martes, 4 de noviembre de 2014

Nunca tal mal

Las reuniones con labios apretados y cara de pocos amigosLas reuniones con labios apretados y cara de pocos amigos
Parecería que la sabiduría que da el sillón presidencial es hereditaria. La poltrona que acaba de abandonar Shimon Peres y que ha pasado a ocupar Reuven Rivlin, ilumina a su usuario. Como todo recordamos, durante su vida como político y activo dirigente del Likud, don Reuven, ocupaba posiciones bastantes extremas y de derecha respecto a la soberanía de Jerusalén y los territorios de Judea y Samaria. En un principio fue participe de una Gran Israel del Mediterráneo hasta el Jordán y luego algo más moderado aceptaba de algo de autonomía hacia los palestinos.
Esta semana, desde Varsovia (Polonia), en viaje oficial, hablando para la radio del Ejército, manifestó textualmente, refiriéndose a la crisis actual en las relaciones entre Estados Unidos e Israel hoy día “los lazos entre ambos países son primordiales para la política de RR.EE del país”. Agregando luego: “Esta se basa (refiriéndose a la política exterior de Israel) en tres principios: el primero, son las relaciones con Estados Unidos, el segundo son las relaciones con Estados Unidos y el tercero, y no menos importante, es las relaciones con Estados Unidos”. Sabio pensamiento.
Desde los días del nacimiento del Estado, USA estuvo muy vinculado al acontecer en Israel. Cuando se aprobó en las Naciones Unidas la partición de Medio Oriente, e Israel decidió la creación del estado, el Presidente de esa potencia, Harry S. Truman, viendo la resistencia que tal medida provocaba en los países árabes “le sugirió” a David Ben Gurión que pospusiera la medida. Todos conocemos la resolución del “Viejo”, y el 14 de mayo de 1948 nacía una nueva nación a la faz de la tierra.
Luego también hubo muchos motivos de encontronazos. Durante la Guerra del Sinai, en 1956 cuando Israel se enfrentaba con Egipto con el apoyo de Gran Bretaña y Francia, EE.UU. y Rusia ordenaron suspender las hostilidades. Mucho no gustó tal medida en Israel, pero se debió obedecer la misma. A posteriori, cuando se sucedían las Guerras de los Seis Días, en 1967, la misma también tuvo que terminar cuando EE.UU. obligó a Israel a finalizar esta. Ya en 1973 con la Guerra de Yom Kipur, la situación se repite. Cuando Israel es atacado a traición, con miles de víctimas entre sus filas y ya recuperando terreno, vuelve a ocurrir lo mismo. El General Ariel Sharon tenía cercado al ejercito de Egipto al borde oeste del Canal y 10.000 soldados egipcios no contaban ni con armas ni alimentos, ante la insistencia de USA, se levanta el cerco y se permite volver a los mismos a su tierra de origen.
Ya en épocas más reciente, durante las presidencias de Richard Nixon, Gerald Ford y Jimmy Carter las relaciones tienen puntos muy conflictivos. A pesar de ello, en 1978 se logra firmar los acuerdos de Camp David que son el punto de partida de la paz con Egipto.
Con la llegada de Ronald Reagan y luego George Bush padre, los vínculos se vuelven más estrechos y se puede considerar que estos presidentes se sienten hermanados con sus colegas de Israel. Se pone de manifiesto que cuando gobiernan los republicanos la conjunción es mucho mejor.
Bill Clinton, a pesar de sus sonrisas y de hablar de “Javer” sobre Isaac Rabin en su entierro, no fue muy proclive a mejorar las relaciones, y como todo Demócrata trató de demarcarse de la política israelí. Pero los contactos se vuelven super fluidos durante el período que George Bush hijo, asume el poder.
Se mantiene la gran paradoja. Se estima que el 70 % de los judíos residentes en EE.UU. votan a los demócratas y que los que lo hacen por los republicanos no superan al 30 %, pero aun así, los presidentes republicanos mantienen mejores relaciones con Israel.
