Israel es, para mí, garantía de que puedo defender mi vida y mi libertad, y la vida y la libertad de los míos, y de los inocentes en general. Israel es un milagro que ninguna explicación racional, geopolítica o filosófica puede abarcar. Es un milagro que tampoco puede explicar la religión. Es tan parecido a un sueño, que incluso sus fundadores buscaron modos de subvalorarlo, para podérselo creer. Israel para mí es mi abuelo Trau, cuya primera hija y primera esposa pudieron haber sido salvadas de haber existido aquél diez años antes. Israel, para mí, es la belleza en estado puro. Israel es la única entidad a la que puedo relacionar con la palabra amor, como si se amara a una persona, una mujer o un hijo. Israel es el triunfo del bien, de la verdad y de la voluntad. Israel es una declaración de protesta y de amor, al mismo tiempo, respecto de Dios. Israel es el fruto varias veces milenario de un pueblo de dura cerviz. Israel es insolencia, desparpajo, libertad. Israel es el lugar al que queríamos llegar cuando salimos de Egipto. Israel es la mejor forma de relación entre judíos y gentiles. Israel es el lugar donde dos mujeres semidesnudas caminan de la mano antes y después de vestir un uniforme y realizar rutinas militares y nadie les pregunta de dónde vienen ni a dónde van sus corazones. Israel es Ariel Sharón, bendito sea; Golda Meir, Moshé Dayán, Itzak Rabin, Shimon Peres, Abba Eban, y otras tantas personalidades: es el país que ha dado más cantidad de Churchills por kilómetro cuadrado. Israel es falafel, shawarma, bureka y todas las combinaciones de jugos de fruta que puedan caber en el Arca de Noé. Israel, para mí, es el Paraíso: el único en el que creo. Pero como también soy un hombre político, enumeraré algunos de los motivos racionales y compartibles, comprobables, de su éxito:
El sionismo es mucho más que el movimiento de liberación del Pueblo Judío, pero, para ponerlo en la perspectiva de los siglos XX y XXI, me resulta cómodo y atinado llamarlo, también, el movimiento de liberación del Pueblo Judío.
El sionismo es el único movimiento de liberación del siglo XX que llegó como una organización democrática al poder, en mayo de 1948, y que se mantuvo democrático, incluso en medio de la amenaza permanente que representan sus naciones vecinas. Sesenta y tres años lleva ya siéndolo.
El sionismo es uno de los pocos movimientos de liberación del siglo XX que distribuyó la riqueza, eliminó el analfabetismo y socializó la salud y la vivienda. Es uno de los pocos movimientos de liberación que realmente otorgó a su población un nivel de vida, tanto en lo económico como en lo social, ontológicamente superior al que esa misma población tenía antes de la creación del Estado de Israel. Quiero recalcar una vez más que es el único movimiento que logró estos avances por medio de la democracia.
El sionismo fue la respuesta más humana, y más que humana, al infierno nazi: en Israel, los sobrevivientes, parientes y descendientes de los sobrevivientes y muertos de y en la Shoa pudieron reencontrar su humanidad. El sionismo es uno de los movimiento de liberación que, dinámicamente, más vidas civiles han salvado en el siglo XX. Muchas vidas civiles se han perdido por las guerras y los actos terroristas que los ejércitos y los terroristas árabes, europeos y asiáticos han librado contra Israel; pero las vidas que se han salvado por el sólo hecho de la existencia de Israel se cuentan por millones hoy y son incontables a futuro.
El sionismo alentó la creación de los kibbutzim, el único experimento comunista no represivo y no sanguinario del siglo XX.
El sionismo es el único movimiento de liberación, y el único movimiento político en la historia de la humanidad, que transportó voluntariamente a personas de piel negra –desde Etiopía– hacia adentro de sus propias fronteras en forma masiva, para liberarlos de la opresión y la pobreza, en contraste con lo ocurrido en los mundos occidental y árabe, que sólo los transportaron, en condiciones aberrantes, durante siglos, para esclavizarlos.
El sionismo es el único movimiento de liberación del siglo XX que ha convertido a las personas árabes en ciudadanos con derechos civiles y políticos. Es el único movimiento de liberación del siglo XX que ha permitido a los ciudadanos árabes votar libremente en elecciones a primer ministro, formar sus propios partidos políticos y expresar libremente sus opiniones.
El sionismo es el único movimiento de liberación del siglo XX que ha propuesto concretamente, con el poder para lograrlo, un Estado palestino, en cuanto la dirigencia palestina acepte la existencia del Estado de Israel como Estado judío. Ni Egipto ni Jordania, en los 18 años en que dominaron la Franja de Gaza y el West Bank, propusieron nunca, ya no un Estado palestino, sino un mínimo de democracia, de autonomía, ni siquiera una universidad autónoma. El sionismo es el único movimiento de liberación del siglo XX que mejoró el nivel de vida de los palestinos que vivían en la Franja de Gaza y el West Bank.
El sionismo es una fuente permanente de revitalización cultural, científica, de libertad y humanismo, que no sólo beneficia al Pueblo Judío, sino que ha extendido sus adelantos a toda la humanidad. De no haber estado el Tercer Mundo dominado por gobiernos autoritarios, corruptos y antisemitas, el sionismo podría haber llevado a cabo el intento –siempre derrotado por los antisionistas– de imprimir dinamismo a la agricultura de los más pobres países africanos y del Tercer Mundo en general.
El Estado de Israel, como Estado, ha cometido tantos errores como cualquier otra verdadera democracia occidental, y ninguno peor. Pero el sionismo sigue siendo hoy uno de los mayores aciertos, humanista, pluralista y verdaderamente progresista, de los judíos, desde la caída del Segundo Templo.La Ilustracion Liberal
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