Francesc - Marc Álvaro
25/3/11
Abdenur Prado, presidente de la Junta Islámica Catalana (JIC), ha escrito un artículo en webislam.com (ahora retirado de esa página) en el que, entre otras cosas, afirma que “cada bomba que cae sobre Libia y mata a civiles inocentes, con la ayuda española, es ya una reedición del 11-M”. Este representante de una parte de musulmanes catalanes critica a Obama, Sarkozy, Cameron y Zapatero por la intervención armada contra Gadafi bajo mandato de la ONU y añade que estos líderes son “todos la misma mano, la misma voz segura, el mismo mar de sangre, la misma marioneta”. En un momento de inspiración, remata así su comentario: “Tendrán su 11-M. Dios no lo quiera. Dios no lo quiera. Dios no lo quiera”. Intuyendo que su glosa sería polémica, el presidente de la JIC incluye una curiosa nota aclaratoria que, para mí, resulta todavía más inquietante que el resto: “En este texto, el 11-M es utilizado como metáfora de lo más terrible para los españoles actuales: la masacre de civiles inocentes. Cuando se dice que determinadas personas ‘tendrán su 11-M, Dios no lo quiera’, esto no quiere decir que se esté expresando el temor de que vaya a haber un nuevo atentado terrorista en España (de hecho, no creo que el 11-M fuese un atentado ‘islamista’)”. ¡Caramba! Prado, además de darnos finas lecciones de retórica, nos comunica que él no cree (no usa los verbos pensar o saber) que la matanza del 11-M fuera obra de terroristas de ideología islamista, como se probó en el juicio. ¿Eran, pues, de ETA, del IRA o de las FARC los que subieron cargados de explosivos en los trenes a tres días de las generales del 2004? Si tiene pruebas de algo nuevo, que vaya al juez. En caso contrario, haría bien en callar, para no quedar en ridículo y no ofender la memoria de las víctimas.
A pesar de todos estos despropósitos, Prado no es un tonto en sentido estricto, aunque sea un tonto útil (al coronel Gadafi). Y no lo digo porque haya conseguido varias subvenciones o porque escriba sutilezas cínicas del tipo “las armas de destrucción masiva de ayer son hoy las masacres de rebeldes”, sino porque su argumento trata de estirar una de las falacias que más pesan hoy sobre nuestra opinión pública: que la matanza del 11-M fue una respuesta directa a la participación española en la invasión de Iraq y no un golpe planificado contra el Estado europeo más vulnerable y menos preparado ante la amenaza yihadista. A la muy dudosa gestión informativa que protagonizó el Gobierno del PP en las horas siguientes a los atentados, el PSOE e IU respondieron dando por sentado que la tragedia no se habría producido si Aznar no se hubiera fotografiado con Bush y Blair en las Azores. Conclusión que se fijó fácilmente en el imaginario colectivo: no hay que temer al terrorismo islamista si no se le provoca. Prado se limita hoy a pulsar este resorte miserable, ni más ni menos.
Fuente: La Vanguardia- España
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