Cuento de Semana Santa. Debate entre el Papa y un Rabino.
de Marcelo Bater, el Viernes, 22 de abril de 2011 a las 20:12
Hace varias centurias, el Papa decretó que todos los judíos debían convertirse al Cristianismo o abandonar Italia. Esto produjo una fuerte reacción de parte de la comunidad judía, de modo que el Papa ofreció un acuerdo: tendría un debate con un líder de la comunidad judía y si él ganaba, podrían quedarse, pero si ganaba el Papa,deberían abandonar Italia.
Aceptaron los judíos y buscaron a un anciano y sabio Rabino para que los representara en el debate. Pero como el Rabino no sabía hablar italiano y el Papa no sabía hablar hebreo, acordaron que el debate fuera en silencio.
El día elegido para el Gran Debate, el Papa y el Rabino se sentaron uno frente al otro y durante un minuto ninguno se movió.
De pronto el Papa levantó su mano e hizo un giro con ella apuntando con tres dedos.
El Rabino miró hacia atrás, levantó su mano y apuntó con su dedo medio hacia el Cielo.
Luego el Papa giró su mano alrededor de la habitación.
Y el Rabino apuntó con su dedo hacia abajo.
El Papa sacó la Hostia y el vino.
El Rabino sacó la manzana.
El Papa entonces se levantó de su asiento y se declaró vencido: pueden quedarse en Italia. Más tarde los cardenales le preguntaron al Papa qué había pasado:
- Primero levanté tres dedos para representar la Trinidad. Y él entonces levantó un solo dedo para mostrar que creemos en un solo Dios, lo que es común para ambas religiones.
Luego yo levanté un dedo y giré mi mano para mostrar que Dios está alrededor de todos nosotros. Entonces él contestó apuntando hacia abajo con su dedo, diciendo que Dios estaba aquí con nosotros.
Luego tomé la Hostia y el vino para mostrar que Dios nos absuelve de todos los pecados. Entonces él sacó la manzana para recordarme el pecado original. Con ello me venció y no pude continuar.
Entretanto los miembros de la comunidad judía se reunieron a celebrar el buen resultado del debate y le preguntaron al Rabino qué había sucedido:
- Primero me dijo que teníamos tres días para abandonar Italia,así que le mostré el dedo mayor, mandándolo a la m...
Luego me dijo que el mundo iba a quedar limpio de judíos y le contesté:
'estás equivocado, Papa; nosotros nos quedamos aquí'.
- Y luego, ¿qué pasó?
- Y... ¿qué se yo? Él sacó su almuerzo y yo saqué el mío...
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