Presentando a Israel como otro régimen ilegítimo más
de Cidipal,
Petra Marquardt-Bigman Jerusalem Post
Nos enfrentamos otra vez a otra historia desgarradora de la crueldad de Israel. La víctima, ahora, es un joven estudiante estadounidense, de 22 años, que "protestaba por la pérdida de su tierra"-.Fue tiroteado sin piedad y herido.Para Robert Fisk, el muy respetado corresponsal para Medio Oriente de The Independent, no hay dudas: el joven y otros 100 manifestantes ( entre ellos dos niñas) fueron alcanzados por balas israelíes. El joven fue herido durante el asalto de la frontera de Israel con el Líbano, cuando se recordaba la "Nakba” y, por eso, lo más probable es que fuera blanco del ejército libanés, el cual abrió fuego contra la multitud, llevada la frontera, en una manifestación apoyada por Hezbollah.El hecho que, el ejército libanés, abriese fuego contra los manifestantes fue relatado por la prensa israelí el mismo 15 de mayo. Fisk escribió su "relato de la primera línea de protesta palestina" casi dos semanas después. Es probable que ese hecho no fuese, para él, relevante y, por eso, dejó de mencionarlo. El“relato” de Fisk es un excelente ejemplo del tipo de cobertura que los medios de comunicación occidentales ofrecen, a los medios europeos, para denostar la imagen de Israel. Sin perder tiempo, Fisk presenta a sus lectores a ese honesto joven, herido de gravedad, que se encuentra en un hospital porque se atrevió a participar en una manifestación pacífica contra Israel. Desde el principio, Fisk sugiere que es sólo otro ejemplo de manifestación provocada por "la primavera árabe", donde jóvenes idealistas demandan derechos y libertades fundamentales. El mensaje es evidente: Israel se comporta igual que esos brutales regímenes árabes que atacan a los manifestantes desarmados, manifestándose por derechos que, todo el mundo occidental da por sabidos. El joven de la historia de Fisk es un palestino con ciudadanía estadounidense, se nos desliza otro mensaje: EEUU condenan los asesinatos de manifestantes pacíficos por parte de los regímenes árabes pero cuando lo hace Israel, EEUU se mantienen en silencio, incluso si la víctima tiene la ciudadanía estadounidense. No es de extrañar entonces que, al final de su artículo, Fisk acuse al presidente Obama de permanecer "servil ante Netanyahu" y de comportarse con sumisión. Sumen a esto la observación de usar y tirar de que Netanyahu obtuvo "55 ovaciones en el Congreso, más que el promedio del partido Baas en sus congresos en Damasco", y así el mensaje es más evidente. La lectura se hace más interesante en especial para aquellos amantes de la vieja idea de que los judíos gobiernan el mundo.La historia de Fisk incluye varios elementos que dan una idea del "relato" muy diferente a la que ofrece. Ese joven es un ciudadano estadounidense, de 22 años, que se siente con derecho a protestar por "la pérdida de su tierra", y para ello se une a grupos organizados determinados a violar las fronteras de Israel. Por otra parte, Fisk reconoce que el joven no sólo tiene la ciudadanía estadounidense, sino también "una casa en la Margen Occidental" porque su familia "proviene de Beit Jala y Belén", lugares que él y su familia, que vive en el extranjero, visitan con regularidad. El apellido de la familia es Masri, muy común entre los palestino y hace mención de la ascendencia egipcia, tal como muchos palestinos lo saben muy bien.Será difícil obtener mejor ejemplo para comprobar el sentimiento de agravio artificial cultivado por los palestinos y por el que muchos no aceptan la existencia de Israel. El mundo, y Europa en especial , sería un lugar diferente si los muchos millones de personas, desplazados y desposeídos en la misma década que los palestinos, se comportaran de la misma manera que la familia Masri.Fisk sostiene que Munib Masri, el estudiante "es parte del despertar árabe", y un miembro de la familia, citado por Fisk, afirma que los manifestantes que marchaban contra las fronteras de Israel superaron su miedo y lo demuestran porque "quieren dignidad. Y con la dignidad llega el éxito”. Y agrega: “Eso pidió el pueblo de Túnez. Y en Egipto. Y en Yemen, Bahrein y Siria".¿Acaso Fisk ignora el hecho que, esos pueblos, se manifestaron contra el opresivo desgobierno de sus propios gobiernos, mientras que, Munib Masri y sus compañeros lo hacian por algo muy diferente? Su manifestación expresaba su descontento por el hecho que, hace más de seis décadas, en una guerra de agresión provocada y sostenida por los árabes, no pudieron impedir el establecimiento de Israel, y eso a pesar de que los árabes provocaron la muerte de más de 6.000 judíos (uno por ciento de la comunidad judía) e hirieron a otros 15.000 judíos. Esa agresión no impidió el establecimiento de un Estado judío y provocó el desplazamiento y la desposesión de cientos de miles de árabes en lo que se conoce como la "Nakba" o la "catástrofe” palestina. Podría decirse que es revelador que ya no sólo existen esfuerzos por deslegitimar a Israel a través de la "Nakba", sino que se añadieron las protestas por la "Naksa", esa “otra catástrofe” que conmemora otro "retroceso territorial" de los árabes en otro intento fallido de acabar con el establecimiento de Israel, apenas dos décadas más tarde.Es aún más sintomático que, un asesor del presidente de la AP Mahmoud Abbas, se jactara que, las marchas de los manifestantes contra las fronteras de Israel, suministran a los palestinos una nueva y poderosa "arma nuclear" contra el Estado judío. Esa es, tal vez, la "esperanza" exagerada. Pero, el artículo de Fisk, ilustra como los palestinos y sus partidarios avanzaron cuando se trata de socavar la noción evidente que, al igual que cualquier otro estado del mundo, Israel tiene el derecho y la obligación de defender sus fronteras contra las infiltraciones; incluso si no están armados.Ningún estado del mundo puede permitir a esas personas cruzar sus fronteras demostrando que, esos límites, no pueden ni deben ser defendidas y que cualquiera que lo quiera debe sentirse libre de violarlas.El mentiroso intento de equiparar las campañas organizadas para violar las fronteras de Israel con las manifestaciones contra del desgobierno de los regímenes árabes es, en última instancia, la intención de transmitir un mensaje simple: todo aquel que crea que los opresivos regímenes árabes pueden derrocarse con manifestaciones, también quieren lograr el fin de Israel como Estado judío alegando un ficticio "derecho de retorno".Esa es una estrategia que no hay que desestimar ; en especial porque cada calumnia o falsedad contra Israel logra un apoyo considerable y entusiasta en todo el mundo, y donde, ni el presidente de Estados Unidos, se atreve a exigir que los estados árabes pongan fin a las décadas de discriminación contra esos mismos refugiados, creados por unas guerras desencadenadas por los propios árabes.
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