martes, 8 de marzo de 2011

Notable y Citable

Leon Wieseltier escribiendo en el New Republic el 2 de marzo:

Mientras los dictadores caen, también caen los clichés. El Cairo y Túnez y Trípoli están llenos de fragmentos de lugares comunes acerca de lo que es posible e imposible en las sociedades árabes, en sociedades cerradas. El análisis civilizacional se encuentra en ruinas. El idealismo, siempre burlado en forma barata, resulta ser una poderosa forma de causalidad histórica, tan perturbador del orden establecido como cualquier cambio económico o tecnológico, e incluso más beneficioso. La estabilidad, el dios falso de los corazones duros, ha revelado ser temporal, quimérica, provisional, hueca, donde los acuerdos sociales no son decentes o justos: la estabilidad de la injusticia, aunque puede durar mucho tiempo, es esencialmente inestable. Es delicioso ver a los realistas culpables de ilusiones, oírlos pronunciar las palabras en las que solían ahogarse. (Si hay una cosa que los realistas saben cómo hacer, es girar.)
Los levantamientos árabes han sido heurísticamente útiles: han puesto de manifiesto la falta de preparación intelectual, la falta de imaginación histórica, la falta de aspiración moral, aquí en casa. Cuento con el presidente entre los estadounidenses que se hunden en los estereotipos y los dogmas, aun cuando la buena gente en la Casa Blanca quiere que ustedes sepan que él es de algún modo un héroe de esta primavera. A estas alturas, después de Teherán, Túnez, El Cairo y Trípoli - un patrón presidencial ha sido establecido. La reticencia de Obama a liderar y establecer a Estados Unidos fuerte e incontrovertiblemente como el aliado de los movimientos de liberación, se debe a muchas cosas, pero sobre todo, creo, es el resultado de ciertos supuestos convencionales acerca de la gestión histórica de Estados Unidos en el mundo en desarrollo. En casi cada uno de sus pronunciamientos sobre los logros valientes de las liberalizadoras multitudes en "la calle árabe" (ahora uno honorífico!), Obama sigue insistiendo en que no tuvimos nada que ver con esto, que hicieron todo esto por su cuenta, que la democracia árabe no debe ser el trabajo de los Estados Unidos o cualquier potencia extranjera. El teme a la acusación de nuestra influencia. No obstante todas sus garantías de un mundo nuevo, el está perseguido por el fantasma del imperialismo.
Fuente: The Wall Street Journal- Esta nota fue traducida especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba

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