domingo, 24 de abril de 2011

LA ALTRUISTA POLITICA EXTERIOR DE OBAMA

Por Caroline Glick
22/4/11

Aunque solo fuera por el interés de la higiene intelectual, sería refrescante si la administración Obama dejara de atribuir impetus morales a su política exterior.
Hoy en día, las fuerzas de EEUU están comprometidos en una guerra aumentando lentamente en nombre de al-Qaida que penetró a las fuerzas anti-régimen en Libia. Es difícil saber el significado del rol de al-Qaeda en las fuerzas de oposición, porque hasta la fecha, el auto-proclamado gobierno rebelde solo ha revelado a 10 de sus 31 miembros.
De hecho, según el New York Times, la oposición respaldada por la OTAN al dictador Muammar Gaddafi está tan desorganizada que puede incluso no estar de acuerdo en quien el comandante de sus fuerzas.
Y aún a pesar del hecho que la administración Obama no tiene clara noción de quien esta liderando la lucha contra Gaddafi o por qué se estan posicionando ellos, esta semana la Casa Blanca informó al Congreso que comenzará a financiar directamente a los rebeldes vinculados con al-Qaida, comenzando con $25 millones en material no letal.
Esta ayuda, como la zona de exclusión aérea de la OTAN evitando que Gaddafi use su fuerza aérea, y los instructores militares británicos que se han desplegado ahora en Libia para enseñar a los rebeldes a luchar, probablemente acabará sirviendo a un fin no mayor que la prolongación de la actual situación de estancamiento. Con la administración Obama no dispuesta a hacer cumplir la zona de exclusión aérea con aviones de combate de EEUU, no dispuesta a tomar medidas para derrocar a Gaddafi y no dispuesta a cultivar sucesores responsables y pro-occidentales de Gaddafi, el airado tirano probablemente permanecerá en el poder indefinidamente.
En sí mismo, el hecho que la guerra ya ha llegado a un estancamiento constituye un fracaso completo del objetivo declarado de la administración de proteger de la matanza a civiles libios inocentes.
No sólo las fuerzas del régimen y las fuerzas rebeldes estan matando a civiles a diario. Debido a la buena voluntad de ambas partes de utilizar a civiles como escudos humanos, incapaz de separar a los objetivos civiles de los objetivos militares, las fuerzas de la OTAN también están matando a su parte de civiles.
Al decidir en favor de la intervención militar en base a una doctrina legal transnacional nunca aceptada como ley por el Congreso de EEUU llamada "responsabilidad de proteger", el presidente Barack Obama fue influido por los informes y los argumentos de su alta asesora de seguridad nacional Samantha Power. En los últimos 15 años, Power se ha formado en una celebridad política dedicada cultivando una imagen pública de sí misma como una mujer movida por el deseo de prevenir el genocidio. En un perfil de Power en el último número del National Journal, Jacob Heilbrunn explica, "Power no es sólo una defensora de los derechos humanos.
Ella es una expresiva cruzada contra el genocidio..."
Heilbrunn escribe que la influencia de Power sobre Obama y su status de celebridad ha hecho de ella la líder de la nueva élite de política exterior de EEUU. "Esta élite", escribe, "está unida por la creencia compartida que la política exterior estadounidense debe ser transformads de manera fundamental a partir de una obsesión con los intereses nacionales en un programa más amplio que busque justicia para las mujeres y las minorías, y promueva la democracia cuando y donde se pueda - al punto de un misil crucero si es necesario."
Como la prolongada masacre en Libia y el esperado fracaso continuo de la misión de la OTAN dejan en claro, Power y su nueva élite de política exterior hasta ahora se han distinguido principalmente por su incompetencia.
Pero entonces, incluso si la misión de Libia fuera coronada con el éxito, no haría las pretensiones morales de la aventura de EEUU allí menos deshonestas. Y esto no es simplemente porque los rebeldes respaldados por la administración incluyen a combatientes de al-Qaida.
El hecho es que los argumentos morales utilizados para intervenir militarmente en nombre de la oposición de Gaddafi palidecen en comparación con los argumentos morales para intervenir en los múltiples conflictos en los que la administración Obama se niega a mover un dedo. Como mínimo, esto hace que la inconsistencia moral haga imposible para la administración Obama adoptar en forma creible el manto de actor moral en el escenario mundial.
