viernes, 10 de octubre de 2014

“Shabat Jol Hamoed Sucot”

 “Shabat Jol Hamoed Sucot”

B.H.N.”V

Es tiempo de Sucot. Tiempo para el regocijo y la alegría, al decir de nuestras plegarias,
Zeman Simjatenu. Para nuestra sagrada Torá esta festividad se configura entre dos sentidos:
Jag -“Fiesta” simplemente-, y también Asif, la festividad de la recolección. Sucot, entonces, engloba todo el sentir y el hacer que la tradición judía recomienda al pueblo de Israel. Siete días transcurrirán para que la alegría vaya tomando su propia forma y color; siete días en los que cada uno tomará para sí las Cuatro Especies Vegetales - Arbaat ha-Minim- y logrará, a través de ellas, aquello por lo que oró, horas atrás, en el día más sagrado del calendario -el Iom Ha-Kipurim-: “...Y todos los habitantes del mundo habrán de ser una unidad”. Pues la unidad, de existir, será el nexo entre el hombre y su capacidad de alegrarse, de alcanzar la felicidad plena.

Ashré ioshebé beteja... nos insinúa el Salmo: “Felices son los que residen en Tu Casa”. Un lugar, una Presencia, un sentimiento. Ashré es la expresión bíblica de felicidad y se conjuga solo en plural. La felicidad, nos enseña el rey David desde sus Tehilim, no puede sobrevenir en lo individual, se requiere más de uno para lograrla y para, una vez alcanzada, poder dimensionarla. Ioshebé Beteja, continúa el salmo. Y esa Casa es en estos tiempos la Sucá...

Así al menos lo cantamos cada noche, cuando vamos al encuentro del Shemá IsraelU-Fros alenu Sucat Shelomeja, “Extiende sobre nosotros la Sucá de la paz...”.

La felicidad es posible cuando podemos sentirnos en paz, en quietud, junto a D’s y permaneciendo en la tierra.

Allí está Sucot, hablándonos de Asif: la recolección. Pues no importa ya cuánto será el fruto recogido, si estamos seguros de haber sembrado. La incertidumbre surge del hecho de no haberme esforzado siquiera en delinear los surcos; la inseguridad del hecho de no haber sembrado; la insatisfacción de saber que no podré ni tendré lo qué disfrutar. Es bien conocido aquello de “el que siembra vientos, cosecha tempestades”.

Sucot nos invita, año tras año, a recorrer el año “trabajado” por nosotros mismos, a echar una mirada hacia atrás para poder evocar lo actuado. Aunque también me ofrece una sugestiva mirada hacia delante: solo quince días me separan del año recién inaugurado y ya puedo evaluar mi capacidad de recolección: a través de la paz y de la alegría, las dos primeras semillas a sembrar y germinar en el campo familiar, social y comunitario.
Claro que el surco delineado en el campo de mis acciones tiene un solo denominador común: la unidad. Poder pensar, poder imaginar una realidad distinta para el año que se inicia.

Allí es cuando Sucot asume su nombre bíblico de Jag, simplemente una Fiesta o, tal vez, la fiesta por excelencia.Transcurren los hermosos y únicos días de Sucot, inconmensurables por su riqueza, bellos por la incomparable simpleza de nuestra Sucá, simples por la inigualable elocuencia de las Cuatro Especies -Arbaat ha-Minim-, que nos hablan de nuestras diferencias, es cierto, pero sobre todo remarcan la necesidad de estar unidos para poder pronunciar la bendición sobre ellas. Quiera el Todopoderoso renovar este y todos los tiempos para el Bien, la Bendición, la Alegría, la Belleza y la Quietud. Amén.

¡Jag Sameaj u-Moadim le-Simjá!

Rab. Mordejai Maaravi. Rabino Oficial de la OLEI

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