domingo, 16 de septiembre de 2012

Misterios del «septiembre negro»

OR JANA BERIS. LA RAZÓN. ESPAÑA 0 COMENTARIOS Esther Roth, atleta superviviente del atentando de Múnich Israel desclasifica los archivos sobre la matanza en las Olimpiadas de Múnich. Alemania negoció con los terroristas y sólo quería continuar los Juegos Queríamos que nuestra bandera estuviese en los Juegos, queríamos ser como todos los pueblos: poder participar, lo principal no era traer medalla, pero nos arruinaron el sueño olímpico con el atentado terrorista». La atleta israelí Esther Roth Shajmurov, de 60 años, habla con firmeza y seguridad, pero sin levantar mucho la voz. Todavía tiene los recuerdos bien claros de su sorprendente clasificación para la final de los 100 metros lisos –que enloqueció de alegría a Israel–, y el motivo por el que no la corrió: el atentado terrorista que terminó con la vida de 11 de los 15 miembros de la delegación olímpica de Israel a Múnich. Hace pocos días se cumplieron exactamente 40 años de aquella nefasta jornada, en la que ocho terroristas palestinos de la organización Septiembre Negro irrumpieron en la madrugada del 5 de septiembre del 72 en la Villa Olímpica de Múnich, con armas automáticas, dos cargadores cada uno y diez granadas , decididos a «concienciar al mundo sobre la causa palestina». Dos de los deportistas fueron asesinados muy poco después del inicio del ataque y se ensañaron de manera especial con el levantador de pesas Yosef Romano. Otros nueve israelíes fueron tomados rehenes y atados de pies y manos. Dos habían logrado huir saltando por una ventana y las dos mujeres –Esther Roth y la nadadora Shlomit Nir–, que se hallaban en el pabellón femenino ubicado a unos 200 metros de donde se hallaban los terroristas, salvaron sus vidas. Los terroristas exigieron la liberación de más de 230 presos en cárceles israelíes, a lo cual el gobierno de la Primer Ministro Golda Meir se opuso terminantemente: «No se negocia con el terrorismo». Las autoridades locales de Baviera negociaron con los palestinos y pactaron que los rehenes se irían con sus captores a Egipto; con tal fin prepararon dos helicópteros para el trasladado. A su vez, estaban preparando un intento de rescate, que –según lo revelado años atrás más lo dado a conocer en documentos desclasificados hace pocos días por los Archivos del Estado en Israel– acabó siendo un cúmulo de errores que provocó el criminal desenlace: una granada detonada por uno de los terroristas dentro del helicóptero en el que se hallaban los rehenes mató a la mayoría de ellos. Cinco de los terroristas murieron durante la operación, tres fueron capturados y puestos en libertad dos meses y medio más tarde. «Perdí la ingenuidad» Esther Shajmurov, que perdió a su entrenador Amitzur Shapira en el atentado y que perdió, además, «mi visión ingenua del mundo», sigue sin entenderlo. «En los Juegos de Múnich se cometió un crimen terrible. Asesinaron la idea olímpica en un momento en el que se intentaba transmitir un mensaje de unidad mundial... y he aquí que un grupo palestino hacen añicos ese sueño asesinado a atletas en la villa olímpica... ¿Cómo se podía concebir algo así?», dice a LA RAZÓN. «Y lo que uno espera después de algo tan terrible es que no haya sólo condenas verbales sino que se actúe para arrancar de raíz el problema. Ahora, de adulta, comprendo que hay de por medio muchos intereses». Esther nos recibe en su casa en la ciudad de Ramat Hasharon. Nada más entramos a su salón, vemos que está lleno de trofeos. La mejor atleta israelí de todos los tiempos, la única de los supervivientes que continuó compitiendo profesionalmente, que hasta hoy sigue enseñando Educación Física y, por supuesto, corriendo, aclara con una sonrisa que «estos no son trofeos de competiciones ganadas, sino sólo reconocimientos de diferentes instituciones». Escuelas, el Comité Olímpico israelí, la Policía, todo tipo de organizaciones israelíes que supieron expresarle en diferentes momentos su aprecio por su aportación al deporte en Israel. Uno de ellos es el mayor galardón que un ciudadano israelí puede recibir: el Premio Israel. Años atrás obtuvo una distinción especial de parte del Comité Olímpico Internacional, de manos del propio Juan Antonio Samaranch. Siente que el mundo supo reconocer sus logros, pero tiene sus quejas a ese mundo cuando recuerda lo sucedido en Múnich. «Yo habría esperado que todo el mundo participase en la lucha antiterrorista, que Israel no estuviese solo..., pero sólo era un problema nuestro. Alemania, recordemos, liberó a los tres terroristas que no murieron durante el atentado después de tenerlos presos solamente unos pocos meses», recuerda. Un país alegre y feliz Cuando los tres terroristas llegaron a Libia tras su excarcelación se presentaron con sus nombres auténticos, después de haber rehusado revelar su verdadera identidad ante los investigadores alemanes. Se trataba de Muhamad al-Safadi, Jamal al-Jeish y Adnan al-Jeish. Después de una rueda de prensa en Trípoli, en la que se mostraron nerviosos e incómodos, volvieron a desaparecer. Esther Roth reflexiona: «El problema no era sólo nuestro, y no todos lo entendieron. Decían que el conflicto era sólo entre Israel y los árabes. Muchos años después, el 11 de setiembre de 2001, fue el ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York y entonces se dieron cuenta de que estábamos ante un fenómeno mundial, que no era sólo un problema nuestro». En la localidad de Omer, en el sur de Israel, el profesor Shaul Ladany, catedrático de Ingeniería, de 76 años, recordaba recientemente, al comenzar los Juegos de Londres el pasado julio, aquella matanza de la que se salvó. Él era corredor de marcha: «Lamento que las autoridades hayan tomado decisiones de amateurs. El lugar ideal para liberar a los rehenes era en la Villa Olímpica. O, en el peor de los casos, cuando estaban por subir al helicóptero para ir al aeropuerto. Ellos [los alemanes] quisieron mostrar al mundo que en la nueva Alemania todo era hermoso, con flores y colorido. No querían acción militar ante los ojos de los periodistas que estaban en la Villa». «Después de 35 años –añade– descubrí algo que los alemanes no quisieron hacer público. En el avión había un comando de cinco personas para actuar. Cuando se dieron cuenta del peligro, este comando abandonó el avión. Fue todo muy improvisado». Ladany fue vehemente, tal vez por su visión de la historia de Alemania, ya que sobrevivió al Holocausto nazi. Ladany continúa con sus largas caminatas diarias. «No podemos bajar los brazos ni mostrar debilidad..., sería nuestro fin», resume hoy, 40 años después de la matanza de Múnich, Esther Roth. No molestar a Alemania Varios días antes de cumplirse el 40 aniversario del atentado, el Archivo oficial del Estado de Israel publicó 45 documentos relativos a la matanza. Estos incluyeron los protocolos de las sesiones del gobierno encabezadas por la Primer Ministro Golda Meir, consultas ministeriales y reuniones de la Comisión de Seguridad y Exteriores del Parlamento. La medida provocó la polémica. Hubo quienes se preguntaron por qué hubo que aguardar tanto, mientras otros –entre ellos Netanyahu– temían que la desclasificación provocara algún desencuentro con el gobierno alemán, con el que Israel mantiene una estrecha relación. http://www.larazon.es/noticia/8551-misterios-del-septiembre-negro#fotos