Si yo fuese palestino

Si yo fuese palestino

Si yo fuese palestino tendría una profunda sensación de vergüenza ante el ridículo hecho para liberar a un soldado enemigo por mil de los nuestros.

Si yo fuese palestino sentiría envidia del respaldo que el Gobierno y la sociedad civil de ese soldado ha sabido dar por defender su vida y liberación, pagando un alto precio sin importar las críticas que le puedan acarrear.

Si yo fuese palestino viviría una profunda decepción por las condiciones que hemos hecho padecer tanto al secuestrado como a su familia, sin noticias de los suyos y sin ver la luz del día, mientras los más de mil de milicianos nuestros han vivido como señores y engordado como reyes en las cárceles de nuestros enemigos.

Si yo fuese palestino se me caería la cara de vergüenza al ver el estado en que entregamos al joven soldado: demacrado, esquelético, pálido, con dificultades para mantenerse en pie, mientras nuestros más de mil liberados regresan rollizos, bien alimentados, casi gordos, bien cuidados y tratados, y con un saludable aspecto.

Si yo fuese palestino, exigiría explicaciones por las torpezas cometidas tanto en Gaza como en Ramala, desde que se inició el secuestro del soldado, ignorando al Gobierno legítimo de Abú Mazen y demostrar todas sus incapacidades para gobernarnos.

Si fuese palestino celebraría con resignación y en silencio que un solo hombre de ellos valga mil de los míos porque semejante transacción pone al descubierto lo poco que valen los nuestros. Es más, me gustaría que fuese al revés.

Si fuese palestino solicitaría urgentemente la nacionalidad israelí porque no necesitan, como nosotros, alimentar un odio visceral contra nadie, lo que en la sociedad palestina se enseña día a día a niños y escolares.

Pero como no soy palestino, doy gracia al Eterno por haberme librado de tan gran desgracia y calamidad porque no necesito serlo ni tampoco habría futuro para los míos en una sociedad que ignora los valores y principios humanos y el derecho a la libertad de cualquier ser humano.

Miguel Martín

Zaragoza