By SAUL ROSENBERG
Cuando los pies de Houshang Asadi duelen, el no tiene que preguntarse por que. Ellos han estado asi por 25 años, desde los dis en que el era golpeado regularmente en una prision irani. Los carceleros del gobierno islamistas sabian bien que las plantas de los pies son un objetivo que invita- ricas en terminaciones nerviosas sensibles y huesos facilmente quebradizos. Los recuerdos de su encarcelamiento y tortura a principios de los años 1980s, dice el Sr. Asadi, aun traen lagrimas cada mañana cuando el se sienta para escribir acerca de la vida antes de escapar a Paris en 2003 desde "la mega prision que es hoy Iran", como el llama a su antiguo hogar en la extraordinaria memoria "Cartas a mi torturador."
El libro seria destacable en algunos terminos, pero esta hecho especialmente memorable por la escalofriante ironia y descorazonadora ingenuidad que caracteriza a la historia del Sr. Asadi. Su primera experiencia de ser encarcelado por razones politicas llega como un joven comunista en los años 1970s, cuando el gobierno del Shah Mohammad Reza Pahlavi
decide que el es una amenaza. Por muchos meses el Sr. Asadi comparte una celda con alguien a quien el regimen considera tambien una amenaza- un calido clerigo que llora cuando reza. Los compañeros de celda se hacen amigos, y, cuando son separados en la carcel, el clerigo le asegura al Sr. Asadi que bajo un gobierno islamco- el derrocamieno del Shah ya esta siendo contemplado- "Ni una sola lagrima seria derramada por el inocente."
Despues que un gobierno islamico toma el poder en 1979, el clerigo, ahora liberado y de hecho un miembro importante de la jerarquia revolucionaria, invita a su idealista ex compañero de celda a editar el periodico del regimen. Despues de todo, los comunistas iranies como el Sr. Asadi habian apoyado la revolucion islamica. Pero el Sr. Asadi rechaza la oferta- el no aprueba la ideologia de la republic y si el aceptaba "estaria mientiendome y mientiendole a usted."
Es dificil saber que hacer con este tipo de integridad, una inconciente del verdadero significado de aquello a lo que se esta oponiendo, lo que esta defendiendo y cuales podrian ser sus costos. El Sr. Asadi no tiene idea, cuando el declina trabajar para el regimen islamico, que la puerta que el cierra detras de el se abrira solo hacia una habitacion con una cuerda colgando del techo y sangre en los muros. El tambien parece, por mucho del libro y quizas hasta en el final del libro, no apreciar que su estimado comunismo es similarmente imperdonable donde sea que adquiere poder y que el Islam radical y el comunismo comparten una urgencia hacia el totalitarismo.
La luna de miel de los gobernantes islamicos con los comunistas es breve; pronto una represion general es lanzada. Asi en 1983 comienza el descenso del Sr. Asadi a un mundo de crueldad estatal que hace que las detenciones de la epoca del Shah parezcan como un juego de niños. Su viejo amigo el clerigo islamico, mientras tanto, prospera durante este periodo- y continua haciendolo hoy, porque el clerigo es Sayyed Ali Khamenei, lider supremo de Iran.
El Sr. Asadi es tan candoroso politicamente que cuando llega su arresto, el persiste por algun tiempo en la creencia que en cierta forma un golpe de estado con patrocinio americano como aquel que llevo al poder al Shah en 1953 esta en camino. En cambio, el pasa mas de dos años siendo interrogado y torturado por los islamistas. Mucha de la "crueldad intima" es administrada por alguien a quien el llama "Hermano Hamid." Trabajar a traves de todos los niveles de su odio por este hombre es una de las funciones del Sr. Asadi.
El Sr. Asadi es golpeado, azotado y colgado por sus muñecas por horas en una epoca, sus dedos solo rozan el piso. A veces el es colgado tanto que cuelga con su nariz sobre su propio excremento. "El hermano Hamid me transformo de un joven idealista en la forma mas baja de vida en la tierra", escribe.
Finalmente el se quiebra, pero no antes de absorber un asombroso grado de brutalidad, algo de ella por intentar "confesar"- el dice falsamente que el espiaba al regimen para los britanicos y los sovieticos- sin implicar a nadie mas. Aqui nadie puede dudar del extraordinario valor del Sr. Asadi. El libro termina con su liberacion despues que el gobierno aparentemente decidio que el era muy joven en el partido comunista para ameritar mas tormentos. Pero el surge en un pais donde la paranoia de los gobernantes no ha sido alivianada por el asesinato masivo de miles de sus camaradas en 1988 por su supuesto peligro para el gobierno de los islamistas.
"Mas tarde," escribe el Sr. Asadi, "el colapso de la Union Sovietica, un pais que yo habia visitado en la cima de su poder, se llevo con el los ultimos fragmentos de mis creencias. Yo me habia liberado de mi mismo." A el no le quedo nada, dice, sino "amor, cerveza y literatura." El continuaria viviendo en Iran por 15 años, abjurando de la actividad politica y finalmente volando a Paris con su esposa cuando la oportunidad surgio. Un autor, editor y traductor de larga data, el ahora escribe para el website de noticias en idioma persa Rooz Online, el que co-fundo.
La desapasionada descripcion del Sr. Asadi de su experiencia hace al libro un agregado permanente al angustioso genero de recuerdo de tortura. "Cartas a Mi Torturador" es mas distinguido por su precisa anatomizacion de la curiosa cercania que crece entre torturador y torturado. "Al final, yo comence a ver algo de mi mismo en mi torturador, y me encontre reconociendolo como un ser humano tambien", observa. esta intuicion es de lo mas destacable a partir que el Sr. Asadi nos ha dado un indeleble retrato del ferviente compromiso con el Islamismo que hace despiadado a su torturador.
Hay algunos recuerdos anexos en la narrativa- no esta claro en ciertos puntos cuando el Sr. Asadi esta hablando al Hermano Hamid, por ejemplo, y si algunos pasajes fueron escritos bajo dominio, como parte de su elaborada "confesion" en la carcel, o algunos años mas tarde en Paris. El tambien hace referencias fugitivas a Bahia Guantanamo, San Quintin y las celdas de confinamiento solitario en Israel, lo que sugiere que, destacablemente, el Sr. Asadi no esta muy preparado para trazar las distinciones entre totalitarismo y democracia que su libro tan vividamente demuestra.
No obstante, el Sr. Asadi ha ofrecido al mundo un testamento poderoso de lo que sucede en las prisiones de Iran- una pesadilla que el liderazgo islamico radical del pais claramente estaria muy feliz de exportar.
El Sr. Rosenberg es un escritor y editor viviendo en New York.
Fuente: The Wall Street Journal
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