jueves, 20 de marzo de 2014

Cambio de estrategia


Fuente: Now - Traducido por El Med.io
Por Tony Badran
19/3/14

El presidente Obama viajará dentro de unos días a Arabia Saudí en una visita muy esperada. Mucho se ha discutido lo que el presidente dirá a los saudíes. El subsecretario de Estado, William Burns, incluso dio una charla el mes pasado sobre las relaciones entre Estados Unidos y el Golfo, que los observadores consideraron un anticipo de los puntos que el presidente trataría en Riad. Pero, pocas semanas antes de su viaje, el presidente ya ha anunciado públicamente su mensaje a los dirigentes saudíes: si esperaban un compromiso sobre el mantenimiento del orden norteamericano en el Golfo, que dura ya varias décadas, que se lo vuelvan a pensar. Obama ha hecho saber que se avecina un cambio y que es mejor que los saudíes se acostumbren a ello.
El presidente estadounidense realizó esos comentarios en una entrevista con el periodista Jeffrey Goldberg a principios de este mes. Sin embargo, lo que atrajo titulares fueron los comentarios de Obama sobre Israel. Teniendo en cuanta que se realizaron cuando el primer ministro israelí estaba de camino para reunirse con él en la Casa Blanca, los comentarios presidenciales fueronconsiderados una bofetada preventiva a los israelíes. Pero Israel no fue el único aliado que fue rebajado de categoría; los saudíes también se llevaron su parte.
“Creo que el cambio siempre da miedo”, dijo Obama, antes de proceder a explicar por qué los aliados árabes ya no podrán seguir contando con lo que antes daban por sentado. “Creo que había cierta comodidad con un Estados Unidos que estaba conforme con el orden y las alianzas existentes, y que era enemigo implacable de Irán”. El orden regional respaldado por los estadounidenses ha sido predicado por un bando favorable al statu quo encabezado por Estados Unidos que hizo frente a Estados revisionistas que trataron de socavarlo y de reemplazarlo. Desde la revolución de 1979, Irán ha sido y continúa siendo uno de los principales Estados revisionistas que se oponen al orden dirigido por Estados Unidos. Este paradigma es historia, dice ahora abiertamente Obama a los saudíes. Y deberían adaptarse al programa: “Lo que he he estado diciendo a nuestros socios en la región es: ‘Debemos responder y adaptarnos al cambio’”.
Parte del cambio está en cómo considera Obama a Irán, además de en cómo define las prioridades estadounidenses en la región. La Casa Blanca ha hecho saber que considera que el extremismo suní es el verdadero problema. Hace pocas semanas, los saudíes tomaron una serie de medidas conforme a las prioridades de Obama, y han adoptado una postura pública contraria al terrorismo. Puede que Riad espere que mostrándose como un aliado en el que se puede confiar y que comparte con la Casa Blanca sus preocupaciones primordiales hará que Estados Unidos obre a la recíproca.
Pero si los saudíes creen que Obama tiene algún interés en contrarrestar a los iraníes, es que no han pillado del todo el mensaje del presidente estadounidense. Para empezar, Obama dejó claro que considera que el mal comportamiento de Irán es manejable(mientras no tenga un arma nuclear). Ello se debe a que, según el presidente, a diferencia de los extremistas suníes, los iraníes son “estrategas, y no son impulsivos”. Los extremistas suníes no son participantes a nivel estatal. En cambio, los iraníes “tienen una visión del mundo, consideran sus intereses y responden en función de costes y beneficios”. En otras palabras, mientras que a los extremistas suníes debe combatírseles, hay que tratar con los gobernantes revolucionarios iraníes y se les debe incentivar para que se integren en la comunidad internacional, “aunque se tarde una década, 15 o 20 años”.
Así, tanto los supuestos moderados iraníes como sus extremistas reciben trato preferente de Obama. Los moderados son presentados como prueba de que, como dijo el líder estadounidense, “son capaces de cambiar”. Y el acuerdo que la Casa Blanca está negociando con los iraníes reforzará, según Obama,  “esas tendencias y esas voces en el seno de Irán”. Pero, al mismo tiempo, no debe haber ninguna postura de enfrentamiento con Irán ni ninguna presión, porque los denominados moderados de Teherán siguen teniendo que “responder ante sus propios radicales”, que resulta que son quienes mandan.
Hay que recordar, sin embargo, que en ninguno de los Estados suníes árabes hay una organización similar a la Fuerza Quds. Dicha Fuerza, dirigida por el segundo hombre más influyente de Irán, es un aparato formal del Estado al que se le ha encomendadocrear y apoyar movimientos militares y terroristas en el extranjero con el propósito explícito de ejercer influencia directa en otros países. Como dice Lee Smith, “el extremismo respaldado por Irán es un índice de la fuerza y coherencia de un sistema de gobierno que emplea el terrorismo para lograr sus intereses”.
Pero, lejos de contrarrestar de forma activa a la Fuerza Quds en la región, en la práctica Estados Unidos se ha asociado con sus agentes en el Líbano y en Irak. En otras palabras: los extremistas iraníes son considerados fuerzas de estabilización contra los extremistas suníes, los cuales, a diferencia de sus homólogos iraníes, son fuerzas del caos, no participantes estratégicos que responden a los incentivos. Es decir, tanto los supuestos moderados de Irán como sus extremistas  consiguen ser socios de Estados Unidos.
Por este motivo no resulta nada sorprendente que, cuando Israel señaló al cargamento de armas iraníes que interceptó hace unos días como recordatorio de la verdadera naturaleza del régimen, sólo se encontró con un indiferente silencio estadounidense. Ese episodio también debería hacer entender a Riad que, llegados a este  punto, nada de lo que haga Irán hará que la Casa Blanca reconsidere su cambio de política. Así, los saudíes recibirán de Obama una palmadita en la espalda por su política antiterrorista, y puede que incluso escuchen zalamerías acerca de ser socios contra el extremismo. Pero, respecto a Irán, el mensaje de Obama es alto y claro: se acabaron el viejo orden y las viejas alianzas. Adaptémonos al cambio.