viernes, 21 de marzo de 2014

En el siglo XXI, también “ves llorar la Biblia, junto a un calefón”

En el siglo XXI, también “ves llorar la Biblia, junto a un calefón” Destacado

“El que no llora, no mama y el que no afana es un gil”“El que no llora, no mama y el que no afana es un gil”
Divertida y variada semana hemos tenido en nuestra Kneset. Lugo de casi un año de constituida, y sin haber realizado nada muy concreto en este período, la comprobada astucia del renombrado dúo “Bibi-Avigdor” encadenaron una serie de proyectos de ley y obligaron a firmar a sus representantes en el Parlamento un compromiso de voto conjunto y simultaneo de tres proyectos de vital importancia para el futuro cercano del país. El aumento del límite mínimo de votantes para tener representantes en la Kneset, el enrolamiento al Servicio Militar Obligatorio para los alumnos jaridim y el tratamiento previo a cesión de territorios en un hipotético acuerdo de paz, eran los temas a tratar.
La actual legislación vigente indica que un partido político para tener representantes en la Kneset debe alcanzar un mínimo de un dos por ciento de los votos válidos en las elecciones generales. De tal forma, cualquier agrupación que llegue a esa cifra, estará representada en el recinto legislativo. Eso hace que ninguna agrupación pueda tener menos de dos miembros, o sea que no existen bloques con un solo representante.
Dentro del casi inentendible espectro electoral israelí, con más de 30 partidos políticos que se presentaron a las últimas elecciones, para un padrón de solo cinco millones de votantes, lograron representación doce agrupaciones políticas. De los con derecho a representación el último fue Kadima con solamente 75.000 sufragios. Eso indica una atomización máxima y dificulta la formación de un gobierno de pocos partidos. Esa creciente masa parlamentaria exige una coalición multipartidaria que genera docena y docena de ministerios y sub ministerios. Como el deseo es lograr que los futuros gobiernos tengan solamente, ¿solamente?, 18 ministros y cuatro vice ministros, como máximo, era necesario acotar la representación.
La propuesta ya era antigua, pero nunca se encontraba una solución. Se decidió fijarla en el 3.25 %, por lo cual en el futuro no habrá partidos con menos de cuatro representantes. La medida parece lógica y hasta poco exigente. En muchos países desarrollados del mundo, se ha establecido un mínimo de 5 %. Eso no pareció satisfacer a la oposición y estos se retiraron luego del debate, dejando solo a la mayoría que apruebe la ley. Hasta acá la noticia. La anécdota es que el cabeza de la oposición, el diputado Isaac Herzog, que en el año 2011 había proclamado públicamente (hay copias y grabaciones de sus discursos) que el piso electoral debía elevarse hasta el cuatro por ciento, ahora vota por la negativa cuando se fija en 3.25 aduciendo que es demasiado. Es una verdadera lástima que el reciente líder de Avodá demuestre tal incongruencia de posiciones cuando su partido forma parte del gobierno, que cuando es oposición. Que desgracia persigue al partido Laborista desde que Shimón Peres abandonó el mismo. Luego lo sucedió Amir Peretz, Ehud Barack, Shelly Yachimovich y ahora “Buji”. Un buen sistema democrático requiere de un partido mayoritario que gobierne y una oposición seria que sea alternativa de poder. El tradicional partido que nos regaló a Ben Gurión, Golda Meir e Isaac Rabin, entre muchos otros más, lamentablemente no reúne en tiempos modernos, esa alternativa.
El tratamiento posterior de la ley de la incorporación de los alumnos de las Yeshivot al Ejército, tampoco cubrió las expectativas. Se comienza a aplicar recién en el 2017 y a pesar que se estima que se obligará a prestar servicios sociales a los que no deseen, por sus creencias, ingresar a las fuerzas armadas, crea regímenes de privilegios ya que estarán obligados durante menos tiempo, podrán optar a que edad ingresar y gozarán de ventajas adicionales. Todos somos iguales ante la ley. Esta debe ser igual para todos los habitantes. Todos deben cumplir con sus deberes militares o su reemplazo en servicios a la comunidad por igual tiempo y a la misma edad. Todos, los no judíos también. Hay muchos servicios que presta el Estado y necesita mayor fuerza laboral. Una lástima que no se aprovechó la oportunidad. Con legisladores eclécticos, se generan gobiernos dubitativos.
El tratamiento previo de la Kneset como paso previo para firmar cualquier acuerdo o convenio con la Autoridad Palestina es un firme propósito que manejaban los parlamentarios de Israel Beiteinu, aliada al Likud, algunos diputados de este partido y los de La Casa Judía. Es un nuevo obstáculo para las tratativas y se ata de alguna manera la posición de Netanyahu. Los que desean salvaguardar a rajatablas la zona Este de Jerusalén y los Altos del Golán propiciaron la iniciativa y se vieron recompensados. La medida no sirve para nada. Nunca se va a firman nada si la Kneset no aprueba antes la medida. Por el contrario esto da a la Autoridad Palestina motivos para decir públicamente que Israel dificulta la Paz. Más brillante hubiese sido no decir nada y dejar que Abu Mazen siga adelante con su teoría que no acepta que Israel es el país para los judíos. Esa idea no la comparte ningún país civilizado del mundo. Pero pedir brillantez a algo obscuro, es muy difícil.
Lo ocurrido durante la semana nos hace pensar que la filosofía que dictó el sabio Enrique Santos Discépolo, “Discepolín”, han quedado corta. Terminó el siglo veinte, pero en el veintiuno continua el Cambalache. Ver luchar juntos por la misma causa a los representantes de Meretz y los Partidos Religiosos, de la mano a los de Kadima y los Partidos Árabes, a Ajmed Tibi con Itan Cabel o Meirav Mijaeli con el rabino Porat no difiere en mucho a la escena del baile final de Ocho y medio, la inolvidable cinta de Federico Fellini. Otra vez llora la Biblia junto al calefón, da lo mismo ser un burro que un gran profesor (perdón Profesor Braverman), “Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!...”
La nota agradable de la semana parlamentaria la puso la visita del Primer Ministro del Reino Unido,  David Cameron. En un discurso sin mucho protocolo y dejando en claro que la posición personal, de su gobierno y de todo el Reino Unido es seguir adelante con la teoría de dos Estados para dos Pueblos, manifestó que Israel debe desalojar los asentamientos en los territorios en disputa y que por lógica debe continuar como Estado Independiente y siendo la patria de todos los judíos. Para poner un dejo de mayor contenido, finalizó sus palabras diciendo en hebreo “Anajnu, beiajat, tamid” (nosotros juntos siempre) para que no quede duda de sus ideas.
La respuesta del Primer Ministro Netanyahu fue brillante y una pieza oratoria digna de elogio. Es sabido que para hablar, pocos son comparables con Bibi, pero esta vez se lució. Explicó brevemente la posición de Israel. La confirmó, y cuando la representante árabe, Janin Zoabi a los gritos y en forma desaforada y para llamar la atención, tanto como ella le gusta, terminó de vociferar, le dijo tranquilamente. “Estimada diputada, su interrupción y su forma de proceder solamente en Israel puede suceder, en ningún parlamento de los países que nos rodea Ud. podría decir lo que dijo libremente”, e imperturbable siguió con su alocución.
Como puede verse en Israel nadie puede aburrirse. No nos aburrimos en el siglo XX ni en el XXI, ni se aburrirán los judíos que vivan en Israel en el siglo XXII, ni en los sucesivos.
Cr. Víctor Vaisman