miércoles, 19 de febrero de 2014

El enfermo Oriente Medio


Al-Qaeda se hace con Faluya, Irak.Al-Qaeda se hace con Faluya, Irak.
La reciente caída de Faluya, Irak, en favor de un enérgico grupo afín a Al-Qaeda brinda un recordatorio inmisericorde de los recursos y las vidas norteamericanas dedicadas de 2004 a 2007 a controlar el municipio – todo ese esfuerzo realizado y nada que lo justifique. De igual forma, las partidas presupuestarias de cientos de miles de millones de dólares destinados a modernizar Afganistán no impidieron la puesta en libertad de 72 reclusos que habían atentado contra la vida de estadounidenses.
Estos dos ejemplos apuntan una conclusión más genérica: el desorden está tan arraigado en Oriente Próximo (excluyendo al notable Israel) que las fuerzas extranjeras no pueden atajarlo. He aquí un resumen rápido:
El agua se está agotando. Una presa que se está levantando en el cauce del Nilo Azul de Etiopía amenaza esencialmente con recortar el principal abastecimiento hídrico de Egipto en cantidades devastadoras durante años. Siria e Irak sufren crisis de abastecimiento porque los ríos Tigris y Éufrates se están secando. Cultivar la planta psicoestimulante qat absorbe una parte tan importante de los limitados recursos hídricos de Yemen que Sana'a podría ser la primera capital mundial abandonada a causa de la sequía. Los planes precipitados de cultivo de cereales en Arabia Saudíagotaron acuíferos.
Al otro extremo, la mal ejecutada Presa iraquí de Mosul podría derrumbarse, ahogando inmediatamente a medio millón de personas y dejando aisladas a muchas más sin comida ni electricidad. El saneamiento urbano brilla por su ausencia en Gaza. Muchos países sufren apagones, y sobre todo en mitad de rigores estivales que alcanzan rutinariamente los 50 grados.
La población también se está agotando. Tras digerir una alteración enorme de la distribución demográfica, la tasa de natalidad de la población se derrumba. Irán, por ejemplo, ha registrado la caída más acusada de la tasa de natalidad de entre todos los países de la serie histórica, pasando de 6,6 nacimientos por cada mujer en 1977 a 1,6 alumbramientos en 2012. Esto ha dado lugar a lo que un analista llama "un episodio de pánico apocalíptico" que alimentaría la hostilidad de Teherán.
Los malos centros escolares, los gobiernos represivos y las costumbres sociales desfasadas garantizan unas tasas pésimas de crecimiento económico. El hambre acosa a Egipto, Siria, Yemen yAfganistán.
Enormes reservas de gas y crudo han adulterado casi todas las facetas de la vida cotidiana. Monarquías de corte medieval en miniatura como Qatar pasan a convertirse en surrealistas potencias mundiales que participan en guerras en Libia o Siria, indiferentes a las vidas que destruyen, mientras un vasto estrato social inferior de obreros extranjeros oprimidos trabaja sin descanso al límite de sus posibilidades y una princesa destina a la compra de obras de arte el mayor presupuesto de la historia de la humanidad. Los privilegiados pueden entregarse a sus impulsos crueles, protegidos por influencias y dinero. El turismo sexual con destino en países pobres como la India florece.
Los conatos de democracia y participación política se marchitan, como en Egipto, o encumbran a fanáticos que disfrazan hábilmente sus propósitos, como en Turquía. Las iniciativas encaminadas a deponer a tiranos avarientos conducen a tiranos ideológicos todavía peores (como en Irán en 1979) o a la anarquía (como en Libia o Yemen). Comúnmente se insta a que ambas partes pierdan. El estado de derecho sigue siendo el fata morgana.
El islamismo, la ideología política actualmente más dinámica y amenazadora, es resumida a través de una morbosa intervención de Hamás dirigida a los israelíes: "Amamos la muerte más que vosotros la vida". La poligamia, el burka, la ablación femenina y los crímenes de honor hacen de las mujeres de Oriente Próximo las más oprimidas del mundo.
La vida en Oriente Próximo adolece de acusados prejuicios – oficialistas a menudo – apoyados en la religión, la secta, la etnia, la tribu, el color de la piel, la nacionalidad, el sexo, la orientación sexual, la edad, la ciudadanía, el trabajo o la discapacidad. La esclavitud sigue siendo una plaga.
Las teorías conspirativas, el fanatismo político, las rencillas, la represión, la anarquía y la agresión imperan en la política regional. Las modernas nociones del individuo siguen siendo endebles en sociedades en las que el parentesco primordial con la familia, la tribu o el clan acaba por imponerse.
Oriente Próximo experimenta un deseo perentorio de erradicar países enteros. Israel es la víctima potencial más conocida pero Kuwáit desapareció realmente durante medio año mientras el Líbano, Jordania o Bajréin podrían ser engullidos en cualquier momento.
Los países de Oriente Próximo destinan cantidades desproporcionadas de su riqueza a servicios de Inteligencia y al ejército, generando instancias redundantes que rivalizan entre sí. Se aventuran a salir al extranjero para comprar tanques, naves y aparatos. Destinan extraordinarios recursos a la compra de arsenales nucleares, químicos y biológicos y de los vectores que los transporten. Hasta grupos terroristas como Al-Qaeda traman adquirir arsenales no convencionales. Punteros métodos de terrorismo se desarrollan en Oriente Próximo.
El fracaso político y económico genera enormes poblaciones de refugiados; los afganos llevan desde la década de los 80 representando a la población refugiada más nutrida del mundo; los sirios amenazan hoy con superarlos, sembrando pobreza y caos en sus territorios de asilo. Almas desesperadas tratan de abandonar de golpe la región en favor de los países occidentales, falleciendo bastantes en el camino. Los que alcanzan su destino transportan los males de su región hasta países organizados como Suecia o Australia.
Los diplomáticos del siglo XIX bautizaron al Imperio Otomano "el Apestado de Europa". Hoy, nomino al conjunto de Oriente Próximo a Apestado del Mundo. Los odios, el fundamentalismo, la violencia y el despotismo de la región exigirán de muchas décadas para atajarse.
Si bien este proceso quizá tenga lugar, el mundo exterior queda advertido de no perder vidas o recursos en redimir Oriente Próximo – una quimera – sino destinarlos a protegerse de las surtidas amenazas que emanan de la región, desde el Síndrome por Coronavirus de Oriente Próximo (MERS) ylos harenes al terrorismo a gran escala y el no convencional.