miércoles, 15 de septiembre de 2010

Israel: la vulnerabilidad detrás de la fortaleza

Israel: la vulnerabilidad detrás de la fortaleza

sesenta y dos años han transcurrido desde que nació el Estado de Israel,
desde que el pueblo judío logró restablecer su Estado soberano regresando a su tierra
ancestral después de 2000 años.Los israelíes de mi generación nacieron en un Israel independiente pero nunca seguro.
Siempre fuimos conscientes de que estábamos rodeados por enemigos que desean
nuestra desaparición y que tenemos que ser fuertes. Desde niños sabíamos que
al cumplir 18 años iríamos al ejército, asumiendo nuestro deber y que el aporte
de cada uno de nosotros era imprescindible. Por supuesto, escuchábamos a nuestras madres anhelando la paz para que no tuviéramos que enfrentarnos a una posible
situación de guerra.
Esta paz ha llegado pero sólo en parte. Las guerras continúan, las amenazas persisten y la sensación de vulnerabilidad también está presente.
Es verdad que Israel tiene un ejército dotado de tecnología y recursos humanos
capacitados, y que la sociedad israelí está logrando avances en todos los campos, ya sea en la economía, en la ciencia, en la cultura, en el deporte y la alta tecnología. Por eso mucha gente sostiene que Israel tiene que dar el primer paso y mostrar generosidad para poner fin al conflicto con los palestinos y con Siria.
Recientemente tuve la oportunidad de mantener un encuentro con un representante de la comunidad árabe en la Argentina, quien criticó el hecho de que se construyera el mal llamado “muro” (de hecho es una cerca casi en su totalidad), y nos aconsejó
desmantelarlo argumentando que perjudica a los aldeanos palestinos, y que los israelíes podríamos prescindir de dicha barrera porque, según él, tenemos el ejército
más poderoso de la región.
Cuán equivocado está. Esta barrera salva vidas de israelíes. Los aviones no
pueden frenar al terrorista que se infiltra desde Ramallah en Tel Aviv y se inmola
en el Shopping.
La cerca sí. Lamentablemente a veces no se entiende que a pesar de las
claras ventajas militares, los israelíes viven constantemente en una sensación de debilidad y vulnerabilidad. ¿En qué se manifiesta? Los aviones, los tanques y los
recursos tecnológicos desarrollados no siempre pueden protegernos de los misiles
relativamente primitivos o producidos en talleres caseros que caen en Sderot, Ashkelon o Beer-Sheva si se lanzan desde Gaza; o los que impactan en Nahariya, Haifa, Akko y Kiryat Shmona si se lanzan desde el sur de El Líbano.
Y la película se repite: primero se produce la retirada israelí, luego los grupos terroristas toman el control en esos territorios y empiezan a atacarnos con misiles. Al
tiempo, cuando ya no queda otra alternativa ante la violencia y luego de tolerar lo
intolerable, Israel sale a defenderse. Entonces nuestros enemigos recuerdan el alto precio pagado por haber optado por el camino de la violencia y el terrorismo, y los israelíes recibimos un orgulloso recordatorio de lo poderoso que es nuestro ejército. Así recuperamos nuestra disuasión por algún tiempo, pero los enemigos se rearman y se preparan nuevamente para la siguiente ola de ataques.
Paradójicamente, el problema es que la victoria militar tiene un precio indeseable que
incrementa la sensación de vulnerabilidad. La victoria se logra mediante la inevitable
operación militar y ante la carencia de opciones, y genera una gran destrucción en los
territorios bajo el dominio enemigo. Como consecuencia la imagen generada en el mundo es la de un Israel agresivo, violento, cruel y que usa su fuerza desproporcionadamente. A propósito, y entre paréntesis, reconocemos que la fuerza con la cual nos defendemos es mayor a la fuerza aplicada contra nosotros; pero sostenemos que es justificada. Más que eso, cualquier otro país usaría aún más fuerza viéndose en una situación similar.

