CADA IEHUDI PUEDE CONVERTIRSE EN
EN UN MISHCAN PARA HASHEM
“Estas son las cuentas (de los donativos) del Mishcán (Tabernáculo), el Mishcán del Testimonio, que fueron calculadas por medio de Moshé” (Shemot XXXVII 21). Así comienza la Perashá de la Semana. Es conocido el comentario que analiza las palabras de HaShem: “Y haréis para Mí un Mishcán y moraré dentro de ellos”, que no está escrito: “dentro de él” (del Mishcán), sino “dentro de ellos”, dentro de cada uno y uno de los integrantes del Am Israel. Pues depende de cada Iehudí, y de sus sentimientos, que se convierta en un Mishcán individual para HaShem.
El Creador se conduce con la persona, de la misma manera que la persona se conduce con Él. Por eso HaShem fue comparado a la sombra: Y en tanto un Iehudí se esfuerce para adquirir Santidad, del mismo modo HaShem se acercará para morar en su interior. HaShem protegerá a este Iehudí como protege el Mishcán, y le demostrará amor como el amor que profesa un padre a su hijo. El Or Hajaim Hakadosh escribe que cuando el Pasuk dice que habló Moshé con HaShem “cara a cara, y como habla un hombre con su compañero”, se refiere a que, en la misma proporción en que Moshé buscaba acercarse a HaShem, Él se comunicaba con Moshé y lo protegía. Porque así sucede en la vida del Iehudí: Del mismo modo que se pretende elevarse espiritualmente, del Cielo lo ayudan para su propósito, teniendo en cuenta su voluntad. Cuando el Pasuk dice que Moshé hablaba con HaShem “cara a cara”, no significa que eso literalmente sucedía, sino que la Torá se expresó en sentido figurado, tomando como referencia el dicho: “Así como el agua refleja la misma cara frente a la otra, el corazón de la persona encontrará otro igual en su compañero”. El corazón percibe lo que los ojos no ven. El odio y el amor hacia otra persona no depende de lo que ésta muestre, sino de lo que esta persona sienta. Nadie entrega su afecto a quien no siente que no es correspondido. El hombre se dispone a ser “amigo” y “compañero” del otro, cuando este otro muestra reciprocidad. Y esto no se percibe con los ojos, sino con el corazón.
La misma relación se da ente la persona y Su Creador. El hombre encontrará a HaShem en la medida que lo busque. El hombre verá en HaShem “el mismo rostro” que él le presenta y “el mismo corazón” con el que él sienta. Si la persona quiere y ansía satisfacer la Voluntad del Eterno, no le debe caber ninguna duda de que también HaShem lo quiere y que le complacerá sus pedidos.
Y esto es lo que se desprende de lo antepuesto: En manos de la persona se encuentra la manera de comprobar cómo y cuánto HaShem lo quiere, pues solo basta con fijarse cómo y cuánto la persona anhela acercarse a HaShem, a Su Torá y a Sus Mitzvot, y tendrá, en la medida exacta, la respuesta a su duda.
Relacionando todo esto con nuestra Perashá, el Pasuk dice: “Éstas son las cuentas del Mishcán”, se puede interpretar también como: “Éstos son los queridos del Mishcán” (la palabra hebrea “Pekudé”, que significa “cuentas”, puede traducirse también como “queridos”). Es decirlos queridos que son considerados por HaShem como un Mishcán individual, como dijimos al principio, son aquellos que, asimismo, tienen a HaShem en su consideración permanentemente. Y el corazón del Iehudí es el “Mishcán del testimonio”; el que atestigua que HaShem lo quiere, si a su vez él quiere a HaShem. En el primer Pasuk hemos dicho que las cuentas del Mishcán fueron calculadas “por medio de Moshé”. Pues solo mediante la Torá el Iehudí conoce los Caminos que conducen al Servicio del Eterno y a su fidelidad.
El Iehudí que cuenta con Torá como su única guía para la vida, y cuida y practica las Mitzvot, puede estar seguro de que HaShem lo ama, y su cuerpo se convertirá en un Mishcán donde la Divinidad escogerá como Su Morada.
