jueves, 2 de febrero de 2012

16/01/2012 Bitajón en Israel, más allá de la leyenda De los “llaneros solitarios “ al business de la seguridad

6/01/2012
Bitajón en Israel, más allá de la leyenda
De los “llaneros solitarios “ al business de la seguridad
Por: Afro Remenik

El mito sionista se alza sobre la base de la figura del hombre-bitajón (hombre de seguridad). Un mito que nos habla de un grupo de nuevos superhéroes hebreos, que montados en sus caballos blancos y con un rifle en sus espaldas cuidaban a los primeros asentamientos judíos de los robos y asaltos árabes que ocurrían con frecuencia en el naciente Ishuv. Pero a lo largo de todo un siglo, esta imagen de la seguridad como símbolo ha devenido en realidades menos románticas y muy lejanas de aquella epopeya.

Los relatos de estos primero “shomrim” (guardianes) cautivó el imaginario judío tanto en el interior del Ishuv -tal como se denominaba al establecimiento judío en Palestina- como en la amplia diáspora. Según se contaba estos “guardianes” constituían la primera semilla del nuevo hombre hebreo – el “sabra” – quienes contrariamente al judío diaspórico, se abocaban a la acción y no a la lectura y reflexión, estaban dispuesto a defender lo suyo, despreciaban los buenos modales burgueses y la cobardía religiosa. Las historias que se propagaban hablaban de un mundo parecido al Lejano Oeste en que los “shomrim” cumplían la función de rebeldes “sheriffs” alejados de la ley, pero cercanos a la justicia y a la autodefensa. Estos “llaneros solitarios” del oriente eran los encargados de mantener el orden en un mundo fronterizo (frontera entre la civilización y la barbarie), como lo era la nueva palestina que nacía, y para eso se necesitaban verdaderos ídolos, profundamente éticos, pero no por eso menos fuertes y valientes.

En base a este mito, que comienza a formarse con el nacimiento del Siglo XX, es que nacen los movimientos juveniles sionistas y se desarrolla la tercera Alia, ola migratoria a Palestina entre los años 1919-1923, de carácter más bien ideológico.
Sin embargo, la realidad de estos primeros “bitajón” era bastante distinta a la leyenda imperante. Los “shomrim” no siempre fueron bien considerados en el Ishuv, donde eran vistos como un mal necesario. La relación ambivalente hacia los cuidadores estaba marcada por el peligro que podía suponer para la población judía y para las instituciones centrales la existencia de un grupo armado independiente, arrogante y belicoso. De hecho, uno de los personajes más relevantes y líder de la naciente organización de “shomrim” era Alexander Zaid, del cual los líderes judíos desconfiaban por su cercanía a las tribus beduinas del Valle de Jezreel. En definitiva, fueron los propios beduinos los que asesinaron a Zaid en 1942, y sólo en ese momento Zaid pasó a ser tan admirado dentro de la población judía como lo había sido entre los beduinos.

En sus primeros años los Guardines estaban reunidos exclusivamente en la organización clandestina “Bar Guiora”. A pesar de los mitos existentes sobre esta organización, en la práctica Bar Guiora no era muy distinta a cualquier empresa de seguridad actual: los miembros de Bar Guiora estaban sujetos a un contrato de trabajo, recibían un sueldo y muchos de su personal optaban por trabajar ahí por no poseer otro empleo.
Estas características se reforzaron cuando Bar Guiora dejó la clandestinidad y pasó a ser una empresa legal llamada “HaShomer”. HaShomer funcionaba como una empresa contratista que empleaba cuidadores y firmaba contratos con los distintos asentamientos hebreos para resguardarlos. Debido a la falta de mano de obra (por los sueldos bajos que HaShomer pagaba a sus empleados) en muchas ocasiones se debieron suspender los contratos de la empresa con los distintos asentamientos.
Esta situación comenzó a cambiar cuando a mediados de la década del ’10 se sumaron árabes y circasianos a los trabajos de seguridad. En un comienzo se empleaban las “guardias mixtas” de un judío con un árabe; sin embargo con el tiempo los árabes comenzaron a monopolizar el trabajo en el gremio de “bitajón” en el Ishuv judío. En 1933 se formó la empresa privada “Agudat Hashomrim” y en 1937 “Jevra Hashmira” que centralizó sus servicio en la ciudad de Tel Aviv. Ambas empresas continuaron su funcionamiento después de la creación del Estado de Israel en 1948 hasta el día de hoy protegiendo oficinas estatales, empresas privadas y a partir de 1967 algunos de los asentamientos en los territorios ocupados.

