martes, 1 de marzo de 2011

EL VANDALISMO DIPLOMATICO DE OBAMA



Por Con Coughlin

Barack Obama ha logrado su ambicion de hacer del Medio Oriente la pieza central de su politica exterior. El problema es que lo ha hecho por todas las razones equivocadas.
En junio de 2009, el Presidente de los EEUU subió al escenario en la Universidad de El Cairo para revolucionar la relación de Washington con el mundo árabe. Excepto que en su famoso discurso, la intención primaria de Obama al abogar por un "nuevo comienzo" fue revivir el moribundo proceso de paz entre israelíes y palestinos.
Llenar de combustible los levantamientos populares del tipo que ahora estan barriendo los lejanos rincones del mundo árabe no estuvo en su agenda. El presidente Obama declaró explícitamente que "ningún sistema puede o debe ser impuesto a una nación por otra."
Ahora casi no pasa un día sin que el Sr. Obama haga una intervención pública para el cambio de régimen en Medio Oriente. Comenzó en Túnez, donde el presidente dio su respaldo al movimiento de reforma que derrocó a Zine El Abidine Ben Ali. Obama también respaldó tardíamente las protestas contra el gobierno en la Plaza Tahrir, que condujeron al derrocamiento de su antiguo anfitrión egipcio, Hosni Mubarak. El apoyo de la Casa Blanca para los movimientos similares en países tan dispares como Bahrein, Yemen, Libia y Marruecos, en última instancia, podría dar lugar a resultados similares.
Pero precisamente cómo se encuadra el apoyo del Sr. Obama por los movimientos pro-democracia en las plazas de Medio Oriente con su objetivo final de la negociación de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos todavía no ha sido explicado. Si por ejemplo el Sr. Obama hubiese sido realmente serio respecto a lograr un acuerdo de paz entonces seguramente podría haber presionado menos por la renuncia del Sr. Mubarak. El ex presidente egipcio fue, después de todo, un firme aliado de los EEUU durante la mayor parte de tres décadas.
Aparte de respaldar los intentos de Washington por neutralizar el programa nuclear de Irán y hacer frente a Al Qaeda, el Egipto de Mubarak fue un actor clave en los esfuerzos para reunir a los negociadores israelíes y palestinos. El Cairo, mantuvo la presión sobre Hamas en Gaza y proporcionó apoyo político a Mahmoud Abbas, el batallado líder palestino. El compromiso del Sr. Mubarak con el proceso de paz en Medio Oriente, así como con el acuerdo de paz de su propio país con Israel era fundamental para el éxito del enfoque de Washington.
Pero nada de esto parece haber contado de mucho cuando el Sr. Obama lanzó su peso detrás de los manifestantes a pesar que la salida del Sr. Mubarak podría tener consecuencias nefastas para la política exterior de EEUU. El Sr. Obama es un gran defensor del cambio, como hemos visto durante su campaña electoral presidencial. Pero proponer cambios a la forma en que una democracia madura como Estados Unidos se gobierna es una cosa: estimular a países como Egipto, que nunca han conocido un gobierno democrático adecuado, para que haga lo mismo es otra cosa completamente y llena de riesgos.


Por el momento todo lo que el apoyo de Obama a los manifestantes en Egipto ha logrado es el establecimiento de una junta militar que suspendió la constitución y disolvió el Parlamento. Los comandantes militares del país insisten en que están comprometidos con la celebración de elecciones democráticas libres y justas a finales de año. Si eso sucede, la Hermandad Musulmana, el mejor organizado de los partidos políticos de Egipto, que está en estrecho contacto con los islamistas en la región y en Europa, será uno de los principales contendientes.
El Medio Oriente ha ido por este camino antes, en Argelia y los territorios palestinos, donde el apoyo de Occidente para el proceso democrático resultó en la elección de los islamistas que se oponen a la democracia y los intereses occidentales. Dada la naturaleza conservadora de la institución militar de Egipto, es poco probable que tolere ese resultado. Ellos, después de todo, han pasado la mayor parte de los últimos 20 años combatiendo a los terroristas islamistas que han tratado de socavar la economía de Egipto, atacando lugares turísticos populares entre los occidentales.
El vandalismo diplomático de Obama de abandonar al Sr. Mubarak es seguro que dejará una impresión en otros importantes aliados regionales de Estados Unidos. Para empezar, el gobierno de Obama puede decir adiós a cualquier esperanza de persuadir al Primer Ministro, Benjamin Netanyahu de convertirse en un "socio para la paz." Más que nunca, los israelíes sienten que no pueden darse el lujo de correr riesgos, ya que ellos ya no pueden contar con el apoyo de Washington. Pocos miembros del gobierno israelí creen que es en el mejor interés de su país negociar tierra, o sea profundidad estratégica, por un acuerdo de paz con un liderazgo palestino que está aterrorizado por la sombra intimidante proyectada por Hamás.
Los sauditas, que han apoyado el proceso de paz, también se mostraron indignados por el tratamiento de Washington a Mubarak. El régimen saudita podría no ser del agrado de todos, con sus espeluznantes ejecuciones públicas, amputaciones y flagelaciones. Pero incluso el Sr. Obama tiene que entender que si la Casa de Saud fuera a ser derrocada por una revuelta popular, lo más probable es que sería sustituida por los islamistas fanáticos y anti-occidentales, cuya contribución a la paz mundial hasta la fecha ha sido la creación de los talibanes y Al Qaeda.
Y qué pasa con el impacto de la agenda de Obama a favor de la reforma en un país como Bahrein, que proporciona a la Quinta Flota de los EEUU su base principal en el Golfo? Durante gran parte de la última década el rey Hamad, el monarca sunnita, se ha resistido a los intentos por parte de los Guardias Revolucionarios de Irán de infiltrarse en el país de mayor población chiíta. Ahora, las modestas fuerzas de seguridad de Bahrein se encuentran encerradas en las protestas callejeras violentas con manifestantes chiítas exigiendo el cambio de régimen, un hecho que seguramente traerá sonrisas a los rostros de los ayatollahs en Teherán.
Tampoco es en absoluto cierto que los países post-revolución como Túnez serán más favorables a Occidente. En su visita a Túnez la semana pasada, el Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, William Hague recibió una dura andanada de protestas estudiantiles que señalaban que, hasta solo unas pocas semanas atrás, Inglaterra había sido un firme aliado de su corrupto ex presidente.
El Sr. Obama ha dejado al genio de la democracia fuera de la botella, y sería reconfortante pensar que él sabe lo que está haciendo. Pero en realidad no se ve en esa forma.

El Sr. Coughlin es editor ejecutivo extranjero del Daily Telegraph de Londres y el autor de "El Espectro de Khomeini" (Ecco 2009).

Fuente: The Wall Street Journal- Este artículo fue traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba.

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