Esta imagen que se genera contra Israel se debe a que inevitablemente la
guerra puede producir también víctimas civiles. Cabe señalar que, en la medida de lo
posible, nos cuidamos de no involucrar a la población civil. Por qué “en la medida de lo
posible”? Porque es imposible no causar daño colateral dado que los terroristas se
cobijan deliberadamente en escuelas, hospitales y mezquitas y ocultan sus armas y
misiles en estos lugares. Así que paradójicamente las victorias militares conllevan
derrotas en otro campo de batalla, el de la opinión pública. Este deterioro en la imagen de Israel se manifiesta en la cobertura de los sucesos en el Medio Oriente y en
expresiones antiisraelíes con llamamientos a aniquilar a Israel, negando nada menos que nuestro derecho a la existencia.

Retiradas riesgosas
A fines de 2005 en el marco de la retirada de Gaza fueron desmantelados 22
asentamientos judíos y fueron evacuados 9000 ciudadanos israelíes. ¿Cuál fue
la reacción de los palestinos ante esta acción israelí? ¿Acaso aprovecharon la
oportunidad para mostrar realmente que pueden trabajar por el bienestar de su pueblo
luego de la salida de las tropas israelíes? ¿Invirtieron en la construcción de escuelas
y hospitales? ¿Trabajaron para mejorar la estabilidad y atraer inversiones
internacionales? La respuesta es NO. Los palestinos en Gaza canalizaron todas sus energías y recursos en armamento, contrabando de explosivos, fabricación de misiles y entrenamiento militar, lo cual resultó en la intensificación de los ataques contra Israel. Todo ello contribuyó a la sensación de vulnerabilidad de los israelíes.
Lo que pasó en Gaza fue una remake de lo acontecido luego de la retirada del
Sur de El Líbano en mayo de 2000. Vale destacar que la ONU reconoció que Israel
cumplió y retrocedió hasta la frontera internacional y desde entonces no ocupa ni un
centímetro cuadrado del suelo libanés. Acto seguido, fue la organización terrorista
Hezbollah la que tomó el control del Sur de El Líbano y no el Gobierno ni el ejército
libanés. A lo largo de los años, Hezbollah se armó con misiles de diferente alcance y explosivos importados de Siria e Irán, y construyó campos de entrenamiento.
Seis años después la población israelí sufrió las consecuencias al ser atacado con una
lluvia de misiles en la guerra de 2006. Es verdad que las fuerzas israelíes reaccionaron y destruyeron en tan sólo 48 horas la mayor parte de la infraestructura de
Hezbollah, y es verdad que los israelíes volvieron a ser conscientes del poder de su
ejército, pero también se dieron cuenta de que el poderío militar no aporta soluciones cuando Hezbollah se rearma. Actualmente posee ya más misiles de los que tenía antes de 2006.
El problema es que algunos sectores de la opinión pública aprovechan estas guerras
contra Hamas y Hezbollah para deslegitimar, demonizar y llamar a la desintegración del Estado de Israel. A los que están detrás de esta campaña anti-israelí se les dio lugar en foros internacionales y en los medios de comunicación, lo cual indudablemente provocó un impacto negativo para Israel en la opinión pública en general. El objetivo de estos grupos es debilitar a Israel aspirando a su destrucción. Se equivoca quien piensa que suintención es facilitar una convivencia pacífica entre los pueblos del Medio Oriente.

