viernes, 14 de octubre de 2011


13/10/11
por Emanuele Ottolenghi

El martes, el gobierno americano informo que habia desbaratado un complot irani para asesinar al embajador arabe saudita ante los EEUU, junto con ataques con bombas planeados contra las embajadas saudita e israeli en Washington y posiblemente en Buenos Aires.
Los complotados estan vinculados con la sombria Fuerza Qods, una rama especial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Iran o Pasdaran. De acuerdo con un informe de abril del 2010 del Departamento de Defensa, "el regimen irani usa la Fuerza Qods del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islamica para ejercer en forma clandestina poder militar, politico y economico para hacer avanzar los intereses nacionales iranies en el exterior. Las actividades mundiales de la Fuerza Qods incluyen: reunir datos de inteligencia tactica; llevar a cabo diplomacia encubierta; dar entrenamiento, armas y apoyo financiero a grupos sustitutos y organizaciones terroristas; y facilitar algo de la provision por parte de Iran de apoyo humanitario y economico a causas islamicas."
Aun cuando el Pentagono ve claramente a la Fuerza Qods como una parte integral del regimen irani, el Procurador General americano Eric Holder ayer sugirio que "facciones del gobierno irani" habia dirigido la trama. La Senadora americana Dianne Feinstein dijo en una declaracion que "nosotros debemos enterarnos de cuan alto en el gobierno irani llega esta supuesta conspiracion." Ella tiene razon en ser prudente, pero la Fuerza Qods no es mas independiente en sus acciones que lo que serian los SEALs de la Armada en las suyas.
Dudar de la responsabilidad del regimen irani en el ataque frustrado es malinterpretar su naturaleza, o en cierta forma caer presa del engaño que cuando una conexion irani aparece detras de un plan terrorista, sus perpetradores han sido delincuentes o estan actuando en nombre de alguna oscura faccion para socavar a un bando "moderado" inexistente dentro del regimen. Por supuesto, la Fuerza Qods es delincuente, pero no mas que el regimen que dirige sus acciones. Ademas, todos los miembros del gobierno irani son fundamentalistas. Las diferencias entre ellos son tacticas, y la unica pregunta acerca del complot frustrado en Washington es por que el regimen eligio escalar las cosas ahora—no si el regimen estuvo detras de el.
Aun cuando los detalles del complot son aun escasos, los paralelos con asesinatos aprobados por el regimen estan surgiendo. Como en el pasado, Teheran parece haber arrastrado a iranies viviendo en el pais de destino, usando como influencia sus conexiones familiares forjadas durante la guerra entre Iran e Irak, los primeros años de la Revolucion Islamica o servicio en el Pasdaran. La Fuerza Qods provee ayuda, entrenamiento, logistica y financiacion. Y las ordenes llegan desde el centro del mismo regimen.
Como Roya Hakakian documenta en forma brillante en su libro "Asesinos del Palacio Turquesa" (Grove Press, 2011), el ataque de Teheran de 1992 contra el restaurant Mykonos en Berlin se origino en las jerarquias mas altas del regimen de Iran. Los nombres de los disidentes iranies asesinados con los años han resultado estar en una lista armada por el fallecido Ayatollah Ruhollah Khomeini, altos funcionarios del gobierno tomaron las decisiones de ir tras ellos, el Lider Supremo Ali Khamenei aprobo sus decisiones, y los Pasdaran armaron la logistica de cada operacion.
Tales masacres se retrotraen casi a 20 años atras, a una era de la politica irani en que el pragmatismo supuestamente suplanto al radicalismo bajo la presidencia de Ali Akbar Hashemi Rafsanjani. Pero, detras de esta cortina de humo de moderacion, los asesinatos aprobados por el estado continuaron en un alboroto. La misma Fuerza Qods supuestamente involucrada en la trama de Washington tambien parece haber estado detras de dos ataques terroristas en Buenos Aires: uno contra la embajada israeli en el año 1992 y uno contra un centro cultural judio en 1994, los que dejaron a mas de 100 personas muertas. Argentina ha acusado a un puñado de funcionarios iranies por los bombardeos de 1994, incluidos el actual Ministro de Defensa Ahmad Vahidi, quien era oficial al mando de la Fuerza Qods en 1994; al entonces Presidente Rafsanjani; al ex Comandante de la Guardia Revolucionaria y mas tarde candidato presidencial Mohsen Rezai; y Ali Fallahian, quien era ministro de inteligencia en 1994.
Esta vez no es diferente. Los agentes iranies no podrian haber llevado a cabo tal operacion a menos que miembros centrales del liderazgo de Iran, probablemente incluido el mismo Khamenei, hayan dado su bendicion. Todo miembro del Pasdaran esta ligado por juramento al Lider Supremo. Ese juramento no esta limitado a la lealtad personal. Mas bien, es un compromiso solemne de sostener la doctrina fundacional religiosa de la Republica Islamica, de acuerdo con la cual el Lider Supremo es la sombra de Di-s en la tierra y el interprete final de la justicia islamica. Cuando la Fuerza Qods lleva a cabo operaciones como la que el gobierno americano informo esta semana, es para cumplir con sus deberes bajo ese juramento, no para violarlo.
Nosotros nos enteraremos mas de esta historia en los dias y semanas por delante. Pero una cosa ya debe estar clara: La responsabilidad reside en el umbral del regimen de Iran y sus lideres. A ellos debe hacerseles pagar un duro precio por su intencion asesina.

