martes, 7 de agosto de 2012

Hamas determinará el modo de combate egipcio en Sinaí


Zvi Bar´el
“Controlaremos cada parte de Sinaí”, se comprometió el Presidente egipcio Mohammed Mursi, en el improvisado discurso que dirigió tras el atentado del domingo. Sin embargo, sobre el modo de materializar ese control, aparece una discusión entre el Ministro de Defensa, el General Tantawi y Mursi. Mientras el presidente estima que, Hamas, puede poner en funcionamiento su influencia en, por lo menos parte, de las organizaciones que actúan en Sinaí por medio de la presión a sus “clientes” en Gaza, Tantawi ve en Hamas parte del problema y está lejos de aceptar a la organización como socio eficaz para la campaña en la Península del Sinaí. Según fuentes egipcias, “Tantawi tuerce la mano de Mursi en su decisión de cerrar el Cruce de Rafiah por tiempo indeterminado”, cuando hace tan solo dos semanas decidió extender el horario de funcionamiento del cruce y facilitar el paso de los civiles en ambas direcciones.
El levantamiento de una carpa de duelo en Gaza y el diálogo de condolencias mantenido por Khaled Meshal con Mohammed Mursi no convence a Tantawi. A diferencia de  Israel, duda sobre la capacidad de Hamas de controlar todas las organizaciones que funcionan en Gaza y está convencido  ahora, tal como lo estuvo siempre, que el abatimiento de Hamas es el que aportó mucho al desarrollo armado de organizaciones separatistas con quienes se ve obligado a generar un sistema de relaciones financiero.
Es interesante que uno de los líderes del grupo islámico extremista en Egipto, “el grupo de la Jihad”, el Sheikh Nabil Naim, vinculado a la disposición del ejército y en entrevista al diario Al Sharq al-Wast, determinara que Hamas persigue un interés al no actuar con fuerza contra Israel a fin de impedir los ataques israelíes sobre Gaza y de allí la conclusión que, Hamas, prefiere que otros organismos hagan la tarea.  Por el contrario, Los Hermanos Musulmanes afirman que  esa era la política del Presidente Mubarak, con cooperación de Tantawi, lo que generó el profundo abandono de los beduinos en Sinaí y así abonó el terreno para el surgimiento de un enclave terrorista en donde muchas organizaciones logran florecer.
Mursi, dicen fuentes egipcias, pretende separase del régimen anterior pero se ve a sí mismo  en una posición imposible. Más aún, mientras se enfrenta a su política y a presiones del ejército, el Guía General de Los Hermanos Musulmanes, Mohammed Badi, declaró que el gobierno debe demandar la corrección de los acuerdos de Camp David de modo de permitir al ejército dispersar sus fuerzas en zonas sensibles y autorizar  a Egipto el control en todo el territorio de Sinaí.
 La coordinación de actividad política con Israel, además de la de seguridad que se mantiene con el ejército, es a lo que Mursi se resiste  y es también el motivo de que renuncie a la designación de un ministro de su movimiento al cargo de canciller.
Tampoco el ejército egipcio tiene soluciones mágicas. Uno de los principales problemas es el mapeo de las organizaciones que actúan en Sinaí. La tendencia a denominar a todos como “JIhad Mundial” o como organizaciones de Al Qaeda (expresiones faltas de sentido que no aportan a la capacidad de clasificarlas según sus objetivos y posibilidades), presentan  una enorme dificultad en la batalla contra ellos. Así,  por ejemplo, los grupos de Al Takfir y Al Jijra, no son similares y, en muchos casos,  no cooperan con organizaciones combatientes de la Jihad. Parte de las organizaciones suman a sus filas voluntarios palestinos, kuwaitíes, yemenitas y otros, mientras otros grupos cuidan la pureza nacional egipcia. Parte de los organismos actúan a fin de dañar al gobierno egipcio y parte ve en la lucha contra Israel su razón de existir. Esas organizaciones aprovechan  a los beduinos, parte con fines de manutención por medio del tráfico de armas y algunos sumados  a las organizaciones por motivos religiosos.
La conducción de Hamas intenta convencer a Mursi que tiene en sus manos la capacidad de cooperar (por lo menos en el área de inteligencia). Y los jefes, entre ellos Ismail Haniyeh y Khaled Meshal, propusieron ayuda concreta a Mursi y al líder de Los Hermanos Musulmanes, pero mientras tanto Tantawi no se asusta de las proposiciones de Hamas, que tan solo hasta hace contados meses, se nutría de la caja de Irán.
A la discusión estratégica entre Mursi y Tantawi sobre la función de Hamas, le caben derivaciones sobre el estilo de combate en Sinaí y no menos  sobre la política egipcia. La crítica destinada a la actitud de Mursi (por parte de los enemigos laicos y religiosos),  el sistema eleccionario al parlamento que se va encendiendo y el reconocimiento para el problema de seguridad nacional producido en Sinaí, Los Hermanos Musulmanes no cuentan con una solución diferente a la que tenía Mubarak; siendo toda esa mezcla capaz de corroer  la fuerza de Los Hermanos en esas elecciones. Mursi se sumó a manifestar una mayor firmeza de seguridad por parte del ejército e intentar oscurecer a su Ministro de Defensa que es,  de hecho,  su jefe de seguridad, el General Tantawi.
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