lunes, 10 de noviembre de 2014





La Hijra: El caballo de Troya islámico de la inmigración




En un libro apasionante, de rabiosa actualidad, “El Caballo de Troya de los tiempos modernos: la doctrina islámica de la inmigración”, sus autores Sam Solomon (un profesor de derecho musulmán, convertido al cristianismo) y Elias Al Maqdisi (un experto de la enseñanza islámica) explican la migración de los musulmanes hacia Dar-al-Harb (el “territorio de la guerra”) como la aplicación de un decreto religioso salido de la doctrina islámica.
Describen, etapa por etapa, ese proceso de conquista basado en una estrategia que tiene 14 siglos de existencia. Se trata de una estrategia transitoria, que definen como la etapa más importante para la propagación del islam y la preparación a la yihad. Su tratado sobre la Hijra (o Hégira) explica claramente que la migración, junto con la conquista militar, son los dos polos de la expansión islámica.
La Hijra significa la ruptura de las relaciones, el abandono de la tribu o la migración, y se refiere a la partida de Mahoma y de sus compañeros de la Meca, el 16 de julio del año 622, hacia el oasis de Yathrib (posteriormente rebautizado Medina). El califa Omar I proclamó el inicio de la era musulmana (AH anno hegirae), a partir del primer día del año lunar en el cual se produjo la hégira o la migración de Mahoma hacia Yathrib.
La Hijra no tiene nada de romántico. Es una inmigración concebida para dominar a las sociedades no musulmanas y preparar la vía a su total sumisión. La inmigración musulmana no debe ser confundida con la llegada de inmigrantes de diferentes culturas en busca de una vida mejor y dispuestos a hacer participar a los países de acogida de sus talentos y de su fuerza de trabajo. Se trata de una inmigración al servicio del imperialismo árabe. Propugna la segregación étnica para obtener privilegios y un estatus especial en los países de acogida.
En su libro, Solomon y Al Maqdisi pasan revista a las diferentes fases de la Hijra y su base jurídica o legal, inscrita en la doctrina islámica. Bajo la tapadera de la taqiyya o el engaño, la metodología del proceso de migración es concebida, etapa tras etapa, con el fin de someter, después dominar a la cultura anfitriona, y por fin instaurar la sharia.
La fase inicial de la islamización consiste en hacer aceptar actividades propias del islam, a establecer su presencia física y visible, como por ejemplo las llamadas públicas a la oración, la creación de lugares de culto, escuelas musulmanas, bibliotecas, centros de estudios coránicos y para la enseñanza de la lengua árabe, etc…
Todas esas actividades parecen corresponder a exigencias razonables y respetables, y para establecer la infraestructura necesaria al mantenimiento de la fe. En esta etapa de la Hijra, se les permite a los musulmanes comprometerse en actividades consideradas como “haram” (o sea prohibidas por regla general) o de llevar a cabo actos prohibidos, eso con la finalidad de establecer y de reforzar el poder de la umma (comunidad musulmana). Las reglas coránicas que prohíben mantener relaciones amistosas con los infieles son temporalmente suspendidas. Durante ese tiempo, los instrumentos de la futura islamización son sistemáticamente puestos en marcha. En la fase inicial, la Hijra engaña la vigilancia de los occidentales y estos se muestran ingenuamente dispuestos a creer que la inmigración musulmana es esencialmente debida a motivos económicos, una especie de peregrinación hacia una vida mejor.
Solomon y Maqdisi describen la estrategia islámica, que empieza con el establecimiento de amplias comunidades musulmanas. La mezquita se convierte en el centro del poder, en el corazón de todas las actividades de la comunidad y en una base estratégica. Explican como, en el transcurso de esa fase embrionaria, una de las prioridades es la acogida de nuevos inmigrantes, para acrecentar y reforzar el poder de la comunidad ya existente. Los líderes de la comunidad les ofrecerán la asistencia necesaria y les aconsejarán en la elección de escuelas y vivienda, del mercado laboral y demás servicios, de manera a atraerse el agradecimiento de los recién llegados e insertarlos en la comunidad musulmana local. Como agentes de las mezquitas, siempre en alerta y a la búsqueda de nuevos inmigrantes y de potenciales conversos, se implican en formas sutiles de adoctrinamiento y de vigilancia de los musulmanes.
La primera etapa relativa al establecimiento de una mezquita, como el centro de la vida comunitaria islámica local, es erróneamente considerada por los no musulmanes como la construcción benigna de un simple lugar de oración, como una iglesia. Su verdadera función es en realidad la de desanimar la integración de los musulmanes en la sociedad de acogida.
Una vez que la comunidad está bien consolidada, entonces empieza la lucha para obtener un estatus especial, seguida por la exigencia de la aplicación de lasharia. Así como lo dicta el Corán y la sunna, la segregación con los no musulmanes es la consecuencia lógica de la progresión de la inmigración de conquista.
Con el paso del tiempo, el código vestimentario se trasforma: se pasa al hiyab, en principio reservado a los enclaves musulmanes, al niqab, que cubre enteramente el cuerpo de la mujer, en la esfera pública. Después se llega pronto a la exigencia de la abolición de la convivencia y la separación de los musulmanes y los no musulmanes.