Un conflicto asimétrico
Nosotros, los israelíes, somos capaces de aceptar una crítica, pero no podemos aceptar que se cuestione el derecho de un país democrático a defenderse contra sus
enemigos.
Sin embargo, al criticar no se puede ignorar que existen elementos de asimetría en el
conflicto entre Israel y sus enemigos. En primer lugar, Israel es un Estado que se enfrenta a entidades no estatales. Es decir, que el ejército de un Estado
democrático, miembro de la Organización de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional, se rige por los tratados internacionales, mientras que las organizaciones terroristas como Hamas y Hezbollah no se sienten en la obligación de rendir cuentas ante la comunidad internacional.
Tampoco a su población, la cual no puede reclamar ante conductas irresponsables.
Cuando los dirigentes de Hamas lanzan misiles contra la población civil israelí y luego
Gaza sufre las consecuencias de la reacción de Israel, los pobladores de
Gaza no pueden castigar a sus dirigentes mediante elecciones o cualquier otro sistema democrático. Del mismo modo, muchos libaneses que sufrieron por la destrucción y el dolorcausados por Hezbollah en El Líbano, no tuvieron la posibilidad de expresar sus opiniones.
En segundo lugar, la asimetría se expresa también en la concepción de los valores humanos. Las organizaciones terroristas glorifican la muerte y la utilizan con fines
políticos. No les importa sacrificar vidas de civiles enviándolos al frente como escudos
humanos sabiendo que finalmente habrán de recibir el apoyo de la opinión pública
mundial. Esto los fortalece y por ende debilita a Israel.
Otro elemento de asimetría es el control del mensaje. Las voces oficiales de
las organizaciones terroristas son unánimes a simple vista. Si alguno de ellos
se aleja de la línea oficial, conoce el alto precio personal a pagar. En cambio en Israel,
como en cualquier otra sociedad democrática, se promueve el pluralismo y la libertad
de opinión. A los pocos días de iniciado el conflicto surgen exponentes desde la clase
política, intelectuales y columnistas que cuestionan la conducta del Gobierno. Para
los israelíes está muy claro que es más importante mantener esta democracia pluralista, aún si nuestros enemigos lo interpretan como una muestra de debilidad.

