jueves, 12 de febrero de 2009

Pepe Eliaschev

El escrache a ciudadanos argentinos reitera un procedimiento que nunca condenó ni pretendió combatir el matrimonio presidencial, pero la reciente serie de actos anti israelíes en Buenos Aires y las embarazosas y confusas declaraciones del Gobierno, requieren una escala en Caracas.
Una entidad para-oficial venezolana, Aporrea, que "se identifica con el proceso de transformación revolucionaria y democrática de Venezuela", propone la metodología que orienta los escraches locales de las últimas semanas y apoya al presidente Hugo Chávez, para "contribuir a la profundización del proceso revolucionario de transformación de la sociedad, así como a la defensa y afianzamiento de las conquistas contenidas en la constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el camino hacia la construcción del socialismo".
Nacida en 2002 dentro de la Asamblea Popular Revolucionaria "para enfrentar la ofensiva golpista de la burguesía venezolana contra el gobierno del presidente Hugo Chávez", Aporrea se declara explícitamente defensora del "proceso revolucionario" y se ufana de haber defendido "en los más crudos momentos al gobierno del presidente Chávez frente a la conspiración oligárquica-imperialista".
Propone denunciar con nombre y apellido a los grupos judíos de poder en Venezuela y boicotear sus empresas. "Como a estos hebreos sionistas les duele más el bolsillo que cualquier otra cosa (incluyendo Jehová)", exige no comprarles sus productos ni acudir a sus locales comerciales, incluyendo a las transnacionales "vinculadas al régimen sionista de Israel" (Citroën, Nestlé, McDonald's, Adidas, Nike, Zara, Revlon, General Electric, Coca-Cola, Walt Disney, IBM, etc.). Proponen cerrar las escuelas judías, porque "no es posible la existencia de un Estado dentro del Estado" y convocan a concentraciones públicas masivas y periódicas, no solo frente a la embajada de Israel, sino también a las sedes de las organizaciones judías de Caracas, incluyendo sinagogas y "cualquier espacio donde se defiendan y promuevan los intereses sionistas".
Tienen ideas llamativas: "emplazar públicamente a todo judío que se encuentre en cualquier calle, centro comercial, plaza, etc., a que tome posición, vociferándole consignas a favor de Palestina y en contra del estado-aborto de Israel".
Proponen nacionalizar y confiscar empresas y bienes de judíos sionistas y enviar a los palestinos suficiente armamento básico y sofisticado para la guerra contra "las huestes sionistas". Planifican denunciar los "mitos y verdades del supuesto holocausto u holocuento judío (verdadera industria de la lástima chantajista y el sentimentalismo de baja estofa) aplicado por los nazis alemanes, por su carácter fuertemente dudoso, tergiversador y cuestionable".
La semana pasada, cuando se proponía escrachar al empresario Eduardo Elsztain, el cabecilla del grupo, Juan Carlos Beica, le dijo a Radio 10 (¿dónde si no?): "Vamos a ir a las oficinas de las empresas, al lugar donde se esconden las ratas, a escracharlos, pero si es necesario a tomar esas oficinas, a rodearlas y bloquearlas exigiendo ahí, en el nido de ratas donde están los capitales sionistas, que se retiren de Gaza".
Cuando el presidente de la DAIA, Aldo Donzis, denunció que la ola antisemita, "no registra precedentes desde el retorno de la democracia en nuestro país", el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, tuvo una singular reacción.
"La Argentina no es un país antisemita" se defendió y, como siempre, aseguró que "se iniciará una investigación frente a la manifestación que haya (sic) tenido gestos antisemitas".
Lo que Donzis decía era muy grave y evidente: "los medios de comunicación difunden arengas antisemitas en concentraciones callejeras, que anuncian que irán a buscarnos a las empresas y oficinas. Ya comenzaron, encapuchados y armados con palos, amenazando a dirigentes comunitarios frente a la propia sede de la AMIA y la DAIA, centro neurálgico de la comunidad judía argentina, que fuera volado por los terroristas en 1994. Es inaudito e intolerable que ello ocurra y que no merezca el repudio y la condena pública, así como la actuación de oficio de la justicia frente a flagrantes violaciones a la Ley Antidiscriminatoria".
Penosamente, ni la UCR, ni la CC, ni Cobos, ni los socialistas condenaron los escraches y centenares de pintadas insultantes contra judíos argentinos. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no las ha tapado. Ningún fiscal del Poder Judicial inició acciones legales contra Beica.
Según Fernández, el Gobierno no avala a Luis D'Elía, quien comparó a Israel con los nazis. Fue en su ayuda el Comité Judío Americano (AJC), que no considera a D'Elía como funcionario kirchnerista. La responsable del AJC para América Latina, Dina Siegel Vann, simpatiza con los Kirchner y lo expresa en sus periódicos desembarcos en Buenos Aires, ante la embarazosa molestia de la comunidad judía argentina. Un informe del AJC entregado al embajador de los Kirchner en Washington, Héctor Timerman, "reconoce" el trabajo del Gobierno en ese sentido.
D'Elía, que trabaja habitualmente para los gobiernos de Irán y Venezuela, se veía viajando a Gaza al frente de la ayuda del Gobierno a las víctimas palestinas. Para él, gobierno de Israel es "de derecha casi filo nazi".
Para Fernández, la Argentina "es un país de libertades y las minorías pueden hacer uso de ellas. Nosotros como gobierno, la estudiamos y analizamos para ver si violan o no la ley vigente". Según él, sólo hubo "manifestaciones desafortunadas" hacia la comunidad judía en esas marchas contra Israel.
Vertical, la jefa del INADI, María José Lubertino, está investigando pintadas y expresiones en marchas públicas, pero se negó a condenar las acciones de la extrema izquierda contra entidades y miembros de la colectividad judía. ¿Razones? "No somos un organismo opinador". La funcionaria es fiel al Gobierno: a D'Elía no lo desautoriza ni censura nadie, ni en la Casa Rosada, ni en Olivos, ni en El Calafate.
Los comentarios del responsable de la seguridad interior de la Argentina son notables. Estos hechos, dijo, "no se pueden aceptar", pero recordó que "el exterminio que sufrió el pueblo judío durante el siglo pasado tuvo como antecedentes manifestaciones de odio como las que ocurrieron en las últimas semanas". ¿Y lo de las ratas sionistas? "Un despropósito demencial", opina.
Sin embargo, entrevistado por Radio 10 (¿por quién, si no?), el sujeto que encabezó el escrache contra Elsztain aclaró que llamaba "ratas" a los judíos argentinos como "una calificación política". El argentino Elsztain es tesorero del Congreso Judío Mundial, fundado en 1936.
País trágico la Argentina, donde se dice una cosa y se hace la otra, y donde casi todos miran para otro lado.

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