Fuente: Commentary-Traducido por El Med.io
Por Tom Wilson
28/2/14
La noticia de cómo comunidades cristianas de Siria se están viendo obligadas a comprar sus vidas firmando tratados de sumisión a caciques yihadistas no es más que uno de los más recientes recordatorios de la cada vez peor situación que viven los cristianos en Oriente Medio. Es un tema que consigue ser muy comentado por los líderes occidentales, o provocar, aparentemente, la indignación del público en general. Naturalmente, grupos y medios cristianos tratan de estos sucesos periódicamente, tratando de atraer algo de atención sobre el tema. Pero en el caso de algunas de las iglesias liberales, la supuesta opresión de los musulmanes palestinos por el Estado judío parece mantenerlas demasiado ocupadas como para dedicar mucho tiempo a protestar por la verdadera opresión de los cristianos por parte de los musulmanes.
En cierto sentido, la precaria situación de las comunidades cristianas en Oriente Medio es algo más complicada de lo que parece. Tanto en Irak como en Siria, losregímenes baazistas invitaron a sus respectivas comunidades cristianas a apoyar lo que ya eran unos Estados gobernados por minorías. En Siria, concretamente, tenía sentido para la minoría alauita de los Asad conseguir la ayuda de los cristianos para mantener el poder sobre la mayoría suní. Naturalmente, la desintegración de estos regímenes ha dejado a los cristianos expuestos al resentimiento del populacho. Sin embargo, la violencia más extrema y continuada contra las minorías cristianas de la región procede, principalmente, de grupos terroristas islamistas, radicalizados y envalentonados. Los coptos en Egipto; los cristianos de Gaza bajo el régimen de Hamás; la opresión -consentida por el Estado- en Irán; los ataques esporádicos a los cristianos en Pakistán… en todos esos casos, son las mismas fuerzas extremistas islamistas las que actúan.
Los últimos acontecimientos en Siria afectan específicamente a las comunidades cristianas de la provincia de Raqa, actualmente controlada por las milicias del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), un grupo islamista que afirma estar relacionado con Al Qaeda. Allí, los líderes de la comunidad se enfrentaban a una conversión forzosa al islam o a la muerte si no accedían a firmar un tratado de sumisión, que les prohibe practicar abiertamente su fe. Al imponer este tratado, el EIIL sigue prácticas ortodoxas de la sharia, que obligan a los cristianos de una sociedad islámica a vivir en un estado de sometimiento, la dhimmitud. La amenaza de “convertirse o morir” no era en vano; sólo el año pasado, 1.213 cristianos fueron asesinados en Siria en lo que se consideraron crímenes motivados por la religión de la víctima.
Uno podría pensar que todo ello preocuparía enormemente a las iglesias de Occidente. Evidentemente, muchas de esas congregaciones tienen un agudo sentido de la conciencia social, y no son ajenas al activismo y a las campañas. Sin embargo, en el caso de algunas de las iglesias liberales, la campaña que eligen no es la de apoyar a sus atribulados y perseguidos correligionarios en el mundo islámico: en vez de eso, han decidido hacer campaña para demonizar al Estado judío, que, por cierto, es el único lugar de todo Oriente Medio en el que el número de cristianos está aumentando.
Como Jonathan Tobin escribió al respecto aquí, la Iglesia Presbiteriana estadounidense no sólo ha asistido a intentos de aprobación de mociones pro-boicot en su seno, sino que, recientemente, la presbiteriana Red Misionera Palestina de Israel ha publicado una guía de estudio ferozmente antisemita. De manera análoga, la Iglesia Metodista británica ha asistido a una controversia, aún existente, respecto a sus intentos para establecer un boicot a Israel. Especialmente destacada este año fue una iniciativa de la iglesia de St. James, en Londres: celebrar las fiestas navideñas alzando una réplica de más de tres metros y medio de altura (y cubierta de graffiti) delmuro de seguridad israelí. Al parecer, esta maniobra le costó a la congregación más de 50.000 libras. Seguramente, en aquel momento no se pudo pensar en otra causa más digna o que necesitara más ayuda.
