domingo, 6 de marzo de 2011
QUE HAY CON RESPECTO A IRAN?
3/2/11
Por Emanuele Ottolenghi
Mientras el mundo se enfoca en el levantamiento popular en Libia y la respuesta asesina de Moammar Gadhafi, Iran también ha estado aumentando su represión— lejos de la atención internacional. En los últimos días, Teherán ha pasado a arrestar a las dos principales figuras de la oposición iraní, Mir Hossein Musavi y Mehdi Karroubi, y cuenta según se informa, los transfirió de su arresto domiciliario a una prisión política dirigida por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria. Las protestas masivas han estallado de nuevo, en abierto desafío al régimen, y se están extendiendo mucho más allá de Teherán.
Pero los gobernantes de Irán ya demostraron en 2009 que ellos no toman riesgos ni prisioneros cuando se trata de protegerse de la ira de su pueblo. Otro baño de sangre ahora no es difícil imaginar.
Las democracias occidentales se han apresurado a condenar a Gadhafi, y han aprobado una serie de medidas contra él y su régimen desde que comenzó la represión de Trípoli. Por el contrario, la violenta represión política de Irán es sólo parte de la última sangrienta ola que se ha prolongado durante más de un año y medio, y sin embargo no parece haber urgencia en Occidente para imponer sanciones a los derechos humanos contra Teherán.
Hay razones de peso para rectificar esta discrepancia política. Como Libia, la República Islámica de Irán es un lugar donde la disidencia ha sido derrotada, con diversos grados de brutalidad, durante décadas - desde los primeros días de la Revolución de 1979. Allí, la tortura es moneda corriente y los familiares de los disidentes son intimidados, secuestrados y a veces violados; cientos de presos políticos, minorías, homosexuales y mujeres mueren a manos del verdugo cada año, luego de juicios apresurados llevados a cabo en un total desprecio por las reglas más elementales de la la equidad y la justicia; y la crueldad es dispensada regularmente con el único propósito de infundir temor en la población.
Hasta que los iraníes desafiaron abiertamente a su régimen después de las fraudulentas elecciones de junio de 2009, las democracias occidentales hicieron poco por preguntar por el tratamiento de Irán a su propio pueblo. Pero entonces, Irán entró en erupción. Su gente, gritando "muerte al dictador", dejó en claro incluso para los observadores más obtusos que sus gobernantes mantienen el poder por la fuerza, sin consentimiento. Los líderes occidentales ofrecieron palabras de condena, pero poco más. Ahora es su segunda oportunidad para demostrar que no son indiferentes al sufrimiento del pueblo iraní, para golpear a Teherán con medidas similares a las que están imponiendo a Gadhafi.
La semana pasada, el senador norteamericano Mark Kirk, un republicano de Illinois, dio un comienzo decente, patrocinando una resolución que pide que los derechos humanos se conviertan en una herramienta clave de la política exterior de EEUU hacia Irán, un llamado al que la administración Obama debe ahora prestar atención.
La Unión Europea, por su parte, todavía tiene al canciller iraní Ali Akbar Salehi en su lista de prohibición de viajar, a causa de su reciente papel como el jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán. Desde su nombramiento como Ministro del Exterior iraní, se ha hablado de levantar la prohibición de viajar para permitir a Salehi cumplir sus funciones estatales. Pero en un momento en que todo el aparato estatal de Irán tiene la intención de silenciar a la oposición y triturar las protestas callejeras pacíficas, a Salehi no se le debe dar el regalo de viajar.
ottolenghi
La prohibición de viajar misma, junto con el congelamiento de activos, debe ser inmediatamente arrojado sobre otros funcionarios iraníes, empezando por el presidente Mahmoud Ahmadinejad y todas las otras figuras que cargan con la responsabilidad de mando por violaciónes de derechos humanos. Los candidatos obvios incluyen al "líder supremo" iraní, el ayatollah Ali Khamenei, Saeed Jalili, secretario del Supremo Consejo de Seguridad Nacional de Iran, y su pandilla de asesores políticos.
La Unión Europea no debe parar con los peces gordos - para cada orden dada en lo alto para disparar sobre los manifestantes, torturar prisioneros, forzar confesiones, emitir duras sentencias y de lo contrario intimidad, violar y abusar de inocentes, un ejército de aplicadores lleva a cabo los hechos. Así que la Unión Europea debe luego nombrar a cientos de funcionarios iraníes en los distintos niveles de autoridad: Basij y comandantes de la Guardia local, los jueces en los juicios políticos, funcionarios de prisiones, y sus jefes de nivel medio en los ministerios de Inteligencia, Interior y Justicia de Iran, para empezar. A estos funcionarios también debe prohíbírseles viajar, y se debe congelar sus activos. Deben ser contempladas órdenes de detención internacional en su contra por crímenes contra su propio pueblo. Y la inmunidad diplomática - que el Reino Unido ahora ha levantado para Gadhafi - debe ser negada de manera similar a todos los altos funcionarios iraníes.
La Unión Europea deberían llamar a todos los embajadores de sus estados miembros que todavía están en Teherán, negarse a regresarlos que los señores Mousavi y Karroubi son liberados. Lo mismo se aplica a otros países occidentales, como Australia, Canadá, Japón, Noruega, Corea del Sur y Suiza, que disfrutan de plenas relaciones diplomáticas con Irán.
La Unión Europea, junto con otras democracias occidentales, también debe moverse para socavar la postura de Irán en los foros internacionales. La farsa de Libia, actuando como miembro de pleno derecho de Derechos Humanos del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas finalmente llegó a su fin esta semana, pero un espectáculo igualmente absurdo continúa con la membresía de Irán en la Comisión de las Mujeres. Puede llegar a un final abrupto.
Más allá de eso, Occidente debe invertir en ayudar a la oposición iraní. Los maltratados demócratas del país necesitan desesperadamente libre información, la que Occidente puede ofrecer impulsando sus programas de radio y emisiones de televisión dentro de Irán. También necesitan tecnología en comunicaciones para eludir las restricciones del gobierno y mantenerlos a salvo de los monitores digitales de Teherán, que Occidente podría ayudar a proveer con licencias para exportar su maquinaria y transferirla a las personas adecuadas dentro de Irán. Finalmente, los disidentes de Irán necesitan una red de seguridad en Occidente para aquellos que logran escapar; debe ser ofrecido asilo político a aquellos que huyen de Irán.
Las sanciones internacionales no son un sustituto para la valentía que el pueblo iraní necesita para hacer frente a sus tiranos. Pero las sanciones les ofrecen algún socorro, y, finalmente, permiten, extraer un precio para la borracha orgía de violencia que ha sucedido en Irán durante demasiado tiempo.
En un raro momento de claridad moral, la semana pasada los responsables políticos occidentales adoptaron medidas punitivas contra Gadhafi. Aquí estamos esperando que la misma claridad ahora conforme su política con el régimen iraní.
El Sr. Ottolenghi es un investigador senior de la Fundación para la Defensa de las Democracias y el autor de "Irán: La crisis en ciernes" (Profile Books, 2010).
Fuente: The Wall Street Journal- Este articulo fue traducido especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.