La segunda época dorada
Como consecuencia de la ola de atentados que inundó Israel a partir de la década de los ’90, las empresas de seguridad vivieron una segunda época dorada en cuanto a sus ingresos. Esta tendencia se reforzó a partir de la “ley de ordenanza de la seguridad de 1998” que obligaba a todo local público (como tiendas, restoranes, estaciones de buses, etc.) a tener Bitajón propio y además le daba amplísimas atribuciones a estas empresas, como otorgar Permisos para Portar Armas, encargarse de la seguridad pública, entre otras.

La “ley de ordenanza de la seguridad de 1998” era una repetición del modelo “Lejano Oeste” de Oriente existente un siglo antes. De hecho, se hablaba que la nueva frontera de Israel se encontraba en cada tienda y cada restorán donde había un hombre-bitajón. Pero como hemos visto, este modelo sólo se encontraba en el imaginario colectivo y tenía poco asidero en la realidad.

Como en el pasado, las ganancias de las compañías de seguridad, y no el bien público, eran el principal motor del rubro. De hecho, en este período de crisis las utilidades de las empresas de Bitajón se vieron acrecentadas con los bajos sueldos que pagaban a sus asalariados. Sin embargo, a diferencia de a comienzos de siglo XX, esta vez no les faltaba mano de obra para respetar los cuantiosos contratos a cambio de seguridad. El pago de salarios mínimos a personas que arriesgaban sus vidas en una época de atentados era posible por los altos índices de desocupación que reinaban en Israel en esos días, por la llegada al país de un millón de inmigrantes de la ex –URSS sin idioma hebreo y sin las convalidaciones de títulos universitarios necesarios, por la falta de regulación estatal sobre este sector y por la auto -eximición que el Estado se hacía de toda responsabilidad sobre la protección de estos asalariados (ideología neo –liberal).

Entre 1999 y 2003 el número de empleados de Bitajón subió un 80% de 34.600 a 62.500 personas, lo que representa cerca del 2% del total de los asalariados en Israel. Todos estos números son difíciles de calcular, ya que para el Instituto Nacional de Estadísticas, Bitajón se encuentra en el misma rúbrica que Limpieza (y no en la misma rúbrica que investigadores privados, policías o soldados). Así de bajo ha llegado el estatus de los hombres-bitajón en Israel, que de mito fundador del Estado han pasado a ser considerados al mismo nivel que los empleados del aseo…

La mayoría de los hombres-bitajón en Israel ven a este trabajo como algo temporal: un alto porcentaje se trata de jóvenes recién liberados del ejercito (30,5%), otro alto porcentaje de ellos se trata de personas que perdieron sus trabajos y duran menos de 10 meses como guardias ya que regresan a sus profesiones originales (28,6%), y otro a estudiantes universitarios que cuidan edificios en la noche y usan esas horas para estudiar (20,4%). Sólo el 11,6% de los empleados en seguridad lo ven como su profesión primaria.

Debido a una serie de reclamos sobre los excesos cometidos por las compañías de seguridad con sus empleados, y de éstos con el público general, es que en el año 2005 se aprobó una nueva “ley de seguridad pública” que comenzó a reglamentar y supervisar a las empresas de Bitajón, devolviendo el monopolio sobre los Permisos de Portar Armas al Estado, obligándolas a dar cursos de “relaciones personales”, “derechos y deberes” y autodefensa a los hombres-bitajón, y exigiendo exámenes psicológicos a todas las personas ocupadas en el tema. También a partir de este momento comenzaron a reglamentarse mejoras en las condiciones sociales de estos asalariados, otorgándoles fondos de pensiones, días de vacaciones, aumentos salariales, etc.
La aprobación de esta ley coincidió con el inicio de una relativa calma en el país. La situación de seguridad se reevalúa constantemente en Israel, lo que ha determinado que la cantidad de hombres-bitajón disminuya drásticamente en unos 15.000 desde el 2005 hasta la fecha, y este número sigue bajando día a día.

Los viejos mitos sobre seguridad y las ganancias económicas que la mantención de mitos implican, retrasan la concreción de los cambios que la nueva situación de calma exige. Sin embargo, la dinámica económica, social y legal israelí presionan fuertemente para que el Bitajón vuelva a sus parámetros normales y permita a la sociedad desarrollarse más libremente, sin las trabas a las que la seguridad nos somete.

Fuentes:
Centro de Información y estudio de la knesset, “Estudio sobre las características ocupacionales de los hombres-bitajón”
Organización Nacional de Hombres-Bitajón, “Acuerdo gremial de la rama seguridad NUEVA SION

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