Si bien tanto Malcolm Hoenlein, el veterano líder de la Conferencia de Presidentes de Grandes Organizaciones Judías Norteamericanas, como Jonathan Sacks, anterior Rabino Jefe británico, han manifestado públicamente su indignación ante la persecución de los cristianos de Oriente Medio y han instado a actuar para evitar que ésta prosiga, parece ser que esa misma pasión no se ha despertado entre ciertas congregaciones liberales de occidente. Por lo visto, reservan su sentido de justa indignación principalmente para manifestar su oposición a los intentos del Estado judío por defender a sus civiles del terrorismo islámico.
En cierto sentido, la precaria situación de las comunidades cristianas en Oriente Medio es algo más complicada de lo que parece. Tanto en Irak como en Siria, losregímenes baazistas invitaron a sus respectivas comunidades cristianas a apoyar lo que ya eran unos Estados gobernados por minorías. En Siria, concretamente, tenía sentido para la minoría alauita de los Asad conseguir la ayuda de los cristianos para mantener el poder sobre la mayoría suní. Naturalmente, la desintegración de estos regímenes ha dejado a los cristianos expuestos al resentimiento del populacho. Sin embargo, la violencia más extrema y continuada contra las minorías cristianas de la región procede, principalmente, de grupos terroristas islamistas, radicalizados y envalentonados. Los coptos en Egipto; los cristianos de Gaza bajo el régimen de Hamás; la opresión -consentida por el Estado- en Irán; los ataques esporádicos a los cristianos en Pakistán… en todos esos casos, son las mismas fuerzas extremistas islamistas las que actúan.
Los últimos acontecimientos en Siria afectan específicamente a las comunidades cristianas de la provincia de Raqa, actualmente controlada por las milicias del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), un grupo islamista que afirma estar relacionado con Al Qaeda. Allí, los líderes de la comunidad se enfrentaban a una conversión forzosa al islam o a la muerte si no accedían a firmar un tratado de sumisión, que les prohibe practicar abiertamente su fe. Al imponer este tratado, el EIIL sigue prácticas ortodoxas de la sharia, que obligan a los cristianos de una sociedad islámica a vivir en un estado de sometimiento, la dhimmitud. La amenaza de “convertirse o morir” no era en vano; sólo el año pasado, 1.213 cristianos fueron asesinados en Siria en lo que se consideraron crímenes motivados por la religión de la víctima.
Uno podría pensar que todo ello preocuparía enormemente a las iglesias de Occidente. Evidentemente, muchas de esas congregaciones tienen un agudo sentido de la conciencia social, y no son ajenas al activismo y a las campañas. Sin embargo, en el caso de algunas de las iglesias liberales, la campaña que eligen no es la de apoyar a sus atribulados y perseguidos correligionarios en el mundo islámico: en vez de eso, han decidido hacer campaña para demonizar al Estado judío, que, por cierto, es el único lugar de todo Oriente Medio en el que el número de cristianos está aumentando.
Como Jonathan Tobin escribió al respecto aquí, la Iglesia Presbiteriana estadounidense no sólo ha asistido a intentos de aprobación de mociones pro-boicot en su seno, sino que, recientemente, la presbiteriana Red Misionera Palestina de Israel ha publicado una guía de estudio ferozmente antisemita. De manera análoga, la Iglesia Metodista británica ha asistido a una controversia, aún existente, respecto a sus intentos para establecer un boicot a Israel. Especialmente destacada este año fue una iniciativa de la iglesia de St. James, en Londres: celebrar las fiestas navideñas alzando una réplica de más de tres metros y medio de altura (y cubierta de graffiti) delmuro de seguridad israelí. Al parecer, esta maniobra le costó a la congregación más de 50.000 libras. Seguramente, en aquel momento no se pudo pensar en otra causa más digna o que necesitara más ayuda.
Si bien tanto Malcolm Hoenlein, el veterano líder de la Conferencia de Presidentes de Grandes Organizaciones Judías Norteamericanas, como Jonathan Sacks, anterior Rabino Jefe británico, han manifestado públicamente su indignación ante la persecución de los cristianos de Oriente Medio y han instado a actuar para evitar que ésta prosiga, parece ser que esa misma pasión no se ha despertado entre ciertas congregaciones liberales de occidente. Por lo visto, reservan su sentido de justa indignación principalmente para manifestar su oposición a los intentos del Estado judío por defender a sus civiles del terrorismo islámico.