miércoles, 8 de agosto de 2012

Irán planifica el día después de la caída de Assad


Zvi Bar´el-
cidipal
La intensa campaña diplomática que promueve Irán daría cuenta que, también ese país, comienza a planificar la etapa tras la caída de Assad. Ayer, visitó Beirut el asesor de seguridad nacional Saeed Jalili mientras, al mismo tiempo, el Canciller iraní visitaba en Turquía para una serie de encuentros con Erdogan y los jefes de gobierno turco.
El jueves se llevará a cabo, en Teherán, una convención en la que participarían “los países que se vinculan a la situación en Siria de modo realista”, tal como lo describen los voceros iraníes en la cual participarán también China y Rusia. Lo interesante es que, la convención, que podría ser un peso contario a los grupos de países que apoyan al “pueblo sirio”, es decir, la oposición, no se autodefine como “convención” para proteger al régimen en Siria.
Oficialmente, las conversaciones en Beirut y Damasco, donde Jalili mantuvo reuniones  con el Secretario General de Hezbollah, Hasan Nasrallah, están destinadas a evaluar vías de solución a la crisis en Siria por una salida política  mientras,  las conversaciones en Ankara,  se destinan a pedir la colaboración de Turquía a fin de convencer al Ejército Libre de Siria  de liberar a decenas de civiles iraníes,  capturados a manos de los combatientes.
La visita de Jalili en Turquía comenzó con el pie izquierdo. Le antecedieron declaraciones del jefe Mayor del ejército iraní advirtiendo a Turquía de ser el próximo en el turno de vivir estallidos violentos si ese país y sus aliados continúan apegados a su política actual hacia Siria. Esa declaración fue objeto inmediato de dura condena,  por parte del Canciller turco,  y ese intercambio de palabras da cuenta que, también,  dentro de Irán existen diferencias profundas en la conducción, lo que se convirtió en el foco de las conversaciones con Jalili.
Sin embargo, la evaluación de los analistas libaneses y sirios en la diáspora, sobre el objetivo real de la nueva actividad iraní, es garantizar el lugar de Siria y Líbano en el período posterior a la caída de Assad. Irán, así parece, evalúa que Rusia comenzó a retractarse de su posición anterior y estima que la coalición pro-Assad puede desmoronarse.
En las dos semanas que pasaron no se oyeron declaraciones rusas de apoyo al Presidente Assad o a su régimen. Después de imponer el veto, en varias oportunidades,  a las decisiones del Consejo de Seguridad y,  a partir del fracaso de Kofi Annan en cuya misión  Rusia vio un ancla para la solución de la crisis como también tras la crítica internacional a sus posiciones, Rusia decidió bajar el perfil; no solo a causa de la presión internacional sino también a la luz de la evaluación que Assad ya no controla todo el país y es probable que en los mecanismos internos su control vaya desapareciendo.
Irán entra, entonces, en los zapatos de Rusia como un motor diplomático público que intentará construir, como último esfuerzo, una coalición que apoye a Assad. Sin embargo la preocupación iraní es más profunda que la rusa. Rusia puede confiar en que todo nuevo régimen que surja en Siria quiera continuar un buen sistema de relaciones  mientras, con Irán, tiene la oposición una cuenta de sangre.
Soldados rusos no mataron civiles sirios y Rusia aceptó reunirse con representantes de la oposición.
 Con Irán la cuenta es distinta. Activistas iraníes combaten y asesoran al ejército sirio.  Irán continúa enviando dinero al régimen y no menos que eso, Irán y el régimen sirio son concebidos como parte del bloque chiita que actúa contra la mayoría sunita en el país.
Según las declaraciones públicas de Jalili, Irán aún es leal al régimen sirio y apegado a Assad. Sin embargo llegó la etapa en la que debe evaluar, con urgencia, otras opciones. Irán demostró una capacidad especial para actuar por medio de grupos separatistas, minorías y organizaciones de la oposición y el temor es que éste sea el camino de acción  en el período de transición  tras la caída de Assad. Así, por ejemplo, ya intenta sumar a la minoría kurda de Siria –relación que amenaza a Turquía; quizás quiera adoptar a Los Hermanos Musulmanes en Siria, quienes hasta el momento le mostraron un hombro;  puede actuar entre los muchos voluntarios que llegaron a combatir contra el régimen y e intentar fundamentar su posición como fuerza que influya en la conformación del nuevo régimen, tal como lo hiciera en Irak, Líbano e quisiera hacer en Yemen. Si Irán decide tomar esa vía de acción podría dificultar, y hasta frenar, el esfuerzo por conformar un gobierno sirio sustituto, extender el período de transición  que puede convertirse en violento y crítico, no menos que actualmente y, al final, servir de plataforma para determinar las leyes del juego.
En esa estrategia, Assad  y sus allegados ya no tienen lo que hacer. Y mientras Occidente continúa condenando, convocando a convenciones y financiando a los rebeldes, Irán ya abona el terreno ante dos escenarios posibles: Si Assad permanece, Irán barrerá otra vez la caja siria y si Assad se va, Irán hará cualquier esfuerzo para ser el país más influyente,  gracias a los organismos que pueda sumar para su lado