domingo, 13 de noviembre de 2011
El violín judío de Itzhak Perlman
Desde hace más dos décadas, decir Itzhak Perlman es sinónimo de decir "el violinista más famoso del mundo". Discípulo de Isaac Stern, ha sabido convertirse en el ídolo del público norteamericano, que le considera el sucesor de Jascha Heifetz. Perlman es el violinista de técnica perfecta por antonomasia, su afinación siempre es impecable, resuelve con facilidad los pasajes más enrevesados y su musicalidad es intachable, sin asomo de excesos de mal gusto. ¿Se podría pedir algo más? Quizás lo que más se le reprocha a veces es no tener una personalidad tan definida como otros violinistas mucho menos perfectos que él, pero cuyas interpretaciones se salen de "lo estándar" más que las de Perlman. Por mencionar solamente violinistas actuales, nombres como Maxim Vengerov, Gil Shaham o Anne-Sophie Mutter pueden representar el mayor desafío al "trono" que sigue ocupando Perlman, un "reinado" que de momento no presenta trazas de terminar.
La figura de Itzhak Perlman trasciende el campo de la "música clásica" por diversos motivos, desde el ejemplo que ha supuesto en lo personal el saber sobreponerse a la poliomelitis que le dejó inválido a los cuatro años (el artista se desplaza con muletas y ha de tocar sentado) hasta su apoyo a la causa judía, cuyo ejemplo más conocido es la grabación de la parte del violín en la banda sonora de la película La lista de Schindler.
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