Marzo 17, 2011
Basado en el análisis de la revista Atenea (Seguridad y Defensa) (15 de julio de 2010)
Después de que las imágenes de la flotilla turca Marmara inundaran los periódicos de todo el mundo, Israel ha evitado esta vez que otra mediática flotilla alcance la costa de Gaza. El barco procedente de Grecia y bautizado como "Al Amal" (Esperanza, en árabe), atracó anoche en el puerto egipcio de El-Arish.
El barco terminaba de este modo su derrota por aguas del Mediterráneo desde que zarpó de Grecia el día 10, financiado por la Fundación Internacional Gaddafi, organización encabezada por Saif al Islam Gaddafi, hijo del líder líbio Muammar Al-Gaddafi. El "Al Amal" transportaba 2.000 toneladas de alimentos y material sanitario, junto a una tripulación de doce hombres y quince activistas, en su mayoría de origen libio. El gobierno israelí recordando los quebraderos de cabeza que la anterior operación naval conllevó a Israel, se aseguró esta vez de dar, desde un principio, dos alternativas al buque. Bien atracar y transferir la ayuda desde el puerto israelí de Ashdod o llegar al puerto egípcio de El Arish. Los barcos de la marina israelí escoltaron al carguero hasta que el capitán del "Al Amal", previamente contactado, se decidió a ir hacía territorio egipcio.
La cadena Al Jazeera, también informaba que las autoridades israelíes y egipcias han llegado a un acuerdo para que la ayuda sea trasladada hoy en camiones hasta Gaza.
Saif al Islam Gaddafi, presidente de la organización benéfica declaró haber llegado a un acuerdo con las autoridades de ambos países para hacer llegar 50 millones de dólares, a través de la ONU, para la restauración de la Franja y la transferencia de material humanitario.
Sin embargo, Ismael Haniyah, jefe del gobierno islamista de Hamás en la Franja había advertido y pedido al buque libio que no cayera en la manipulación israelí y persiguieran su objetivo de llegar con la ayuda a la Franja y romper así el bloqueo. No obstante, parece ser que, está vez, su mensaje de lucha y resistencia no ha sido escuchado y el buque libio ha preferido colaborar con las autoridades y asegurarse de que la ayuda llegue a la población civil de Gaza.
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Comentario de ReVista de Medio Oriente
Muchos medios de comunicación otorgan gran difusión y publicidad a las flotillas autodenominadas “humanitarias” que parten hacia Gaza, sin reparar en que algunas de ellas tienen orígenes dudosos. Muamar Gaddafi y su vástago Saif, la organización IHH turca, que tiene vínculos con Hamás, y otras organizaciones terroristas, así como grupos de ONG y activistas europeos, que, en muchos casos, han demostrado hacer apología del terrorismo disfrazada de “ayuda humanitaria”, se cuentan entre algunos de sus promotores.
Por su parte, Israel, la autoridad encargada de frenar el tráfico de embarcaciones no autorizadas hacia Gaza por el estado de guerra en el que se encuentra con Hamás, a pesar de estar cumpliendo con la legalidad nacional e internacional, recibe las críticas de los mismos medios de comunicación que, olvidando la deontología periodística, terminan actuando como portavoces de estos grupos y ONG.
Recientemente, algunas figuras conocidas del mundo del espectáculo español y varias organizaciones europeas han montado una nueva campaña en torno a la “Flotilla de la libertad II”, que ha tenido grandes resonancias mediáticas.
Pero ¿cuáles son las verdaderas intenciones de quienes participan en estas flotillas? ¿Por qué, si existen mecanismos establecidos para trasladar todo tipo de ayuda humanitaria a Gaza, los activistas deciden ignorarlos? ¿Por qué romper el bloqueo que hay contra la organización terrorista Hamás resulta tan atractivo si grupos terroristas como ese ponen en riesgo el sistema democrático del que disfruta el mundo occidental?
Los hechos contradicen las motivaciones de los organizadores de las flotillas: Gaza es la región del mundo que más ayuda humanitaria recibe, tanto en dinero por habitante, como en toneladas de ayuda per cápita –una tonelada de ayuda por habitante, sólo en el periodo de enero 2009 a mayo 2010-. En Gaza no existe una crisis humanitaria, hay suficiente ropa, medicamentos, alimentos y otros muchos bienes de consumo para satisfacer las necesidades de una población civil, que, desafortunadamente, está gobernada por un grupo terrorista.
La motivación no es, por tanto, luchar contra el hambre –no hay hambre en Gaza-, ni contra las enfermedades –hay médicos, medicamentos y hospitales en Gaza-, sino reivindicar el derecho de que los terroristas de Hamás sean tratados como interlocutores legítimos por Israel, algo que en España – de donde proceden estas celebrities- no ocurre. De hecho, cualquier intento de “negociación” entre el Gobierno de España y el grupo terrorista ETA es inmediatamente censurado por grupos civiles y por los medios de comunicación. ¿Por qué, entonces, ese doble rasero cuando se habla de Israel y Palestina?
Por qué los medios de comunicación no destacan que IHH tiene vínculos con organizaciones terroristas o que la fundación de los Gadafi destinó 204.000 dólares en “ayuda humanitaria” a las familias de los terroristas suicidas palestinos.
“Romper” el bloqueo es una acción temeraria que pone en peligro tanto la vida de las autoridades israelíes como de los activistas, tal y como pudimos comprobar con la primera “Flotilla de la libertad”. Nadie puede garantizar que la Segunda Flotilla no lleve mercenarios islamistas que pretendan desatar un baño de sangre. Lo que sí está asegurado, es el carácter ilegal y provocador de los promotores de la Flotilla II y su rechazo a hacer llegar la ayuda de forma legal a los pobladores de Gaza.
Los medios de comunicación deberían reflexionar acerca del papel que están jugando en este conflicto y dejar de aplaudir y alentar iniciativas ilegales, provocadoras y peligrosas.
E.S.K
Fuente: Revista de Medio Oriente
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