lunes, 4 de abril de 2011
Israel se encamina a ser una sociedad ortodoxa y nacionalista
Jerusalén. Israel experimenta en los últimos años un rápido cambio demográfico que lo condenará a la pobreza y amenaza su existencia como sociedad occidental y democrática, según lo revela un estudio de la Universidad de Haifa.
“Israel está camino a convertirse en un Estado religioso, lo que amenaza su propia existencia”, afirma el estudio realizado por el investigador Amnon Soffer, uno de los principales demógrafos de Israel y jefe de la cátedra de Geoestrategia de esa universidad. En un informe titulado “Israel 2010-2030: camino de un Estado religioso”, Soffer analiza la evolución de los distintos grupos que conviven en el país y llega a la conclusión de que en 2030 la población ultraortodoxa y la llamada sionista-religiosa serán mayoría.
En Israel viven 7,2 millones de habitantes, de los que 5,6 millones son judíos, 1,2 millón árabes de origen palestino, y el resto pertenece a las minorías drusa, circasiana y grupos no definidos.
Soffer, quien en el pasado ha analizado en profundidad la evolución de la minoría árabe frente a la mayoría judía, pone ahora especial énfasis en esta última y describe las consecuencias que tendrán los cambios demográficos. “En 2030 los ultraortodoxos serán más de un millón de habitantes”, prevé al alertar que su ritmo de crecimiento natural de entre seis y siete por ciento pone contra las cuerdas a toda la sociedad porque representará “una mayor carga para las instituciones de gobierno” de las que viven.
La comunidad ortodoxa no suele trabajar porque considera que debe dedicar su tiempo al estudio de la Torá y debido a intereses políticos que datan de la fundación del Estado de Israel en 1948, las arcas públicas la remuneran con todo tipo de pensiones, ayudas sociales, exenciones fiscales y beneficios por número de hijos.
“Las diferencias en el aporte de cada grupo a la fuerza laboral no sólo va creando una dependencia absoluta de los mantenidos en los que mantienen (los seculares), sino una creciente desigualdad, insatisfacción, resentimiento y sensación de asfixia entre los que pagan los impuestos”, advierte.
Al impacto en la productividad, se suma una reorientación ideológica a nivel nacional. Gran parte de este grupo es de inclinación nacionalista, situación que se ve potenciada por el mayor crecimiento entre los sionistas-religiosos, punta de lanza de la ideología del Gran Israel y la colonización de territorios palestinos ocupados.
Por su forma de vida y creencias “ambos grupos traen muchos hijos al mundo y seguirán trayéndolos”, prevé el investigador y pone de ejemplo el caso de Jerusalén, donde la inmensa mayoría de los niños en edad preescolar son ultraortodoxos.
“Este año alrededor del 40 por ciento de los niños nacidos en todo Israel serán ultraortodoxos y si a ellos les añadimos los que son sionistas-religiosos (un porcentaje similar), el resultado es que los laicos están desapareciendo”.
Soffer, quien se declara laico, evita calificar la situación como “buena o mala” y dice “describir la realidad y su impacto futuro” para el país “sin ningún tipo de valoración moral”.
Pero estudios de este investigador en los últimos años se tradujeron en políticas de Estado: entre ellos, la recomendación que hizo al ex primer ministro Ariel Sharon de “separar” a Israel de Cisjordania porque la población palestina en el territorio al oeste del río Jordán se equiparó a la judía. Con ese fin, y con la agravante situación de los atentados suicidas de aquellos años, Sharon ordenó en 2002 levantar el polémico muro de Cisjordania.
Sus recomendaciones fueron asumidas también por el ex premier Ehud Olmert para negociar en 2007-2008 la creación de un Estado palestino y luego fue la sucesora de ambos titular del partido Kadima, Tzipi Livni, la que dijo haberse “sorprendido” de sus previsiones.
Consciente de que con el fenómeno de la “ortodoxización” no hay soluciones mágicas ni rápidas, Soffer propone la educación como apuesta de futuro, y como garantía de que “la población laica no huya del país” dentro de dos décadas.
“La pregunta es si mis nietos vivirán aquí dentro de 20 años. Si se van, el capítulo sionista de nuestra historia habrá llegado a su fin”, sentencia. Y propone como única receta un proceso político y educativo que conduzca a la occidentalización y democratización de las juventudes ortodoxas y religiosas.La voz del interior
El investigador Amnon Soffer cree que en 2030 la población ultraortodoxa y la sionistareligiosa serán mayoría. Piensa que este fenómeno condenará al Estado judío a la pobreza.
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