Poco a poco, las poblaciones autóctonas se acostumbran a la visibilidad del islamy a las medidas segregacionistas e intolerantes, que son finalmente aceptadas: demandas de separación en los lugares públicos, los lugares de trabajo, escuelas, universidades, comidas halal en las cantinas escolares, finanza islámica dentro del respeto de la sharia, fiestas musulmanas incluidas en el calendario oficial… Todas esas exigencias contribuyen a fortalecer a la comunidad musulmana y a darle un estatus especial, que la convierte en una comunidad separada y diferente.
Esas demandas son, en un primer tiempo, presentadas como unos acomodamientos benignos para responder a las exigencias religiosas de los musulmanes piadosos, y cualquier tentativa de suprimirlas serán denunciadas como una discriminación religiosa. La idea es acostumbrar a la sociedad anfitriona a aceptar las costumbres, los códigos vestimentarios, los edificios musulmanes… En esa etapa los representantes de las comunidades musulmanas cooperan con el gobierno del país de acogida para implantar esos cambios. Los nuevos inmigrantes son animados a que sean ciudadanos, a votar, a presentarse como candidatos para acrecentar la influencia de la umma.
En su libro, Solomon y Al Maqdisi subrayan el hecho de que la identidad musulmana se reafirma a medida que los musulmanes ganan poder, gracias a su peso demográfico y al refuerzo de sus infraestructuras: las mezquitas, las escuelas coránicas, los clubes, las organizaciones y los medios de prensa islámicos se multiplican, la doctrina de la taquiyya (o de la mentira y la disimulación) se implanta fuertemente.
En cuanto la comunidad musulmana está bien instalada, comienza a tener una influencia importante en el terreno político y somete a los políticos a presiones para autorizar la instalación de tribunales conformes a la sharia a cambio del voto de los musulmanes. Este fenómeno, que se aparenta a un chantaje, se está desarrollando claramente en Gran Bretaña, donde dos sistemas paralelos de jurisprudencia coexisten.
A medida que aumenta la inmigración se asiste a la aparición de enclaves o zonas reservadas a los musulmanes, de las cuales los autóctonos son progresivamente expulsados mediante todo tipo de presiones e intimidaciones. En esas zonas la presencia de no musulmanes está prohibida y todo infiel que tuviera la imprudencia de penetrar estaría expuesto a ser físicamente atacado. Estas zonas fuera de la ley, donde la Policía, los bomberos, las ambulancias no son bienvenidos, proliferan en toda Europa. En cambio, los musulmanes y sus organizaciones pueden circular e instalarse libremente en todo el país, sin ninguna restricción. Se da entonces el absurdo de que los extranjeros musulmanes tienen un derecho de libre circulación que los propios autóctonos tienen limitado en sus propios países.
Como nos lo exponen Solomon y Al Maqdisi, la doctrina de la Hijra debe ser entendida como una estrategia política global, destinada a minar la cultura y los valores de los países no musulmanes y reemplazarlos por los valores del islam y la sharia. Es una inmigración insidiosa que tiene por objetivo la transformación de los comportamientos, las costumbres y las leyes de las sociedades de acogida en vista de establecer en ellos un Estado islámico.
Actualmente ya se puede constatar la islamización en distintos grados de las sociedades occidentales. Irónicamente es la apertura de nuestras democracias y el otorgamiento a los inmigrantes de nuestros derechos constitucionales a la libertad de expresión, de religión y de asamblea lo que facilita la marcha hacia la desaparición de nuestros valores y nuestros modos de vida.
El libro de Solomon y al Maqdisi es una alarma para una evaluación prudente de lo que parece ser en principio una práctica religiosa inocente, pero cuyo objetivo es transformar nuestras sociedades para siempre.
Si la inmigración musulmana constituye un peligro mortal para nuestras poblaciones, los verdaderos responsables de esta política de sustitución de los pueblos europeos por gentes llegadas de otras partes son la ONU y la UE. El plan para poner a la población autóctona europea cristiana en situación de minoría ha sido decidida en Nueva York (ONU) y en Bruselas (UE).
Las élites de la ONU han elaborado la planificación de la inmigración hacia Europa y otros países desarrollados, supuestamente con la intención de resolver los problemas relacionados con la débil natalidad europea, al mismo tiempo que alivian el Tercer Mundo, enfrentado con la explosión demográfica de sus poblaciones.
Sin embargo, la desaparición programada de los europeos por la ONU y la UE, mediante una demencial política de trasvase de población, está fuertemente relacionada y apoyada por la oligarquía de las multinacionales, los lobbiespetroleros, mineros, agroalimentarios, etc, motivados todos ellos por sus particulares intereses financieros, sin importarles si esto conlleva la muerte de Europa y de la civilización occidental.
Si la invasión musulmana de Europa sigue al ritmo actual, de aquí a algunas décadas los cementerios serán los únicos lugares en donde los europeos cristianos serán mayoritarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.