer que "la Shoah sea para todos una advertencia contra el olvido, la negación y el reduccionismo". El Papa recordó ayer su decisión de remitir la excomunión de los cuatro obispos de la Fraternidad Pío XI de monseñor Lefebvre, que murió en 1991. Tras afirmar que el suyo fue un gesto "de paternal misericordia", auspició que los rebeldes "cumplan ulteriores pasos necesarios para realizar la plena comunión con la Iglesia, testimoniando así la verdadera fidelidad y reconocimiento del magisterio y la autoridad del Papa y el Concilio Vaticano II".
El Papa destacó así que sólo se ha dado un primer paso en el camino de la reconciliación con los lefebvrianos, que deben aceptar el último Concilio, que hasta hoy han repudiado.
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