Un Estado palestino no es imposible
Sin embargo, sí hubo una retirada israelí que dio buenos resultados. En el marco del
acuerdo de paz firmado con Egipto, Israel se retiró de todo el territorio del Sinaí, y este
acuerdo ha podido prosperar porque Egipto es un país soberano con un único líder, un
ejército, una fuerza policial y una voz oficial. Hay una ley que funciona. No hay anarquía ni caos. Además, todo el territorio del Sinaí fue desmilitarizado según lo
estipulado en el acuerdo.
Israel no se opone a la idea del establecimiento de un Estado palestino al
lado del Estado de Israel, y esto fue confirmado por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu. El punto clave es que este futuro Estado Palestino debería tener un gobierno único bajo el cual las armas existentes puedan estar registradas, y queden en manos de las fuerzas oficiales.
Dada la situación actual de la sociedad palestina, es difícil imaginar cómo
las autoridades podrán garantizar que serán capaces de confiscar todas las armas ilegales, explosivos y misiles que están hoy en día en manos de sectores opositores al líder palestino Mahmoud Abbas. Es por esta razón que Israel pone como condición la desmilitarización del Estado palestino. Ningún israelí querría arriesgarse a que los palestinos de Ramalla o de Nablus bombardeen el aeropuerto de Ben Gurión o la ciudad de Tel Aviv.
Incluso la mayoría de los israelíes que apoyan la idea de un Estado palestino, no
aceptarían resignar parte de Jerusalén. Ésta siempre ha sido la Capital del pueblo judío y del Estado de Israel; nunca ha sido la Capital de ningún país árabe, ni
siquiera cuando tuvieron la oportunidad de establecerla como tal. Durante casi trece siglos los árabes y los musulmanes controlaron y reinaron en la zona de Jerusalén, pero ningún Califa estableció a Jerusalén como su Capital. Al Quds, que significa Jerusalén en árabe, no está mencionado en el Corán, el libro sagrado para los musulmanes. En cambio en la Biblia, el nombre de Jerusalén aparece centenares de veces. Es conocido el fragmento en el cual el rey David la establece como la Capital de su reino, o en el cual su hijo, el rey Salomón, funda el Templo del cual hoy permanece el Muro Occidental, conocido como Muro de los Lamentos.
En el siglo XX al formarse los países árabes en el marco de la descolonización del Medio Oriente, a nadie se le ocurrió tampoco crear un Estado palestino. Palestina
era el nombre de uno de los distritos del Imperio otomano. Cuando en 1882 en Europa
Oriental Moishe le dice a Jane: “Prepará las valijas que nos vamos a Palestina”, no tuvo inconveniente en pronunciar ese nombre. Entonces Palestina estaba salpicada por distintos grupos étnicos y religiosos sin un denominador común nacional. Sólo con el inicio del Sionismo y sobre todo luego del nacimiento del Estado de Israel comenzaron a definirse como palestinos.
Probablemente es por eso que hoy en día mucha gente confunde los términos.
Un diplomático argentino de alto rango me preguntó una vez: “Por qué ustedes no
pueden convivir con los palestinos? Si yo recuerdo que en el ’39 vino a la
Argentina el ajedrecista Moshé Czerniak representando al equipo de Palestina en las Olimpiadas de ajedrez…” Él diplomático no sabía que la Palestina de aquella época no significaba lo que significa hoy.
Aclaro que el hecho de que los palestinos se hayan definido como tales relativamente
tarde, no significa que Israel se oponga al concepto de la autodeterminación de los
palestinos y a la idea de un Estado palestino soberano, siempre y cuando sea capaz de vivir en paz con sus vecinos.
Es importante para nosotros que la gente sepa y entienda la historia. La mayoría de los israelíes (estamos hablando de 7 millones de israelíes rodeados por mil
millones de musulmanes, viviendo en un territorio menor que el de la provincia de
Tucumán) se muestran favorables a la idea de entregar algunos territorios a los
palestinos siempre y cuando se garantice la convivencia pacífica.
Los verdaderos enemigos de los árabes
Ante este clima hostil recordamos las palabras de nuestros sabios: “Si yo no
me defiendo, quién lo hará?” Y también la actitud de la ex Primer Ministro Golda Meir que prefería ser la victoriosa y sufrir un título negativo en el diario que ser la víctima y
“gozar” de un lindo aviso fúnebre. Y éste es el problema: Israel no puede permitirse perder en ninguna guerra porque sería la última.
El músico Charly García en su reciente visita a Israel se sorprendió por la diferencia
abismal que notó entre la realidad que estaba observando y la que se percibe desde la
Argentina en relación a Israel. Dijo al ser entrevistado por un diario argentino: “Por televisión se ve sólo lo malo (…) y después cuando mirás más de cerca te das cuenta de que no es tan así”.
Apelamos al pueblo argentino a que comprenda que hoy los paradigmas han
cambiado, que es posible apoyar a Israel sin que ello signifique traicionar a los
palestinos, y que atacar indiscriminadamente a Israel implica fortalecer a Hamas y debilitar a los palestinos moderados. Cuestionar el derecho de Israel a lanzar una operación militar contra sus enemigos en Gaza, debilita al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas más que a Israel. Abbas, aún con todas sus divergencias con Israel, se opone públicamente a las acciones de Hamas contra el pueblo palestino, ya que con sus atentados y su violencia empuja a Israel a reaccionar en perjuicio de los palestinos. El líder palestino sigue exigiendo a Hamas que le devuelva el control sobre Gaza, critica su posición y su enfrentamiento con los métodos más terribles contra los propios palestinos seguidores de Al Fatah.
En el marco de los nuevos paradigmas en el Medio Oriente, uno puede notar
que muchos países árabes, tanto los que firmaron acuerdos con Israel como los que aún no lo han hecho, perciben que quien constituye una amenaza contra sus regímenes y sociedades es el eje creado por Irán, Hamas y Hezbollah. Eso no significa que no critiquen la política israelí, pero saben bien que no es la principal amenaza. No por casualidad en el último conflicto armado entre Israel y Hamas en diciembre de 2008 y enero de 2009, ningún país árabe envió sus tropas a luchar con

Hamas contra Israel.
Irán es otro enemigo de algunos países árabes aunque a simple vista parecería que Israel es el único país amenazado por este régimen de ayatollas. Está claro que
para los israelíes la amenaza de una bomba nuclear iraní pone en peligro su
existencia, sobre todo cuando viene acompañada por declaraciones reiteradas de hacerlo desaparecer del mapa. Irán no sólo niega el Holocausto en el cual fueron exterminados seis millones de judíos, sino que promete generar un nuevo Holocausto.
A pesar de todo ello, los israelíes no renunciaremos al anhelo de vivir en paz con nuestros vecinos. Sabemos muy bien que los desafíos son muy grandes y que debemos evitar caer en un pesimismo destructivo. Conservando la esperanza y el optimismo no debemos perder el contacto con nuestra compleja realidad, la que nos obliga a ser cautelosos.
Artículo del Consejero de la Embajada de Israel, Lior Ben Dor en la revista Agenda Internacional.

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