lunes, 13 de agosto de 2012

En el Reino de Israel


En el Reino de Israel

Sembrar para el futuro
Sembrar para el futuro
Cuenta la leyenda que hace mucho, muchísimos años, El Rey estaba paseando por sus dominios y vio a un anciano, muy anciano trabajando duramente la tierra. Su encorvada espalda le impedía realizar movimientos rápidos, pero el trabajador seguía, aunque lentamente,ejecutando su tarea sin prisa y sin pausa.
El Rey, viendo el gran esfuerzo, se acerca y le pregunta;
¿"Que haces buen hombre, porque trabajas con tanto esmero" ?.
El trabajador se detiene un instante, se seca la transpiración de su rostro y responde.
"Majestad, me gustan las nueces, por eso estoy plantando nogales".
El Rey, piensa, sonríe socarronamente, y responde:
"Hay buen hombre, no te desesperes, aunque plantes todos esos nogales hoy, ya no podrás comer de sus frutos".
El buen hombre, trata de ponerse derecho, aunque ya su cuerpo no le responde y manifiesta:
"Hoy yo estoy comiendo las nueces de los árboles que plantaron mis ancestros. Si ellos no se hubieran preocupado de sembrar en su momento, nuestra generación no podría comer sus frutos. Nosotros debemos hacer lo mismo para el futuro".
El Rey, hizo como que no entendía, volvió a sonreír con suficiencia, y tomando a su consejero económico del brazo, un filósofo caído en desgracia, le dio la espalda y siguió su camino.
Hoy día, en Israel, está ocurriendo algo parecido a lo narrado en el cuento. Israel, debemos reconocerlo, está sorteando con relativo éxito la gran crisis económica que se desató en el mundo occidental en 2008. El crecimiento, aunque pequeño, es sostenido y superior al de la mayoría de las economías de los países del primer mundo. La desocupación, si bien preocupa, no es tan alarmante como en los mercados de la Vieja Europa. Existe, en general, un clima de confort en la gran mayoría de la población. El Estado cumple con sus obligaciones económicas. Abona los sueldos y a los proveedores en término y el presupuesto general está con un déficit acotado.
Si analizamos las causas de tal situación, rápidamente podemos intuir que la suerte, si así queremos llamarla ahora, es que Israel ha cambiado en sus últimas décadas su orientación económica y de la producción de naranjas y hortalizas, hemos pasado completamente a la creación y exportación de alta tecnología.
En algún momento, cuando el dinero escaseaba tanto o más que ahora, algunos visionarios decidieron jugar algunas fichas de su capital, a la educación. Hay que educar al pueblo, era la premisa. A mayor cantidad de profesionales, mayor posibilidades de encontrar gente que logre destacarse en ramas que luego generarán riqueza y prosperidad para todo el pueblo.
Israel generó, miles y miles de capacitados investigadores y trabajadores de alta gama de productos tecnológicos. Muchos brillan en el exterior, pero la gran mayoría siguen generando riqueza en Israel.
Estamos a la vanguardia de exportaciones de "ideas creativas", innovadoras y precursoras de grandes industrias.
Ese es el camino que se debe continuar sin interrupciones.
Quitar fondos a la educación, es atentar contra generaciones futuras. Es arriesgar la posibilidad que tiene el país de subsistir y seguir manteniéndose dentro de los que son líderes mundiales en el tema.
No se debe reducir los fondos destinados a educación. Si, y eso es obligado, estudiar el mejor aprovechamiento de los recursos económicos. Usar los fondos con criterio y prudencia. Pero nunca resolver disminuir estos en un 3 o 5 porciento indiscriminadamente. En ese caso, pagan justos por pecadores. Los recortes, si son necesarios, deben ser pensados y prudentes. Nunca determinados en 24 o 48 horas por personas que del tema no entienden mucho y sólo piensan en sus réditos electorales.
Lo mismo ocurre con la salud. Esta es castigada con reducciones globales realizadas en forma indiscriminada. No se analiza el destino los fondos que cubrirán la investigación y a reforzar estructuras de los de gastos generales y de sueldos a altos funcionarios administrativos. Se "corta" en forma global y se deja a esos funcionarios administrativos que resuelvan donde son las quitas. Que nunca son sobre sus salarios.
Nuestro sistema de salud es criticado permanentemente por los usuarios, pero debemos reconocer que es mucho más eficiente que el de la mayoría de los países con economías mucho mas fuertes que la nuestra. Que han aumentado las demoras para intervenciones quirúrgicas o para la visita de especialistas, es cierto. Pero, ¿ como se está por otros lados ?.
Como muestra basta un botón. Recordemos que el proyecto de ley de servicio de salud general para toda la población, en el país más grande y poderoso del mundo acaba de ser rechazada por la Cámara de Senadores. En U.S.A. hay más de sesenta millones de ciudadanos que no cuenta con servicio de salud.
Sigamos protestando contra KupatJolim, pero vivamos en Israel. Parecería ser más saludable.
Luego de discusiones sin sentido y sin ningún tipo de profundidad ideológica, se han realizado cortes en algunos de los presupuestos en forma indiscriminada. Un trabajo desprolijo y desordenado. Pero era necesario cerrar números.
Esto debe ser el punto final a un largo período de desaciertos globales en la construcción de los presupuestos nacionales. Esperamos y deseamos, de todo corazón, que sea el último.
Ya, en pocas semanas deberá presentarse el presupuesto del año 2013. Sin duda, y tomando en cuenta la composición actual del gobierno, o no logra aprobarse o se refrendará un mamarracho mayúsculo.
Es imprescindible que se planifique a mediano plazo una situación sostenible y equilibrada. Proyectando hacia el futuro. Programando un crecimiento, si bien lento, sostenido. Pensando en generaciones futuras. Como el noble trabajador de la leyenda. Lo que se siembre hoy lo recogerán nuestros hijos y nietos. Es hora de pensar, aunque sea un poco, en ellos y no en un mañana electoral inmediato.
Para encabezar este movimiento hace falta políticos valientes y prácticos. Que vean un poco más allá de la punta de su nariz. ¿Los tenemos?. ¿Existen?.
El tiempo lo dirá.
Cont. Víctor Vaisman
Editor Responsable