viernes, 3 de octubre de 2014

IOM HA-KIPURIM


IOM HA-KIPURIM
B.H.N.”V.
Ki ba-Iom ha-zé iejaper alejem.... Así inaugura nuestra Torá los tiempos ligados a este día:
“Pues en este día, (Él) extenderá Su Perdón sobre todos vosotros”. El día de Iom Kipur ha sido llamado, en nuestro Talmud y por extensión a lo largo de la Tradición Oral, como Iomá, es decir: El Día. Diferente a todos en su condición singular de reencuentro, reconciliación y por el arribo del perdón Divino para con nosotros, los seres humanos.

Tal como su nombre lo indica, debemos pronunciar la magnitud del día en plural: Kipurim. Porque en este día tienen lugar “muchos perdones”: aquel que llega, cual bálsamo, desde los Cielos, para quienes, en oración sincera y recogimiento verdadero, transitan estos días -diez en total- con la certeza que una acción positiva, tan solo una, puede cambiar el destino de todo un año por venir, de toda una vida por vivir.

Es por eso que la llegada de Iom Kipur se viste de plural, porque hay más de una expectativa, mucho más que un objetivo, más aún que las propias búsquedas cotidianas que hacen a cada día y día de los restantes que arman el calendario.

Pero está también el “otro perdón”, que transcurre por el aliento de cada uno de los seres humanos quienes, en el fragor de la batalla cotidiana, se distancian, se enajenan, construyen muros de silencio, indiferencia y hasta olvido del prójimo; con aquel que no es otro que el que está próximo, junto a él, esperandolo y confiando.

“Los pecados entre el hombre y su prójimo no son absueltos en Iom ha-Kipurim” nos advierten nuestros maestros, ad she-ieratsé et javeró: “hasta que halle la voluntad de su amigo en perdonarle y olvidar su mala acción”

Por lo tanto, El Todopoderoso nos regala, con la llegada del día, un presente inesperado: las “cuentas” para con D’s quedan resueltas con la mismísima puesta del sol, el comienzo de nuestro ayuno y nuestra presencia en el seno de la comunidad, en la sinagoga. Itsumó shel Iom mejaper, afirmaban: la misma esencia del día absuelve todo lo obrado negativamente.

Pero hay cosas que no alcanza el perdón, si es que no damos un paso antes. ¡Es tan grande la Bondad del Creador, que “está dispuesto a renunciar a Su Honor” para que los conflictos entre personas puedan resolverse adecuadamente y a tiempo!

Y si bien las cinco plegarias del día recorren la intimidad del ser humano arrepentido, en su intento de ‘volver a D’s’, todas ellas alientan, ante todo, un primer regreso del hombre a su propio ser y sentir, a su esencia constitutiva, para poder recomponer sus vínculos con la sociedad a la cual pertenece, a la que se debe y en la que trabaja cotidianamente.
Es por ello que este día, “El Día” como dijimos, comienza, en el tiempo, cuando la luz del sol comienza a ceder su espacio a las primeras sombras -bein hashemashot-, para insinuarnos que debemos tener cierta claridad a la hora de definir nuestro camino y nuestro entorno en la vida. Y si debemos “pedir perdón” a quien tenemos al lado –tal como nos impone la bella tradición de conceder nuestro perdón antes de la primera tefilá del día, Cal Nidré- es porque necesitamos destrabar las complejidades del vivir, despejar el camino de un tiempo que, por veinticinco horas, poco más de un día, nos permitirá retornar a lo simple, genuino, real y posible, que alimenta nuestro diario quehacer material y espiritual.

El pecado, enseñaban nuestros sabios, de bendita memoria, obstruye, en cierta manera, toda manifestación posible en nosotros. Se instala, entonces, una barrera infranqueable entre nosotros y El Creador, entre nosotros y los nuestros. Y si todo el intento de estos días es alcanzar la idea de:Dirshú HaShem be-imatseó; keraúhu bihiotó karob... (Isaías 55: 6), es decir, “Buscad a D’s cuando puede ser hallado; invocadLe cuando se halla cercano”, cada transgresión resulta un escalón hacia abajo en nuestro intento de elevación.

Alcanzar la proximidad de D’s debe ser parte del colectivo, del grupo, de la comunidad. De allí que el versículo se exprese en plural, que el profeta clame a los oídos casi ensordecidos de una generación que ha perdido la esperanza, no solo el perdón por su accionar.

¿Y cuándo es posible hallar a la Divinidad? ¿Cuándo está cercana? se preguntará ele lector con cierto estupor. Si bien la respuesta alcanza a todos los días del año, existe, al decir de nuestros sabios, una especial dimensión en estos días -diez en total- que conforman el arco espiritual de losAseret Iemé Teshuvá, que permite obtener una respuesta casi inmediata del Creador a nuestras rogativas y esfuerzos.

Cuando llega el día donde el Perdón parece derramarse sobre todo el pueblo judío, sin excepción, llega el tiempo de levantar las barreras que nosotros mismos edificamos, despejar el camino de obstáculos -que nosotros mismos dispusimos- y sentir como el comienzo de este día -lleno de ‘perdones’- nos abre las compuertas de los Cielos.

Asomarnos y echar un vistazo es la invitación del día. Sumergirnos en las aguas celestiales, es la tarea. Y, a la hora en que las compuertas comienzan a cerrarse -Neilá-, se habrá alcanzado algo más que el Perdón.

Se habrá logrado superar lo infranqueable, desobstruido la comunicación con D’s y con los pares, con la familia, con los hijos, con nuestros hermanos y con nuestros seres queridos. Es por eso que el día comenzaba con las palabras: Ki ba-Iom Hazé Iejaper alejem.

Pero el versículo tiene un final. Alcanzar el perdón es importante, pero hay algo que es fundamental:Le-taher etjem mi-col jatotejem. Lifné HaShem titháru..., “Para purificaros a vosotros de todos vuestros pecados. Delante de HaShem os purificaréis”. Esta purificación es la que abre otras compuertas: la de la comunicación, la del corazón sincero, la de palabras con sentido y la de personas dispuestas a comenzar un tiempo de vida diferente.

Iom HaKipurim lo propone y HaShem invita, pero nosotros debemos decidir. Una vez más, la noble tarea de elegir recae sobre nosotros. Porque el regalo de la vida, que D’s ha puesto delante de cada uno, es la capacidad de elegir, la de saber hacer nuestra elección a tiempo y en esto se va la vida.

¡Guemar Jatimá Tová!

Rabino Mordejai Maaravi. Rabino Oficial de la OLEI

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