miércoles, 27 de abril de 2011
PUNTO DE VISTA: CUANDO LA FARSA SE CONVIERTE EN TRAGEDIA
y AMIEL UNGAR
04/16/2011 04:34
FUE KARL MARX QUIEN una vez opinó: “La Historia se repite primero como tragedia, segundo como farsa.” Si uno fuera a comparar "Tormenta del Desierto", la primera guerra del Golfo contra Saddam Hussein en 1991, con “Odisea Amanecer,” la actual intervención aliada paródica en Libia, Marx estaría medio en lo correcto: La intervención en Libia es una farsa, pero desde la perspectiva de Israel, algunos de los elementos trágicos también parecen ser recurrentes.
Muammar Gaddafi de Libia, no es Saddam Hussein. No empleó gas venenoso contra un país vecino y en contra de sus propios ciudadanos. No amenazó con cambiar el equilibrio del poder regional en la forma en que Saddam lo hizo cuando entró en Kuwait en agosto de 1990 con la idea de crear un imperio de petro-dolares que impulsaría sus ambiciones militares. La coalición dispuesta en su contra también fue más impresionante. Estados musulmanes desde Bangladesh a Marruecos enviaron fuerzas, como hicieron Siria y Egipto.
Hoy en día, todavía estamos esperando el primer papel de cameo árabe en Libia.
Tal vez los aviones qataríes equipados con satélites de Al Jazeera hagan una aparición. Entonces, a principios de la década de 1990, la respuesta de EEUU representaba una afirmación de liderazgo. En la actualidad, la administración Obama está haciendo todo lo posible por abdicar de cualquier rol de liderazgo y sólo el presidente francés Nicolas Sarkozy está enloqueciendo por el centro de atención.
Lo que no ha cambiado es que a Israel se le está pidiendo sufrir ahora y pagar después, para evitar la interrupción de la coalición.Cuando Saddam trató de insertar una cuña entre Israel y sus aliados árabes mediante el disparo de misiles Scud contra ciudades israelíes y los ciudadanos de Israel andabamos por ahí con equipos de máscaras de gas, se nos instruyó con firmeza de no tomar represalias.
La administración Bush envió al subsecretario de Estado Lawrence Eagleburger por la duración de Tormenta del Desierto para cuidar a los niños.
Entonces la mayoria de los israelíes, incluido el primer ministro Yitzhak Shamir, sentimos que apretando nuestros dientes y no tomando represalias, Israel iba a obtener algo a cambio ya que EEUU estaba quitando al estado que representaba la mayor amenaza para la seguridad israelí.
El único disidente fue el entonces Ministro de Defensa, Moshe Arens, quien afirmó que Israel como estado soberano no podía eludir su responsabilidad de tomar represalias contra un dictador que estaba aterrorizando a su población civil. Arens, de hablar calmado, fue una vez menospreciado por su rival dentro del Likud, David Levy, como "el profesor." Sin embargo, fue el profesor, en vez del ex duro, quien entendió que a veces ser hiper-analítico era inferior al enfoque reaganista de "una nación tiene que hacer lo que una nación tiene que hacer."
Los misiles lanzados en marzo desde la Gaza controlada por Hamas mantienen a los niños en edad escolar del sur de Israel en casa y avanzaron más allá de Ashdod a Yavne, con la siguiente parada presuntamente en la ciudad costera más poblada al sur de Tel Aviv, Rishon LeZion. A Israel le bastaron unos pocos ataques aéreos inconexos.
Su moderación fue recompensada cuando el presidente Barack Obama mismo de EEUU y no un lacayo de las ligas menores transmitió sus condolencias por los recientes ataques terroristas al Primer Ministro Benjamin Netanyahu y reafirmó el "inquebrantable" compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel.
El papel de Eagleburger fue interpretado por el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, quien puso en un día y medio en Israel, rezumante simpatía, mientras ajustaba las riendas.
Gates concordo en que ningún estado soberano puede tolerar que se disparen cohetes a su pueblo. Sin embargo, agregó que "no queremos hacer nada que permita a los extremistas u otros desviar la narrativa de la reforma que está continuando en prácticamente todos los países de la región." Israel nuevamente debe practicar restricción por la causa del cuadro mayor.
En el período posterior a Irak, Israel fue llamada por Bush padre a anticiparse sobre el proceso de paz. Pero al menos el podía afirmar haber provisto un colchón de seguridad. Ahora Libia parece ser el canto del cisne de la fuerza militar occidental, los misiles Grad y Qassam siguen volando, y el Sinaí se ha convertido en una autopista para su reposición y actualización. Sin embargo, paradójicamente, Gates considera la situación como una "oportunidad de tomar medidas audaces para avanzar hacia una solución de dos estados." Israel debe pagar con pasividad durante la crisis, y luego debe ayudar a apaciguar a los árabes por permitirse ser liberados.
Cuando Israel es disuadida no por sus enemigos sino por sus amigos de no tomar acciones de represalia, su único recurso es adoptar medidas de defensa civil.
Para Israel, la Guerra del Golfo significó habitaciones selladas y misiles Patriot que hicieron más daño que bien. Ahora nosotros tenemos que ser aplacados con el sistema Cúpula de Hierro y convertir los edificios escolares en reductos, lo que ha de ser seguido a nivel nacional, sin dudas, a través de shoppings fortificados, clínicas reforzadas y hospitales fortificados.
Un firme compromiso estadounidense con la seguridad de Israel y su ventaja militar cualitativa de nada sirven, si no se le permite emplear fuerza decisiva contra Gaza.Lo que es peor esta vez es que nos falta un Moshe Arens que pueda hacer retroceder esta pasividad o, a riesgo que a algunos lectores les dé una apoplejía, una Sarah Palin instando a Israel a dejar de pedir disculpas.
Amiel Ungar es columnista del diario Makor Rishon y del mensuario nacional religioso Nekuda.
Fuente: The Jerusalem Post- Este artículo fue traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba
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