lunes, 6 de febrero de 2012

Canciller canadiense: “El Estado Judío no tiene un mayor amigo en el mundo que Canadá”.

Canciller canadiense: “El Estado Judío no tiene un mayor amigo en el mundo que Canadá”.

Canadá, una de las naciones más industrializadas y desarrolladas del mundo, ubicado en el extremo norte de América del Norte, es, después de Rusia, el segundo país más extenso del mundo. Su Ministro de Relaciones Exteriores, John Baird, durante un discurso en la apertura de la 12º Conferencia Anual de Seguridad de Herzliya, Israel, inaugurada el martes 31 de enero pasado dijo, entre otros conceptos, que “El Estado Judío no tiene un mayor amigo en el mundo que Canadá”.
Ratificando la postura política “incorrecta” de ser favorable a Israel desde que el Partido Conservador llegó al poder en 2006 y Stephen Harper fuera elegido Primer Ministro -que le valió a Canadá en octubre de 2010 perder por primera vez en toda su historia la votación para acceder a un asiento del Consejo de Seguridad de la ONU- el Canciller canadiense dijo que su Gobierno apoyó a Israel tan fuertemente porque personifica los valores que Canadá mantiene y respeta, y porque es “un faro de luz en la región que busca libertad, democracia, derechos humanos y el gobierno de la ley. “Ottawa se paró con Israel porque es una tradición canadiense estar del lado de lo que es justo, más allá de si es o no popular, o conveniente”. Durante su alocución Baird criticó “la constante barrera de demonizar retórica, doble estándares y deslegitimación” de Israel, la cual caracterizó como el nuevo antisemitismo. En relación a lo último expresado, con una firmeza y claridad conceptual poco frecuente, agregó: “Aprovechando las diferentes ideologías disparatadas antisemitas, antiamericanas y antioccidentales, se apunta contra el pueblo judío y la tierra judía, Israel, y se la postula como fuente de injusticia y conflicto en el mundo. Encima se usa, perversamente, el lenguaje de los derechos humanos para hacerlo. No debemos parar en exponer este nuevo antisemitismo ante lo que es”. Unirse al sentimiento contra Israel sería “lo fácil” y mucho más simple que solo “pretender que comprometerse en la retórica antiisraelí es de alguna manera justo”, pero Canadá no “transitará ese camino para quedar bien”, y no se mantendrá en silencio mientras “el Estado Judío es atacado por defender a su territorio y a su pueblo”.
Las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá en la 12º Conferencia Anual de Seguridad de Herzliya -la bella ciudad israelí situada en la costa del Mar Mediterráneo a unos 15 kilómetros de Tel-Aviv-Yafo, fundada en 1924 y que recibe su nombre en honor de Theodor Herzl, el fundador del sionismo moderno- adquieren mayor entidad y relevancia por el hecho que Canadá conoce la problemática ya que allí viven más de 600.000 musulmanes que constituyen el 2% de la población mientras que un 43%, o 12 millones de canadienses, son católicos. El Islam, igual que en Europa, es según las estadísticas la religión de más rápido crecimiento en el país. La expansión incontrolable posibilitó que en el 2010, musulmanes de la ciudad canadiense de Sidney, provincia de Nueva Escocia, compraran una antigua iglesia católica para instalar allí una mezquita y dar allí clases de Islam para los niños. La parroquia del Cristo Salvador, cuya feligresía quedó reducida considerablemente en los últimos años, decidió vender una de sus iglesias por razones financieras. Ese mismo año se reveló un informe de inteligencia elaborado por el Centro de Sistema Integrado de Evaluación de la Amenaza -que vigila precisamente las amenazas a la seguridad nacional de Canadá y está integrado por representantes de CSIS (Center for Strategic & International Studies), la Real Policía Montada, Asuntos Exteriores, Defensa Nacional y otros organismos- que afirmaba que los grupos de línea dura islamistas quieren construir una “sociedad paralela” a la canadiense, hecho que podría debilitar la cohesión social del país y fomentar la violencia. “Como mínimo, la existencia de tales mini-sociedades socava la resistencia y el fomento de una nación canadiense coherente. El aislacionismo puede conducir a condiciones extremas donde los mensajes pueden incubar y, eventualmente, convertirse en el catalizador de la violencia. El aislamiento socava una sociedad multicultural y la sociedad democrática”. La desclasificación del reporte, donde se denunciaba que extremistas islámicos han estado exhortando a los musulmanes en Occidente a rechazar la sociedad occidental y vivir en “aislamiento auto-impuesto”, hace hincapié y está focalizado, en grupos como los Hermanos Musulmanes –los vencedores de las elecciones parlamentarias en Egipto-y Hizb-ut-Tahrir, que coinciden en su intención de imponer la ley coránica Sharia y promover una ideología contraria a los valores fundamentales de Occidente, para instaurar un Califato.
Canadá, evidenciando una ejemplaridad y ética que pocos países pueden igualar boicoteó la deplorable conferencia sobre el racismo “Durban III” convocada por las Naciones Unidas para septiembre de 2011. El ministro canadiense de Ciudadanía, Inmigración y Multiculturalismo, Jason Kenney, había argumentado que “este tipo de reuniones, como “Durban II” en 2009, también boicoteada por Canadá y una decena de países entre ellos Estados Unidos e Israel, eran utilizadas por algunos gobiernos, como el de Irán, como plataforma para propagar el antisemitismo y atacar a Israel. A través de un comunicado de prensa, Kenney dijo en aquella oportunidad que “Canadá no participará más de esta comedia”.
En el 2011, la firme posición del primer ministro de Canadá Stephen Harper evitó que el Grupo de los 8 países (G8) más poderosos del mundo fijara las indefendibles fronteras de 1967 para un futuro Estado palestino -que había esbozado irresponsablemente el Presidente Obama- en su llamado a la reanudación de las conversaciones de paz en la resolución final con motivo de la cumbre desarrollada en Deauville, Francia.
“Las negociaciones son el único camino para una solución amplia y duradera del conflicto”, señaló finalmente el comunicado del G8 que instó a ambas partes a regresar a conversaciones de fondo con miras a concluir un acuerdo-marco sobre todas las cuestiones relativas al estatus final”.
En la 12º Conferencia Anual de Seguridad de Herzliya, John Baird el Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, también habló del proceso diplomático con los palestinos y dejó en claro que su país apoya una solución de dos Estados “negociada por ambas partes en buena fe y sin precondiciones”. Antes de ese pronunciamiento, en 2010 Canadá ya habría podido arrogarse ser el mejor amigo del Estado judío, cuando su Primer Ministro Stephen Harper se refirió a Israel como “el único país del mundo cuya mera existencia está bajo ataque y es condenado constante y visiblemente”, razón por la cual “estamos moralmente obligados a tomar una posición en su defensa”.

Rubén Kaplan
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