(Condensado de Ie-arí Udbeshí – Pekudé)
LA IMPORTANCIA DE SABER
AGRADECER EL BIEN
El edificio del Servicio al Eterno está cimentado sobre la base del reconocimiento del bien; así figura claramente en todos los Libros Sagrados. La persona debe mostrarse agradecida por todas las bondades que recibe, y por eso debe adquirir el compromiso de cumplir con las Mitzvot y las Leyes de Nuestra Torá. Prueba de ello, es que el primero de los Diez Mandamientos, que alude a la toma de conciencia de la Unicidad de HaShem con las palabras: “Yo soy HaShem, Tu D-os…”, menciona seguidamente la razón por la cual debemos cumplir la Mitzvá: Porque “Soy el que te sacó de Egipto, de la casa de la esclavitud”. Ésta última frase no tiene otro objeto más que el de despertar el sentimiento de ser bien agradecidos.
Escribieron nuestros Sabios: “Todo el que no reconoce el bien que recibe de su prójimo, termina desmintiendo las bondades de HaShem”. Este dicho fue magníficamente interpretado por uno de los grandes filósofos de Nuestro Pueblo el rab Nahum Zeeb Zywu ZTz”L, de la siguiente manera:
El hombre se conduce en todos los aspectos según los rasgos de su personalidad. Si es iracundo, en cualquier situación que le provoque ira, se alterará. Si es presumido, manifestará vanidad ente la más mínima cualidad. Si es bondadoso, así se mostrará ante cualquier circunstancia, y si es cruel, con crueldad actuará casi siempre. El hombre no puede conducirse aplicando una cualidad de su prójimo, si aquel carece de ella. Por eso, cuando alguien es desagradecido, no solo lo es respecto a otra persona, sino que también lo será respecto a Su Creador. Y no habrá diferencia, porque como el desagradecimiento está arraigado en su ser, también será desagradecido cuando piense en HaShem.
En cambio, si la persona es un eterno agradecido a HaShem y sabe que todo se lo debe a Él y que no existe la manera de pagarle por tantas bondades, este sentimiento se desarrollará en su interior, y aflorará en cada ocasión que se vincule con Su Creador, ya que cuando ofrende un korbán (Sacrificio Ritual), o cuando pronuncie una Plegaria. De esta manera, la persona pasa a ser “el que otorga”, y HaShem (en sentido figurado), “el que recibe”. Y ésa es la más grande categoría espiritual a la que puede acceder el ser humano, cuando se apega el que otorga con el que recibe, consolidado el verdadero y completo concepto del amor.
(Extraído de Mijtab Meeliahu II 50)
HALAJOT “ARBA PERASHIYOT” (*)
Las cuatro lecturas especiales del Séfer Torá que preceden al mes de Nisan.
1. Nuestros Jajamím establecieron que cada año debemos leer cuatro Perashiot especiales, desde Rosh Jodesh Adar hasta Rosh Jodesh Nisán, para hacernos recordar cosas muy importantes para nosotros:
2. La primera Perashá es “Shekalim” y nos recuerda la Mitzvá del Majatzit Hashékel (medio Shekel).
3. La segunda Perashá es “Zajor”, en la que recordamos el suceso en el que el pueblo de Amalek atacó al pueblo de Israel después de que este salió de Egipto. Esta lectura se lee el Shabat antes de Purim, ya que Hamán Harashá era descendiente de Amalek, y por lo tanto recordamos primero este suceso antes de festejar Purim.
4. La tercera lectura es la que corresponde a “Perashá Pará” (la vaca roja), la cual servía para purificar a los impuros. Y como en el año en que el pueblo de Israel salió de Egipto se purificaron antes del mes de Nisán, nosotros también recordamos este suceso antes de este mes.
5. La última lectura es “Perashá Hajódesh”, que se lee en el Shabat anterior a Rosh Jodesh Nisán (o el mismo día de Rosh Jodesh, cuando este cayó en Shabat) para santificar este mes que es el primer mes del calendario Judío, y también para leer las leyes correspondientes a la fiesta de Pesaj que se aproxima.
(*) Perashiot es el plural de la palabra hebrea Perashá. Y es necesario aclarar que las Perashiot que aquí se mencionan no vienen a reemplazar a la Perashá del Shabat correspondiente, sino que son fragmentos, cuyos temas guardan relación con la fecha hebrea, y se leen después de la Perashá de turno en un Séfer Torá adicional.
(“HAMAOR”; Tomo 2; Kolel MAOR ABRAHAM-KÉTER TORÁ; Ediciones HAMAOR-MÉXICO).-
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