lunes, 20 de octubre de 2014

**La Sirena**


Una mañana, temprano, que aún el sol no alumbraba, con el viento en la espalda,
tomé mi viejo velero y me eché a la mar. Buscando nuevos puertos, gente, destinos,
a conocer; quizás algún amigo o algún amor, que nunca está de más.
Con alegres provisiones, navegué durante un mes, entré en algunos puertos, peor que
lo que dejé, espantado huí buscando nuevos rumbos y en algunos puertos el ancla
eché, busqué amigos, pero no los encontré; era un extraño en los muelles que pisé y
la gente desconfiaba, sin conocer.
Y así fui navegando, con el corazón oprimido, pensando que mi destino era llorar y
llorar, en caso contrario debía volver al puerto que dejé al partir. Juré no volver, por
el daño recibido, por lo tanto continué navegando buscando otro destino; destino que
no encontraba y ya, terminado Julio, en una playa la vi. Hermosa como ninguna, no
puedo describirla; mi corazón latió con fuerza y un fuego quemó mi sangre, me faltaba
el aire, mi garganta se cerró; eché el ancla, tire el cabo y en un salto, del viejo velero,
estaba en la arena, tomándola en mis brazos y jurándole amor.
Su sonrisa, de promesa, sus dientes de marfil y sus ojos agradecidos me contaron la
historia, que con nadie quiero compartir:*Soy un sirena, que ha encallado en la arena y
que espero un marino que me lleve a alta mar, que me deje en las aguas, para volver,
donde debo estar*
La tomé en mis brazos, la subí en el viejo bote y en alta mar, la besé con amor y la posé
en las aguas, donde ella desapareció.
 No volví a mi tierra; hundí mi viejo bote.
¡ Y aquí me ven, en la profundidad del mar, buscándola ¡

Mario Beer-Sheva 

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