miércoles, 10 de septiembre de 2014

Un alto el fuego más frágil que permanente

Carolina Bellocq para El Observador. Montevideo. UruguayCarolina Bellocq para El Observador. Montevideo. Uruguay
Un día después de que se haya declarado el alto el fuego permanente entre Israel y Hamas, las dos partes claman victoria y se enorgullecen de las pérdidas de su contrincante. Pero si bien los acuerdos alcanzados son importantes, no son muy distintos de los compromisos asumidos luego del enfrentamiento de 2012 y esta vez no parece haber garantías de que la situación no se vuelva a tensar dentro de unos años.
Frente a lo que sucedía hace 20 días en torno a Gaza, la realidad actual es positiva. Ya no hay bombardeos en la zona sitiada y controlada por Israel, no hay más heridos por ataques de las tropas terrestres o marinas ni existe el riesgo permanente de desaparecer de un momento a otro. Tampoco llueven misiles sobre Israel y casi no existe el riesgo de que los milicianos de Hamas se aparezcan de ese lado del territorio desde algún túnel construido para perpetrar un atentado.
Pero poco más puede considerarse una victoria después de una guerra en la que hubo al menos 2.207 muertos y 10.200 heridos; 475.000 desplazados y 37.650 casas destruidas en Gaza. En Israel los daños materiales fueron mucho menores, en cierta medida gracias al efectivo sistema de defensa que interceptó los cohetes dirigidos hacia objetivos civiles.
El principal resultado inmediato del pacto alcanzado con mediación egipcia es la detención de los ataques. Eso ya se cumple y sin lugar a dudas representa un alivio para todos.
También comenzó a regir la apertura por parte de Israel de ciertos pasos fronterizos con Gaza para permitir un mayor flujo de productos en el enclave costero, incluida ayuda humanitaria y material de reconstrucción. Por separado, Gaza acordó algo similar con Egipto para el otro tramo de su frontera, que se había cerrado luego de que en julio de 2013 accediera al poder en aquél país el general Abdel Fatah Al Sisi, contrario a Hamas.
En lo que a apertura de fronteras se refiere, pues, las victorias de Hamas son pírricas: vuelven a la situación de hace un año respecto a Egipto (y aquí Israel no tiene nada que ver) y se les permite, sí, el mayor ingreso de materiales. Israel siempre temió que los milicianos usen lo que entra a la Franja para construir túneles desde donde atacar a su país, pero la urgencia de reconstrucción de la infraestructura civil hace que tal posibilidad aparezca en un segundo plano. Por otra parte, Israel seguirá controlando para que no entren armas ni municiones, por lo que la victoria de Hamas no es más que el permiso de ingreso de lo urgente.
En el aspecto territorial, Israel se comprometió a ampliar de tres a seis millas la zona permitida a los gazatíes para la pesca. Según los Acuerdos de Oslo de 1993, esta área llega a las 20 millas náuticas, pero por motivos de seguridad Israel la fue reduciendo hasta las tres. Ahora asegura que la ampliará a seis y luego 12. Se trata de otra victoria de Hamas, sí, pero tampoco se basa en un reclamo descomunal sino en algo que le perteneció hasta hace relativamente poco tiempo.
De todas formas, tanto la apertura de los pasos fronterizos como la ampliación de la zona de pesca, figuraron en los pactos tras la ofensiva israelí de 2012. En marzo de 2013 rescindió el contrato para el área marítima y esta se volvió a contraer. No parece haber garantías de que esta vez la realidad vaya a ser diferente.
En 2012 también se acordó que Israel liberaría a presos palestinos. Esos reos habían sido liberados en 2011 por Jerusalén en el intercambio por un rehén israelí, pero más tarde fueron recapturados. A raíz de ese pacto los liberaron nuevamente, pero en julio de 2014 los volvieron a apresar. Este martes los hebreos se comprometieron a volver a soltarlos; otro acuerdo que no representa mayores cambios respecto a 2012.
Después se verá
Para el mes que viene quedaron aplazadas otras discusiones relevantes: el reclamo de Israel de que Hamas deje las armas y la insistencia de los palestinos para que los hebreos les construyan un puerto y un aeropuerto internacionales. Hasta ahora las dos partes se han negado a ceder en estos puntos y es difícil imaginar que lo hagan en los próximos 30 días en Egipto.
Tal vez lo más novedoso respecto a 2012 es que ahora se involucra a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abas, el mismo que encabezaba a la agrupación política Al fatah cuando esta fue expulsada del enclave. En teoría, desde ahora la ANP se encargará de administrar el lado palestino de las fronteras para evitar que entren armas, municiones y bienes que podrían ser usados con fines bélicos.
También le tocará a ese bloque coordinar el esfuerzo de reconstrucción en Gaza con donantes internacionales (la Unión Europea, Qatar, Turquía, Noruega y Jordania se dijeron dispuestos a ayudar) y, eventualmente, la ANP desbloqueará los fondos de Hamas con los que el grupo quiere pagarle a unos 40.000 funcionarios públicos.
Pero todas estas cosas, nuevamente, deberán comenzar a funcionar antes de que se pueda cantar victoria.
La situación entonces se presenta ambigua. Hubo avances y triunfos, sí. ¿Pero qué garantías hay de que se sostengan los próximos años? Por estas horas muchos analistas piensan que lo que sigue son más capítulos de una serie conocida: las hostilidades cesarán y habrá una cierta convivencia. Pero cualquier chispa alcanzará en un futuro para volver a hacer estallar el polvorín.
Todos cantan victoria
Después de tanto desastre, las dos partes involucradas necesitan justificar las pérdidas y atribuirse ganancias. Así, desde el lado de Hamas, el portavoz Abu Zuhri mencionó como importantes logros los impactos económicos en su adversario: lograron cerrar durante dos días el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv y hacer huir a los residentes israelíes cercanos a la frontera con Gaza. Asimismo, durante unos días peligró el turismo en Israel y la desconfianza de los extranjeros podría hacer mermar los ingresos en este rubro.
Por su lado, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se congratula porque los términos en los que se alcanzó la tregua son muy similares a los que había propuesto Egipto hace casi un mes y que en ese momento los palestinos rechazaron. Ahora lograron lo que buscaban y, además, pudieron diezmar seriamente el poderío de Gaza con el abatimiento de al menos tres líderes militares y el lanzamiento de casi 4.000 cohetes, con lo que seguramente disminuyó su capacidad militar.
La esperanza israelí es que Hamas tarde muchos años en recuperar su poderío. Entonces tal vez vuelva a empezar todo nuevamente, un proceso que con cierto cinismo los israelíes califican como “cortar el césped”.

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