Consideren la política del gobierno en Afganistán.
Durante la semana pasada, la Casa Blanca y el Departamento de Estado han reconocido que funcionarios del gobierno están llevando a cabo negociaciones con los talibanes.
La semana pasada, la Secretaria de Estado Hillary Clinton defendio la política de la administración. Durante un servicio religioso en memoria del fallecido embajador Richard Holbrooke, quien al momento de su muerte en diciembre pasado era la figura de la administración que más abiertamente abogaba por comprometer al mullah Omar y sus seguidores, Clinton dijo: "Aquellos que encuentran las negociaciones con los talibanes de mal gusto tienen una muy poderosa respuesta de Richard - La diplomacia sería fácil si sólo tuvieramos que hablar con nuestros amigos".
Por supuesto, los talibanes no son simplemente no amigos de Estados Unidos. Ellos son enemigos de todo impulso humano bueno y decente. EEUU fue a la guerra contra los talibanes en el 2001 porque la administración Bush los consideró acertadamente responsables por Osama bin Laden y su ejército de terror que los talibanes auspiciaban, albergaban y refugiaban en su territorio.
Pero los talibanes son enemigos de Estados Unidos no sólo porque son responsables de los atentados del 11/S en los EEUU. Ellos son el enemigo de EEUU debido a que son monstruos malvados.
Al parecer, la administración Obama supuestamente moral, en contra del genocidio, en favor de las mujeres, necesita que le recuerden por qué no es simplemente de mal gusto sino inmoral comprometerse con los talibanes. Así que aquí va.
Bajo el régimen talibán, las mujeres y las niñas de Afganistán fueron las más oprimidas, más aterrorizadas, el grupo en mayor peligro de extinción de personas en el mundo. A las mujeres y niñas se les negó todo derecho humano individual. Fueron efectivamente presas en sus casas, permitidas en las calles sólo cuando estaban totalmente cubiertas y escoltadas por un familiar varón.
A ellas se les negó el derecho a la educación, trabajo y cuidados médicos. Las mujeres que no cumplían en su totalidad con estas normas fueron golpeadas sin piedad, encarceladas, torturadas, y apedreada hasta la muerte.
El bárbaro tratamiento de los taliban a las mujeres y niñas probablemente no podría haber justificado su derrocamiento a manos del ejército norteamericano. Pero sin duda justificaba el rechazo de EEUU a considerar siquiera tratarlos como legítimos actores politicos en los 10 años desde que las fuerzas de la OTAN llegaron por primera vez a Afganistán. Y, sin embargo, los auto-proclamados abanderados de los oprimidos dentro de la administración están haciendo lo moralmente injustificable. Ellos están negociando, y así legitimando la tiranía sexual más diabólica conocida por el hombre. Obama, Clinton, Power y sus colegas ahora están avanzando descaradamente una política que aumenta la probabilidad que los talibanes asciendan nuevamente al poder y esclavicen a las mujeres y niñas de Afganistán una vez más.
Después está Siria. En actos de valentía impresionante, a pesar de la violencia masiva del régimen que ha matado a cerca de dos centenares de personas en tres semanas, los manifestantes contra el régimen en Siria no estan retrocediendo. En cambio, están constantemente aumentando sus protestas. Ellos han prometido que las manifestaciones tras las oraciones del viernes de esta semana empequeñecerán las protestas ya sin precedentes en todo el país que hemos visto hasta la fecha.
En medio de los pedidos por libertad de los manifestantes sirios a uno de los regímenes más represivos en el Medio Oriente, el gobierno de Obama se ha alineado con su asesino dictador Bashar Assad, refiriéndose a él como un "reformador".
Como Heibrunn destaca en su perfil de Power, ella y sus colegas encuentran las preocupaciones sobre los intereses nacionales norteamericanos provincianas en el mejor de los casos e inmorales en el peor. Su objetivo claro - y el de su jefe - ha sido el de separar la política exterior de EEUU atando los intereses de EEUU a organizaciones transnacionales como la ONU.
