La Yihad, el terror rentable
Educando para el futuro. Nuevas generaciones sin solución
En la lucha antiterrorista hay un arma tan importante como el caza de combate. No es tan letal pero a largo plazo es decisivo: el bolsillo. «Localizar y dañar sus vías de financiación es vital para evitar atentados y, a largo plazo, frenar su expansión. Se debe conseguir excelente información y actuar a nivel judicial y económico», afirman a EL MUNDO fuentes de la Inteligencia israelí que no se muestran sorprendidas por el liderazgo del Estado Islámico (IS, en inglés) en el ranking de los 10 grupos terroristas más ricos del mundo.
La lista -encabezada por el grupo de Abu Bakr al Bagdadi, con unos ingresos anuales de 2.000 millones de dólares, y el palestino Hamas (1.000 millones)- muestra que el dinero no sólo mueve el mundo sino también el terror. Dólares para pagar a sus activistas, comprar armas, albergar campos de entrenamiento y garantizar, como cualquier otra empresa, el mantenimiento diario.
Publicado por la revista Forbes Israel, el top ten está copado por movimientos de índole yihadista. Las únicas excepciones, FARC e Ira Auténtico. Como en la clasificación de la Liga de fútbol, todos los "equipos" ven con envidia y lejanía al indiscutible líder. Sin duda alguna, IS lo es convirtiéndose, según la publicación, "en el grupo terrorista más rico de todos los tiempos". Expertos citados creen que controla el 60% de las reservas de petróleo en Siria y de siete refinerías de gas y petróleo en Irak. Pese a que vende el petróleo en el mercado negro con un descuento del 40% al 75% del precio normal, IS obtiene de uno a tres millones de dólares diarios, según fuentes del Tesoro de EEUU o de la Inteligencia israelí.
Extorsión, ingresos por secuestros, donaciones de organizaciones islamistas, impuestos y multas a los habitantes de las zonas que controla, robo y venta de valiosas piezas de antigüedad y atracos forman parte del paquete de instrumentos de la milicia que pretende instaurar un califato islámico. Sólo en el último año, IS habría recaudado 125 millones de dólares a cambio de la liberación de los rehenes extranjeros.
«Con todos los recursos económicos que ha conseguido controlar, IS depende de la cooperación con el exterior. Su petróleo, por ejemplo, lo vende también a Turquía y por tanto colabora con él, lo que es preocupante», afirma a Forbes el ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional israelí, Giora Eiland.
Hamas no dispone de pozos de petróleo pero sí de un bien incalculable: un régimen. La fecha clave para su llegada a la cima de esta liga fue junio de 2007, cuando expulsó de Gaza a Al Fatah y tomó el control.
El grupo islamista se ha hecho con hasta el 15% de las actividades económicas de Gaza valoradas en 3.000 millones de dólares. En los primeros tiempos de bloqueo israelí, iniciado hace siete años, fuentes palestinas afirmaron a este periodista que Hamas recaudaba 20 millones de dólares al mes por los impuestos a los dueños de los túneles de contrabando entre la Franja y Egipto. Según un informe del Washington Institute for Near East Policy, los dirigentes de Hamas multiplicaron por 13 sus ganancias entre 2005 y 2010.
La revista autora del ranking apunta que se ha beneficiado también de la ayuda exterior a Gaza. Hamas se volcó en una amplia gama de negocios (inmobiliario, bancos, seguros) con «tácticas propias de la mafia». El investigador Eyal Ofer relata: «Hamas compró una sala para actos festivos, un sector que produce mucho dinero en Gaza. Poco antes de la compra, los dueños de otras salas de la zona sufrieron varios accidentes».
En los últimos años, Qatar ha sido la principal financiadora de Hamas con transferencias de centenares de millones. Sobre todo, tras la salida del grupo de Siria debido a la guerra civil. El líder islamista Jaled Meshal es acusado por israelíes y por opositores palestinos de haber amasado una ingente fortuna en su exilio de Doha, con cuentas abiertas en bancos de Qatar y de Egipto.
Si Hamas se ganó el bolsillo qatarí, Hizbulá siempre ha contado con el iraní, que le inyecta 250 millones de dólares al año. Forbes destaca la producción y venta de drogas como «la joya» de los negocios del grupo chií libanés. «Sus actividades de crimen organizado como venta de armas, blanqueo de dinero y narcotráfico se extienden por todo el mundo incluyendo zonas de Europa, Sudamérica y África».
«Hamas e Hizbulá recaudan dinero no sólo para sus acciones terroristas sino para su amplia infraestructura social, política y religiosa, que incluye universidades, clínicas y organizaciones sociales», nos dice el experto Ely Karmon.
El primer grupo sin color islámico es el colombiano FARC. Los 600 millones anuales que le dan el tercer puesto se deben al narcotráfico (en concreto, cocaína) aunque también a rentables actividades como secuestros, extorsión a las compañías mineras y lo que llaman «protección».
Los grupos de esta selecta lista usan las bombas y en el caso del Estado Islámico, decapitaciones para imponer sus objetivos, aunque desde el punto de vista económico emplean los métodos de cualquier banda criminal. De ahí que no sea tan surrealista el precedente de Al Capone (condenado por evasión de impuestos) como guía para desmontar sus imperios financieros.
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