En nuestro país hemos encontrado una fórmula propia y que cada día va tomando mayor crecimiento. Es gobernar sembrando terror en la población. Con causas reales, pero fundado en premisas falsas, se busca consolidar el poder, sometiendo a la población, a una presión mediática asustadiza y pusilánime. Es lo que podemos llamar, gobernar con La Estrategia del Miedo.
Nuestro Primer Ministro, con su tremendo deseo de obtener el poder máximo no duda en prometer guerras apocalípticas, con dudoso éxito, haciendo entender que la misma es impostergable.
Irán está avanzando en un camino que claramente indica que poseerá armas nucleares a breve plazo. Su intención de convertirse en una potencia atómica y utilizar este elemento con fines pacíficos no es sostenible ni siquiera en un mundo de políticos infradotados. ¿Qué sentido tiene este proyecto en un país que guarda en sus entrañas una de las reservas petrolíferas mas grande del planeta?. Las recientes declaraciones de sus autoridades manifestando que Israel es un cáncer en Medio Oriente y que debe desaparecer,no hacen dudar de sus objetivos. Pero también las palabras de crítica son para todos los infieles que no guardan las normas del Corán. Y en ese caso, ya se incluye a una parte mucho más importante del universo.
La República Islámica de Irán, tal es su verdadero nombre, desea convertirse en el faro que iluminará la cultura y formas de vida de los próximos siglos, imponiendo a todo el mundo sus pensamientos y creencias. Por ende el problema es del universo todo, no sólo de Israel. Es cierto que el primer enemigo será Israel. Pero sólo será el primer paso. Cuando Hitler invade Polonia y da comienzo a la Segunda Guerra Mundial, nadie dudaba que ese sería el primer paso. Por ese motivo, la gran mayoría de los estados europeos decidieron unirse y luchar contra Alemania. En este caso las características son similares. Israel, como probable primera víctima, tiene la obligación de concientizar a las potencias occidentales del peligro que acecha a la civilización actual. Pero de ningún modo debe atacar en forma unilateral a la gran nación persa.
El Primer Ministro, cuya ambición de poder y autoritarismo carece de límites, ha entendido que puede aumentar el mismo sembrando terror en la población. Netanyahu ha encontrado el socio ideal para cumplir tal misión. El Ministro de Defensa, Ehud Barak, brillante soldado, pero sin ninguna duda un político de medio pelo que nunca ha representado a nadie, sigue con sus manifestaciones fatalistas al P.M y juntos pueden desencadenar un conflicto, que se puede muy bien saber cuando va a comenzar, pero nunca cuando ni como va a finalizar. Que el ataque será en otoño (simultánea a las elecciones en USA), que durará un mes, que dejará 500 víctimas, que costará tanta cantidad de millones de dólares, etc. etc. no pueden ser manifestaciones serias. Expresiones de ese tipo no pueden salir de boca de un ministro, aunque luego viaje como embajador a China. Es sin duda poco serio.
Irán es un peligro mundial. Este debe ser solucionado por el mundo todo. Nada valen las bravatas y las amenazas. Porque se debe suponer que no se está hablando en serio cuando se anticipa un ataque armado en los términos de los que realiza el Gobierno de Israel. Si se piensa que inculcando miedo a la población se puede obtener más poder, se está errando de camino. Es un placer poder oír declaraciones como las pronunciadas por el Presidente ShimonPeres aconsejando no iniciar acciones sin el consentimiento de los EE.UU. Y resulta intolerable como miembros de la Oficina del Primer Ministro critican al laureado con el Nobel diciendo que un Presidente no debe emitir opiniones políticas. ¿ Acaso olvidan los funcionarios en cuantas oportunidades el Primer Ministro pidió ayuda a Peres para que este lo apoyara en sus propósitos?. Cuando conviene sirve, y cuando no son de su agrado, molestan.
Una guerra es un acontecimiento demasiado serio para ser tratado como una noticia de titular. No puede medirse sus consecuencias por anticipado diciendo que durará tanto tiempo y que costará tanto dinero. Una guerra cuesta vidas. Una sola ya es demasiado. Un solo judío muerto ya es un precio muy alto.
El gobierno debe salvaguardar la vida de su población y asegurar dentro de sus posibilidades la integridad territorial. Pero antes de avanzar en el tratamiento de cualquier acción bélica, deben agotarse todas las posibilidades políticas de dialogo. Finalizadas éstas, y con la conclusión que no queda otra alternativa, encontrar las variantes óptimas, asegurarse aliados y compartir riesgos. Un buen político no es el que gana una guerra, es el que la evita. Se deberá estudiar posibilidades y por sobre todo, no permitir noticias alarmistas ni propagar citas y frases que luego publicadas fuera de contexto, llevan a sembrar un malestar general innecesario.
Para cerrar esta nota citaremos al prestigioso diario Haaretz (traducción libre)
"En su campaña para convencer a la opinión pública a través de los medios, Netanyahu y Barak intentan generar una ola de simpatía hacia su postura. (...)
El fin puede ser democrático, pero los medios son demagógicos. No existe una verdadera diferencia de opinión entre los israelíes y sus líderes cuando se trata de no vivir en la sombra de las armas nucleares iraníes. (...)
La pregunta no es "consentimiento o guerra", sino si se han agotado todos los medios, y no queda otra opción que la de un ataque inminente, en vísperas de las elecciones presidenciales de EE UU. Este y sólo este es el eje del debate ahora. (...)
Las armas nucleares iraníes son peligrosas para Israel. La demagogia es igual de peligrosa"
Cont. Víctor Vaisman