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Mensaje del Admur de Kaalov Shelit"a
BS”D
El primero de nuestros antepasados en descender a Egipto fue Iosef, fue secuestrado y entregado a unos mercaderes egipcios para luego ser vendido como esclavo a un ministro de la corte del Faraón a la temprana edad de 17 años.
Allí, la esposa de su patrón, lo tentó al pecado, dándole a elegir entre mil Kikarim de plata si accedía a cumplir su deseo, o mandarlo a la cárcel por tiempo indefinido si se negaba. (Para hacernos una idea, un solo Kikar de plata tiene un valor aproximado de 35000 dólares.)
Pero Iosef le respondió brevemente: ¡Cómo voy a hacer este mal y pecaré a Hashem!
Lo que quiso decir fue que contra Hashem no hay ingenio que valga. Se puede disfrutar o ganar momentáneamente pero si Hashem no está conforme con esto, no hay bendición en ello. Como ser, quien trabaja en Shabat, le irá bien quizás, pero en algún momento las cosas se invierten en su contra, las ventas bajan, o bien el dinero sigue entrando pero se pierde en gastos inesperados, hasta incluso en problemas de salud.
Esto es lo que Iosef tenía claro y por eso no estuvo dispuesto a ceder, ni ante el placer ni ante la tentación del dinero.
Sufrió más de una década durante la cual fue el hazmerreír de los que le cuestionaban que su confianza en Hashem no tenía sentido y que había perdido la oportunidad de hacerse rico. Pero se aferró a Hashem ya que estudió Torá y sabía la verdad.
Luego de 12 años, de la manera más impensada, lo sacaron para interpretar el sueño del rey. Y luego de interpretarlos, en vez de regresarlo a la prisión, ocurrió algo inédito: un preso se convierte en virrey. Nadie entendía cómo esto podía ser, pero la respuesta era muy sencilla.: Fue el resultado de la acumulación de los meritos de tantos años.
Este secreto, que conocía Iosef a los 17 años, se trasmitió durante siglos, confiando en la fuerza de los preceptos de Hashem, teniendo plena certeza que cumplirlos los beneficiará en todos los aspectos, también en los objetivos mundanos que la gran mayoría de la humanidad persigue, que son el dinero, el honor y la larga vida. Eso les dio fuerza durante los largos años de la esclavitud.
Al salir de Egipto, Hashem le dio al pueblo la Mitzvá de sacrificar un cordero, que era el ídolo egipcio, cosa que los puso en riesgo ya que había que hacerlo de manera pública y luego comerlo y poner la sangre en los marcos de las puertas. Sin duda esto pondrá en grave peligro por lo menos a gran parte del pueblo, familias enteras. Pero la orden de Hashem era clara; la ofrenda debía ser acercada antes de salir, no se podía esperar a la salida de Egipto para hacerlo sin peligro.
Finalmente, las casas manchadas por sangre, se salvaron de la epidemia, mientras que en las demás, no hubo casa donde no hubo muerto. Incluso, luego de la epidemia, los Iehudim fueron a pedir a los egipcios oro y plata y los recibieron bien muy y les dieron más de lo que pedían. Al día siguiente, el mismo rey salió a despedirlos junto a su corte.
Eso es justamente lo que la Torá indica que se debe recordar “el día” de la salida de Egipto, o sea, más allá de lo ocurrido durante todo el proceso de la redención, hay una necesidad puntual en recordar lo que ocurrió el mismo día, que el cumplimiento de las Mitzvot les dio vida, riqueza y honores.
Y cuando nuestros sabios nos indican que cada uno debe verse como si él mismo salió de Egipto, la intención justamente es que debe recordar estos episodios y así fortalecer su confianza en Hashem y en el poder de sus Mitzvot, sabiendo que todo lo bueno que anhela en su vida lo obtendrá por medio de ellas.
PESAJ KASHER VESAMEAJ
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