El Sr. Ottolenghi es un investigador asociado en la Fundacion para Defensa de las Democracias y el autor de "Pasdaran: Dentro del Cuerpo de la Guardia Islamica Revolucionaria de Iran" (FDD Press, 2011).
Fuente: The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba


Though details of the plot are still scarce, parallels with previous regime-sanctioned murders are emerging. As in the past, Tehran appears to have drafted Iranians living in the destination country, using as leverage their family connections or friendships forged during the Iran-Iraq war, the early years of the Islamic Revolution or service in the Pasdaran. The Qods Force supplies help, training, logistics and financing. And the orders come from the center of the regime itself.
As Roya Hakakian brilliantly documents in her book "Assassins of the Turquoise Palace" (Grove Press, 2011), Tehran's 1992 attack on the Mykonos restaurant in Berlin originated in the highest echelons of Iran's regime. The names of murdered Iranian dissidents over the years have turned up on a list drawn by the late Ayatollah Ruhollah Khomeini, top government officials made the decisions to go after them, Supreme Leader Ali Khamenei approved their decisions, and the Pasdaran worked out the logistics of each operation.
Such massacres go back almost 20 years, to an era of Iranian politics when pragmatism supposedly supplanted radicalism under the presidency of Ali Akbar Hashemi Rafsanjani. Yet, behind this smokescreen of moderation, state-sanctioned murderers went on a rampage. The same Qods Force allegedly involved in the Washington plot also appear to have been behind two terror attacks in Buenos Aires: one against the Israeli embassy in 1992 and one against a Jewish cultural center in 1994, which left more than a hundred people dead. Argentina has indicted a handful of Iranian officials for the 1994 bombings, including current Defense Minister Ahmad Vahidi, who was commanding officer of the Qods Force in 1994; then-President Rafsanjani; former Revolutionary Guards Commander and later presidential candidate Mohsen Rezai; and Ali Fallahian, who was minister of intelligence in 1994.
This time is no different. Iranian agents couldn't have carried out such an operation unless core members of Iran's leadership, likely including Khamenei himself, had given them their blessing. Every member of the Pasdaran is bound by oath to the Supreme Leader. That oath is not limited to personal loyalty. Rather, it is a solemn commitment to uphold the foundational religious doctrine of the Islamic Republic, according to which the Supreme Leader is God's shadow on earth and the final interpreter of Islamic justice. When the Qods Force carries out operations like the U.S. government reported this week, it is to fulfill its duties under that oath, not to violate it.
We will learn more of this story in the days and weeks ahead. But one thing should be clear already: Responsibility lies at the doorsteps of Iran's regime and its leaders. They should be made to pay a heavy price for their murderous intent.
Mr. Ottolenghi is a senior fellow at the Foundation for Defense of Democracies and the author of "Pasdaran: Inside Iran's Islamic Revolutionary Guards' Corps" (FDD Press, 2011).

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