Con la llegada de Barack Hussein Obama al poder, de la mano del partido demócrata, las relaciones llegan a su punto más bajo. Obama no simpatiza con la causa judía ni con los líderes de Israel.
Como ya dijimos, esta no es una novedad, pero es la primera vez que se conjugan diversos factores ajenos a los que por costumbre vienen a coincidir. Existe un distanciamiento personal entre el Presidente de USA y Benjamín Netanyahu. Basta ver sus rostros cuando se encuentran y se puede distinguir claramente los gestos de desagrado del presidente americano. Por otro lado, Bibi lo mira con un aire de suficiencia que no parece acorde a figuras en estos niveles. Los encuentros son forzados y cuando no queda más remedio. Ya en un pasado no muy remoto, se filtró una charla entre Obama y Nicolás Sarkozy en donde ambos llamaban al ministro de Israel, mentiroso. Luego Obama aclaraba “no me lo va a decir a mí que lo tengo que tratar casi diariamente”. Frente a esa realidad, poco hay que hablar.
El gran problema de Israel es que en estos momentos la política exterior se basa pura y exclusivamente en el movimiento interno. La línea externa está demasiado influenciada por las presiones internas. Netanyahu esta jaqueado por la derecha y como desea seguir ejerciendo como Primer Ministro va cediendo a sus lineamientos. Hablar de la Gran Israel o seguir construyendo en Jerusalén Este está mal visto por todos los países democráticos del mundo. Y ni que contar por los árabes – musulmanes no democráticos. Seguir así puede llegar a convertirnos en parias del mundo. Una situación similar a la que vivió Sudáfrica a fines del siglo pasado. No es inteligente seguir con esa postura. Hay que decir que si, y luego esperar que los palestinos planteen situaciones que no serán aceptadas. Cuando se pueda ver una luz al final del largo túnel, los palestinos volverán con su conflictiva Ley del Retorno. Ese tema todo el mundo comprende que es intratable. Que se llegue a ese punto y que la traba sean ellos y no nosotros.
Pero volviendo a las declaraciones de Reuven Rivlin, este está en lo cierto. EE.UU. es nuestro aliado natural y muy poco podrá hacer Israel para defenderse a nivel mundial si el apoyo desaparece. La gran potencia americana es un respaldo en todo momento y sobre todo al ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas puede vetar las resoluciones cuando se pretende condenar a Israel. El 50 % de los proyectos de resoluciones que ese cuerpo emite es para condenar a Israel. Para ellos nuestro país es el culpable de todos los males del mundo. Los miles y miles de muertos en otras latitudes no importan. Solo Israel es un violador de los derechos humanos.
No puede concebirse que Israel pueda perder el apoyo de los EE.UU. sin que esto signifique un duro golpe a sus posibilidades de existencia. Hablar que ahora la India, como pretende defender el ejecutivo, va a ser el nuevo aliado de Israel es un falta de sentido común y solo es un caramelo para endulzar otra mentira. Israel debe seguir manteniendo una armoniosa relación con la potencia americana. En enero de 2017 Obama terminará su mandato y volverá a su casa. El mundo seguirá su curso y es de esperar que los republicanos retomen el poder. Incluso el hijo menor de Bush suena como uno de los probables candidatos de ese partido. Hay que estar atentos y seguir n los acontecimientos. Esta semana habrá elecciones de renovación parcial de miembros del parlamento. Las encuestas no favorecen al actual presidente. Si estas se cumplen, sus pasos los próximos dos años serán muy difíciles. Dos años no es mucho tiempo en la vida de una nación. Ni Obama ni Netanyahu son permanentes. Hay que esperar que lleguen mejores tiempos. Pero mientras tanto, lo aconsejable es manejarse con mesura y sin tomar posiciones intransigentes. Es lo que harían los líderes inteligentes. ¿Los tenemos?
Cr. Víctor Vaisman

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