domingo, 19 de septiembre de 2010

La Teshuvá y mi iPod

por Yojeved Goykadosh

Era una tarde de viernes común y corriente. Ya sabes, ocupada con todas las preparaciones, yendo de un lado a otro, preparándome para recibir a la reina de Shabat. Súper ocupada. No sé por qué lo hice. Sabía que no debía hacerlo. ¿Desde cuándo una ajetreada tarde de viernes es el momento apropiado para subir más música a tu iPod? Supuse que lo haría muy rápido para no tener que hacerlo después y luego ya tendría un iPod bien equipado. Entonces conecté mi pequeño iPod nano azul de 4Gb a mi laptop. ¿Qué podía salir mal? Nada, ¿verdad?
Error.
Toda mi lista de canciones, clases, fotos y todo lo demás que había acumulado durante los últimos dos años estaba perdido. Finito. Niet. Efes. Zilj. Nothing. Desapareció en el ciberespacio. No fue transferido a la computadora ni a otro disco duro. Simplemente se perdió. Lo único que quedó en mi iPod eran las nuevas canciones que estaba tratando de agregar. Pasé de 400 archivos a 30 en unos dos segundos. Sí, chequeé, y todas mis listas de reproducción estaban vacías. “¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!”.
Para los que no somos muy conocedores, déjenme mencionar un pequeño detalle. Si un iPod no está conectado a su “computadora madre”, (la que contiene la lista de canciones completa del iPod), las canciones no se suben automáticamente. La computadora te impulsa a transferir todo manualmente. Aquí tienes una lección de vida: siempre es una buen idea leer el manual de instrucciones. Aparentemente yo no puse atención mientras subía las canciones manualmente, porque borró todo lo que había en el iPod automáticamente, reemplazándolo con el material nuevo que estaba tratando de agregar. Esto no hubiera ocurrido si la “computadora madre” se hubiese sentido bien, pero "mami" se había colgado y estaba sufriendo de un caso severo de amnesia de información. Entonces, con el clic de un botón, cambió todo. Mi iPod estaba muerto (o si estás sintiéndote particularmente optimista, podrías decir que tengo un iPod nuevito).
Yo no estaba muy optimista.
¿Cómo podía ser tan tonta? ¿Por qué no leí las instrucciones? ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué no estaba pensando? Todas esas excelentes canciones y clases. Las fotos hermosas que había guardado solamente en mi iPod, ¡nunca las transferí a ningún lado! ¡Grrrrrrrrrrrrr!
Me tomó un tiempo superar ésto. Mi querida hermana me mandó una carta de condolencia recordándome que al final “todo es para bien”. Me alentó a disfrutar del momento presente porque “eso tampoco va a volver”. Me di cuenta de que tenía razón. Hace unos años, nadie ni siquiera imaginaba un mp3. Tengo que apreciar lo que tengo y seguir adelante.
Ciberespacio Espiritual
Como no tenía ninguna música que escuchar, tenía mucho tiempo para reflexionar sobre la catástrofe de mi iPod. Y llegué a una idea tan inspiradora que puedo decir honestamente que todo el episodio valió la pena 100%. No me importaría perder cientos de iPods si eso significara internalizar la clara y trascendente idea de lo que significa comenzar de nuevo, tener la pizarra en blanco.
Primero una ambientación: el judaísmo tiene un concepto llamado teshuvá. Cuando nos equivocamos, tenemos dos opciones: Podemos justificarlo –“Yo estaba muy cansado”, “Él se lo merecía”, “Es culpa de mis padres”, etc. O podemos arrepentirnos –realmente arrepentirnos, hasta el punto en el que desearía genuinamente no haberlo hecho. Y más aún, transformar mi pensamiento hasta el punto en el que si alguna vez estoy en la misma situación, no caeré nuevamente. Eso es teshuvá –un “retorno” a lo que nuestra alma realmente desea hacer.
Y aquí está la mejor parte: Si logro este cambio, el registro histórico (el video de mi vida) es reeditado, y el error es borrado completamente. Es como si nunca hubiera ocurrido.
Entonces mientras estaba sentada allí mirando mi iPod vacío, me pregunté: ¿Cómo funciona la teshuvá en realidad? Si hiciste algo mal, ¿Cómo puede ser borrado?
Y luego me di cuenta: Cuando presionas ese botón, el botón de la teshuvá sincera, cuando transferimos nuestros sentimientos sinceros de arrepentimiento, cambia todo. Se borran completamente los archivos viejos. Desaparecen.
Todo lo que hay en el mundo físico es una reflexión del mundo espiritual. Si los archivos pueden ser borrados de un mp3 para siempre, de manera permanente y sin posibilidad de recuperarlos, entonces mediante el poder de la teshuvá, Dios también puede borrar todas nuestras equivocaciones del software espiritual hasta el punto en que la lista de reproducción titulada “Errores” queda totalmente vacía.
Pero esto va incluso más allá. La teshuvá no sólo borra los errores, también los convierte en acciones positivas (mitzvot). ¿Cómo funciona este asombroso trabajo de transformación? Cuando nuestro error se convierte en la inspiración -el catalizador- para la reflexión y para el crecimiento personal, ese error original ocupa ahora un lugar positivo en nuestra vida. De esta manera, el “error” se transforma en una “mitzvá”.
Imagina tu iPod pasando de tener 30 canciones a 400 o más (¿millones? ¿billones?). Imagina todas las canciones, audio libros fotos hermosas que alguna vez soñaste tener, organizadas todas en increíbles listas de reproducción. La teshuvá realmente funciona. Puede borrar, reemplazar y limpiar todos nuestros errores, enviándolos al cubo de basura del ciberespacio espiritual.
Fuente: Aish HaTorah

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