martes, 4 de marzo de 2014

ACTUALIDAD

El compromiso sobre el Muro y los ‘judaizantes’

Fuente: Commentary-Traducido por El Med.io
Por Jonathan S. Tobin
28/2/14


Cuando Natan Sharansky, presidente de la Agencia Judía, propuso el año pasado la creación de un espacio plural de oración en el Muro Occidental de Jerusalén había motivos de sobra para el escepticismo y para suponer que el proyecto sería detenido antes de convertirse en realidad. Sin embargo, el Waqf musulmán, que controla el Monte del Templo, que se alza sobre el Muro, no ha intentado (al menos de momento) detener ninguna construcción en la zona, como temí que pudiera hacer. El grupo ortodoxo [judío] que actualmente administra la plaza del Muro Occidental también parece dispuesta a permitir que prosiga el plan de Sharansky de crear tres secciones separadas, porque éste les permite conservar el control sobre las dos secciones reservadas a hombres y mujeres, respectivamente. Eso, al menos en teoría, trasladaría a los judíos no ortodoxos que desean servicios igualitarios en el Muro a la sección del Arco de Robinson, actualmente no accesible desde la plaza principal.
Este hábil compromiso merece ponerse en práctica lo antes posible. Puede que a los israelíes no les importe demasiado el pluralismo religioso, pero el espectáculo que supone ver a mujeres que pretenden rezar al estilo de los judíos reformistas o conservadores siendo detenidas junto al Muro socava la idea de que éste pertenece a todo el pueblo judío y no sólo a los ortodoxos, y perjudica la imagen de Israel entre los judíos no ortodoxos de Norteamérica. Pero el anuncio de que la zona del Arco de Robinson, que quedará reservada para los igualitarios, será administrada por la Fundación Ciudad de David ha hecho que muchos se pregunten si el Gobierno israelí se está apartando del compromiso del primer ministro Netanyahu de apoyar la visión pluralista de Sharansky. La Fundación ha gestionado el parque arqueológico Ciudad de David, situado fuera de las murallas de la Ciudad Vieja. Se identifica con la causa nacionalista/pro-colonos y se supone, no sin fundamento, que apoya a los ortodoxos en los debates relativos al pluralismo.
Esta medida va en contra del plan de Sharansky, que pretendía que el lugar igualitario de oración en el Muro estuviera controlado por un consejo pluralista. Así las cosas, la implicación de la Fundación Ciudad de David siembra dudas respecto al futuro del plan para cambiar la plaza del Muro. Si esos temores se confirman, el Gobierno israelí debería revocar el control de la zona por parte de la Fundación. Pero las críticas a la medida no se han limitado a expresar preocupación por el pluralismo. La activista de izquierdas Emily Hauser escribía ayer en Forward no sólo para criticar la decisión respecto al Muro, sino para acusar a la Fundación de judaizantes a los que no debería permitirse ni siquiera acercarse a ninguno de los lugares sagrados de Jerusalén. Pero, si bien los partidarios del pluralismo han podido considerar que el artículo confirma sus preocupaciones, deberían tener cuidado de no mezclar la polémica en torno al Muro con los planes de Hauser para dividir Jerusalén. Aunque los izquierdistas pueden desconfiar de los motivos de la Fundación para rescatar antiguos enclaves judíos de Jerusalén Oriental, deben recordar que eso de judaizar la ancestral capital de Israel no existe.
Muchos israelíes se oponen a los intentos de crear espacios en Jerusalén donde los judíos puedan vivir en lo que actualmente son barrios predominantemente árabes. Pero tratar la zona de Silwan que el grupo rescató del abandono y convirtió en un parque arqueológico que permite a los visitantes contemplar los restos de la Jerusalén del rey David como un “asentamiento ilegal” resulta indignante. Una cosa es apoyar la solución de los dos Estados, e incluso imaginar que partes de Jerusalén formarán parte de un supuesto Estado palestino. Pero cuando los judíos emplean el término “judaizantes” para denigrar a quienes honran la historia judía de la ciudad, están adoptando el lenguaje del antisionismo, no el de la paz.
Debería recordarse que todo Israel es producto de unos esfuerzos similares para recuperar la historia de la patria ancestral del pueblo judío, borrada u olvidada durante siglos de dominio extranjero. Por eso el nacionalismo palestino siempre ha tratado de negar la historia judía, sobre todo en Jerusalén. Resulta inquietante que algunos, en la izquierda, hayan permanecido callados respecto al increíble vandalismo cometido por el Waqf con algunas piezas arqueológicas, mientras critican los esfuerzos realizados por quienes han luchado por preservar y proteger el ancestral legado judío de la ciudad.
Vale la pena luchar por el plan de Sharansky para el Muro Occidental, y si la Fundación Ciudad de David es un obstáculo para esa iniciativa, no debería permitírsele administrar el Arco de Robinson, pero su labor en la Ciudad de David merece elogios, no críticas. Independientemente de lo que opinen los judíos norteamericanos sobre el proceso de paz, deberían evitar confundir sus justificadas preocupaciones por el pluralismo y por el Muro con discusiones sobre dividir la capital israelí. Jerusalén es unaciudad tanto de judíos como de árabes, pero su historia ancestral es una prueba que demuestra la existencia de unos vínculos con el judaísmo que están hondamente asentados en su historia y en los corazones de los judíos de todo el mundo.