Por Bruce Maddy-Weitzman
11/4/11
EL TSUNAMI DE PROTESTAS POPULARES, las cuales han saltado en cascada de aqui para alli a traves del Medio Oriente y Norte de Africa en los ultimos tres meses, parecio por un tiempo ser una fuerza irresistible, dando renovado significado a la nocion de una identidad arabe comun. Los presidentes de larga data tunecino y egipcio fueron rapida y dramaticamente derrocados y los activistas y simpatizantes intentaron alegremente adivinar quien seguia: Seria el Presidente de Yemen, cuya posicion en la cima de su fallido estado se volvio mas precaria? El rey de Bahrein, donde los manifestantes pro-democracia parecian ser lo suficientemente resistentes como para efectuar un cambio fundamental en las leyes del juego politico? O seria Muammar Gaddafi de Libia, quien experimento una perdida de control sobre mucho de su territorio asombrosamente rapida por parte de una oposicion armada rapidamente abultada? Mientras tanto, la mayoria de los otros regimenes arabes, desde Marruecos a Irak, de Argelia a Arabia Saudita y Kuwait, tendieron una combinacion de zanahorias y palos con la intencion de pacificar a sus inquietos publicos, aunque sin resultados tangibles. Las protestas incluso llegaron al Kurdistan iraqui y, brevemente, a Siria. Pero mientras las fuerzas sociales y politicas recientemente acreditadas en Tunez y Egipto caminaron a grandes pasos hacia las aguas inexploradas de la vida politica democratizadora, otros lideres batallados resistieron e incluso contraatacaron. A su vez, los liderazgos arabes ahora se encuentran enfrentando importantes opciones de politica exterior: a quien apoyar, a quien oponerse, y que pasos operativos, si es que alguno, deben ser tomados? Mucha de la atencion colectiva arabe ahora ha caido sobre la violenta confrontacion en Libia entre el regimen y la oposicion. Habiendo sido un blanco constante de los coletazos de Gaddafi durante años, Arabia Saudita y su compañero Consejo de Cooperacion de Estados del Golfo (GCC) tuvieron particular placer en su dificil situacion y estuvieron ansiosos por estar del lado de un levantamiento popular en vez de ser los objetivos de uno. El nuevo gobierno tunecino, airado con Gaddafi por su simpatia expresa hacia el depuesto presidente, se alineo plenamente con la oposicion libia. Argelia, por otra parte, parecio estar calladamente ayudando a Gaddafi, temiendo que el caos posterior a Gaddafi en Libia tanto como mas inspiracion para sus muchos grupos de protesta. Egipto, por su parte, puede haber enviado fuerzas especiales para hacer contacto con rebeldes libios en las areas adjuntas a la frontera egipcia.
Representando el consenso arabe general, la Liga Arabe, largamente empequeñecida como un organismo disfuncional e irrelevante, deslegitimizo al regimen de Gaddafi. Su apoyo a una zona de exclusion aerea aprobada por la ONU dio crucial legitimidad a la decision francesa-americana-britanica de intervenir militarmente, en concordancia con la resolucion del Consejo de Seguridad de la ONU. Similar respaldo habia sido dado en 1990 despues que Irak invadio Kuwait, pero esta vez la decision estuvo basada en un consenso amplio, no en una escasa mayoria. Para estar seguros, los paises arabes habian remolcado la linea de las sanciones internacionales contra Gaddafi en la decada de 1990, pero el posicionamiento oficial de la Liga con una insurgencia local contra un regimen arabe no tuvo precedentes, aun si la voluntad de participar en una operacion militar real estuvo ausente aparentemente. Al mismo tiempo, la centralidad del rol protagonico del Consejo de Cooperacion de los Estados del Golfo en construir un consenso contra Gaddafi, fue enfatizado por indicios que Qatar y los Emiratos Arabes Unidos tenian intenciones de enviar aviones de guerra para unirse a la coalicion occidental. Por contraste, a raiz de los operativos de bombardeo iniciales, el Secretario General de la Liga Arabe Amr Moussa luego dio marcha atras en cierto sentido. La seguridad colectiva fue tambien la contraseña en Bahrein, aunque en un contexto muy diferente. En este caso, el rey de Bahrein invito a 1000 soldados de la fuerza conjunta del Escudo del GCC, liderados por un contingente saudita, para reforzar su posicion frente al aumento de protestas por parte de los activistas de la democracia, principalmente chiitas, quienes fueron largamente excluidos de los principales centros de poder en Bahrein a pesar de ser una mayoria de la poblacion. La entrada de las fuerzas del GCC fue una primera, aunque una altamente controvertida, ya que la fuerza habia sido creada para tratar con amenazas externas, no internas. Casi inmediatamente despues, las fuerzas de seguridad de Bahrein reprimieron duro a los manifestantes, y las perspectivas de un fin negociado a las protestas disminuyo. Aun cuando los manifestantes bahreinies fueron firmes en insistir que el suyo era un movimiento no sectario exigiendo democracia real y una delegacion de los poderes del rey, las autoridades enmarcaron el tema mas en terminos sectarios, sugiriendo que Iran, que habia reclamado hace tiempo a Bahrein como propio, estaba buscando influenciar a los chiitas bahreinies. Ciertamente, Arabia Saudita estuvo convencida de una mano irani y, en cualquier caso, estaba profundamente preocupada porque el malestar chiita en Bahrein se filtrara a las areas pobladas de chiitas de las provincias orientales de Arabia Saudita. Si estas medidas duras estabilizarian o exacerbarian la situacion esta por verse. Ciertamente, ellos fueron contra el consejo de Washington, indicando el grado en el cual la influencia americana sobre sus aliados regionales se ha desvanecido. En cualquier caso, los acontecimientos en Bahrein proveyeron un importante recordatorio que la "Primavera Arabe" desarrollandose tenia consecuencias geopoliticas. No obstante la dura represion empleada contra sus propios manifestantes del Movimiento Verde, Iran estuvo encantado con el derrocamiento de Mubarak de Egipto y Ben Ali de Tunez, y con la nueva firmeza entre los chiitas de Bahrein. Teheran rapidamente probo las aguas egipcias enviando dos buques de guerra iranies a traves del Canal de Suez y hacia el Mediterraneo oriental, algo que no habia hecho desde la caida del Shah. Menos exitoso fue un gran cargamento de armas destinado a Gaza a traves de Alejandria, el cual fue interceptado en altamar por comandos israelies. Ambos casos de demostracion de poder sugirieron que Egipto no tendria el lujo de concentrarse exclusivamente en armar un sistema politico post-Mubarak.
El autor es Investigador Asociado Marcia Israel en el Centro Moshe Dayan para Estudios de Medio Oriente y Africanos, de la Universidad de Tel Aviv.
Fuente: The Jerusalem Report- Este articulo fue traducido por Luisa Kasvin especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba
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