martes, 4 de septiembre de 2012

La Cumbre del Movimiento de Países No Alineados es una victoria política de Irán

por: Maximiliano Borches (Desde Buenos Aires) HORIZONTE WEB OPINIÓN. En momentos donde el gobierno de la República Islámica de Irán enfrenta fuertes sanciones económicas y políticas por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos; se desarrolla en Teherán la 16º Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), con la presencia de más de 110 delegaciones de sus miembros permanentes, otros 45 representantes de países invitados y la presencia del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon. ¿Qué implicancias políticas reviste esta reunión, en momentos donde los tambores de la guerra, cada vez suenan más cerca de Irán? ¿Cuáles son los verdaderos orígenes de las nuevas amenazas de guerra en el Oriente Medio?
Debido al desarrollo de su plan de generación de energía nuclear, las distintas potencias occidentales –con Estados Unidos a la cabeza- vienen imponiendo distintas sanciones contra la República Islámica de Irán. En este intento de aislarlo políticamente de los principales centros del poder económico mundial, Teherán se convirtió en la sede de la 16º Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), demostrando sagacidad política para romper con los intentos aislacionistas de la potencia hegemónica mundial. La 16º Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), que se desarrolla hasta el 31 de agosto en la ciudad de Teherán, es –en principio- una victoria política del régimen teocrático iraní, ante las distintas embestidas políticas y económicas que de manera ininterrumpida –y cada vez con más fuerza- recaen sobre el país persa, desde el asiento occidental de las grandes potencias mundiales. La presencia de más de 110 representaciones gubernamentales de los miembros permanentes del MPNA, más 45 funcionarios de países no miembros, que acuden como invitados especiales, y la destacada presencia del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon; reflejan, en primera instancia, que el gobierno de Irán, representado políticamente por su presidente Mahmoud Ahmadinejad, no esta tan solo, como a Estados Unidos, Israel y algunas potencias occidentales les gustaría. Y esto responde, en primera instancia, a dos hechos fundamentales: la no demostración –aún- por parte del eje occidental de que Irán, efectivamente, se encuentra en proceso de creación de armas de destrucción masiva (atómicas) y del rechazo que buena parte de la comunidad internacional, hace de las constantes amenazas de guerra por parte de Israel y su aliado del país del Norte de América; en momentos donde el diálogo y la conformación de nuevos espacios políticos y económicos regionales, subregionales e intercontinentales –básicamente entre los países definidos como “economías emergentes”- son el eje principal de las relaciones internacionales, en estos tiempos de crisis financiera y económica global. Luego de las experiencias militaristas de Irak, Libia y actualmente de Afganistán, cada vez quedan menos dudas que el objetivo prioritario de las potencias mundiales –y en particular de los Estados Unidos, que enfrenta en términos económicos a otro gigante: China, por el control de la economía mundial- es el control y la explotación de los recursos naturales estratégicos no renovables, y en este sentido, cabe recordar que por el Estrecho de Ormuz (desembocadura natural del Golfo Pérsico en el Océano Índico) pasa prácticamente el 45% de la exportación global del crudo para la conversión de sus distintos derivados, y en términos de control geopolítico, esa boca de afluencia del comercio mundial del petróleo es controlado –de facto- por Estados Unidos y sus aliados e Irán. Por otra parte, y desde el lado del gobierno del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu; la crisis social y económica que atraviesa por estos días al joven Estado judío, ya se cobró la inédita muerte de tres manifestantes que se autoinmolaron al estilo bonzo, como modo de manifestarse ante el reclamo de mayores políticas públicas que den solución a los acuciantes problemas que generan la desocupación, la falta planes de viviendas y la baja en la calidad sanitaria y educativa a nivel popular; sin que hasta el momento el gobierno de coalición israelí, ofrezca alguna salida razonable a la crisis económica, demostrando su incapacidad para atender los reclamos de su propia sociedad, que desde hace un tiempo comenzó a movilizarse masivamente al notar como decaen los beneficios que les propiciaba su ex “Estado de bienestar”, que supo ser –durante décadas- un baluarte de la sociedad israelí. Basta de doble moral La guerra, y los fantasmas de la misma, siempre sirvieron a los estados para generar cohesión interna, tanto en situaciones de crisis política como económica y social. En este sentido, la función que vienen ejerciendo los principales medios de comunicación a escala planetaria, junto a las Agencias de prensa que monopolizan la mercancía informativa en pos de sus intereses económicos, y los de sus aliados (todas ellas europeas y estadounidenses) , dan cuenta de la “necesidad” (digamos…) de ir a la guerra contra un pueblo que transita su cotidianidad sobre millones de centímetros cúbicos de gas y toneladas de petróleo; con el fin de “liberar” y “extirpar una amenaza mundial”. En este sentido, siempre es bueno recordar que el centro de tortura a cielo abierto, que es la ilegal base naval de Guantánamo –ubicada al Este de Cuba- pertenece a los Estados Unidos, y es este mismo país –junto a Israel- quienes no suscribieron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, teniendo ambos en sus arsenales, este tipo de armas de destrucción masiva. La política de “doble rasero”, o “doble moral”, es una constante en las potencias mundiales, tanto principales como medianas, pero es en casos como estos es donde cobran mayor impulso. Los pueblos que contamos con recursos naturales no renovables: una parte importante de países asiáticos, otros de ciertas zonas de África y Latinoamérica, debemos estar muy alertas a estas políticas de “doble rasero”, ya que por experiencia histórica sabemos muy bien cuál es el verdadero objetivo de las potencias mundiales. ¿Cuántas veces, en nombre de la libertad, la democracia y el progreso; se han exterminado pueblos enteros y han arrojado a otros a la barbarie que imponen le explotación y la dependencia económica y política? La salida política, tiene que ser por la vía del diálogo y el respeto soberano; este es el gran desafío de la comunidad internacional ante las distintas amenazas de muerte y destrucción de los fundamentalismos religiosos y laicos que controlan a distintos gobiernos en el mundo.