Teniendo en cuenta el desprecio de la administración por la política basada en intereses nacionales de EEUU, sería demasiado esperar que la Casa Blanca note que el régimen de Assad de Siria es uno de los partidarios más grandes del terrorismo en el mundo y que su caída sería un duro golpe para Irán, Venezuela, Hezbolá, Hamas, la Jihad Islámica y Al-Qaida y por lo tanto una gran ayuda para la seguridad nacional de EEUU.
La oposición siria presenta a gente como Obama y Power lo que debería ser un grave dilema moral. En primer lugar, ellos parecen encajar en la definición precisa de la clase de gente a la que los transnacionalistas tienen la responsabilidad de proteger.
Ellos están siendo abatidos a tiros por la docenas mientras marchan con ramas de olivo y exigen el cambio en el que pueden creer. Además. su plan para derrocar a Assad le implica subordinarlo a los transnacionalistas en la ONU.
Según un informe la semana pasada en el Washington Times, representantes de muchos grupos de oposición sirios con sede en Washington han pedido a la administración hacer tres cosas en apoyo de la oposición, todas las cuales están en consonancia con las propias preferencias de política exterior de la administración a menudo declaradas.
Ellos han pedido a la administración condenar las acciones asesinas del régimen frente a camaras de televisión. Ellos han pedido a la administración iniciar una investigación criminal de la respuesta de Assad a las manifestaciones en el Consejo de Derechos Humanos. Y ellos han pedido a la administración adoptar sanciones unilaterales contra algunos líderes sirios que han dado a las tropas órdenes de matar a los manifestantes.
La administración no ha respondido a la solicitud de actuar en contra de Assad en el Consejo de Derechos Humanos. Se ha negado a las otras dos peticiones de la oposición.
Estas respuestas no sorprenden a la luz de la más abyecta y constante negativa de la administración Obama a adoptar todas las medidas que podrían ayudar al grupo de oposición Movimiento Verde pro-democracia, pro-derechos de las mujeres y pro-occidental de Iran en su lucha de casi dos años para derrocar a la mullocracia proliferadora nuclear, patrocinante del terror, incitadora al genocidio y que robo las elecciones.
La contribución personal de Power a las asombrosas fallas morales de la política exterior de la administración es consistente con su conocida hostilidad hacia Israel. Esa hostilidad, la que involucra una inversión moral de la realidad de la guerra palestina contra Israel, fue más gráficamente expuesta en una entrevista de 2002. Entonces, en el clímax de la guerra de terror palestino contra Israel, cuando los terroristas palestinos de Hamás y Al Fatah por igual estaban llevando a cabo ataques diarios cuyo claro objetivo era la matanza de tantos civiles israelíes como fuera posible simplemente porque eran israelíes, Powell dijo en una entrevista filmada que ella apoyaba la implementación de una "gigantesca" fuerza militar de EEUU en Israel para proteger a los palestinos de Tzahal.
En intentos periódicos por convencer a crédulos escritores pro-Israel que en realidad ella no apoya invadir a Israel, Power ha afirmado que sus declaraciones pidiendo precisamente esa invasión y comentarios adicionales en los que culpó a los judíos americanos por el apoyo norteamericano a Israel hubo inexplicables lapsos de juicio.
Pero entonces ha habido tantos fallos en el juicio en su comportamiento y en las acciones de la administración a la que sirve, que es difícil ver dónde comienzan los lapsos y termina el juicio. Libia, Afganistán, Siria, Irán e Israel son sólo la punta del iceberg. En todas partes desde Honduras a Venezuela, desde Gran Bretaña hasta Rusia, desde Colombia a Cuba, del Japón a China, Egipto a Líbano, a Polonia y la República Checa y más allá, esas fallas en el juicio están conformando las políticas que colocan a EEUU constantemente del lado de los agresores contra sus víctimas.
En los días anteriores a Obama, cuando la política exterior de EEUU se suponía que debía servir a los intereses de EEUU, habría importado que esas políticas debilitaran a EEUU y sus aliados y dieran poder a sus enemigos. Pero ahora, en la era de la puramente altruista administración Obama, nada de eso importa.
Lo que importa es que la política exterior puramente altruista de Obama esta dando poder a tiranos genocidas, misóginos e intolerantes mundialmente.

Fuente: The Jerusalem Post- Este artículo fue traducido por Luisa Kasvin especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.