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La administración estadounidense se ha saturado de plazos y tiempos en el traumatizado Irak. A traves de esas maniobras, el presidente Obama busca crear una especie de realidad virtual alli donde no la hay y lo que se percibe es algo muy diferente a lo que pregona la Casa Blanca.

Washington ha decidido dejar Irak el próximo mes de diciembre. Mas allá que algunos festejen la partida de las tropas estaounidenses de combate, muchos se preguntan si no deberían permanecer allí un tiempo mas. En cualquier caso, la única verdad es la realidad y el repliegue de los EE.UU. pareciera estar lejano de la realidad que transita aquel país. Aun así, el presidente Obama abandona Irak, el país queda sin ningún gobierno consolidado, con unas fuerzas militares y de seguridad impredecibles y un profundo desencanto popular junto al temor de mudar de tirano (ya no esta Saddam Hussein) para cambiar de tiranía, esto ultimo es uno de los rasgos más notorios de la sensación que experimenta la ciudadanía iraquí sobre la estrategia estadounidense para su país, Obama les ha puesto claro que no es rentable ser socio de su administración y los que quedan allí saben que deberán pagar altos costes por el homicidio de la democracia iraquí perpetrado por el inquilino de la Casa Blanca.

Simulando poderío pero incapaz de ocultar su inconstancia, la administración nunca comprendió los tiempos de esta guerra, tampoco entiende la cosmovisión de los combatientes yihadistas dispuestos a morir matando el tiempo que sea necesario, aun si los muertos son sus conciudadanos iraquíes.

Cuando se oyen declaraciones de presidentes como el sirio, Bachar Al-Assad, asegurando que las políticas estadounidenses están cambiando para bien en la región (en relación al retiro ordenado por el presidente Obama), debería encenderse una luz de alarma. Es una obviedad deducir que Siria espera su turno para llenar el vacío dejado por la salida americana. Esto ya ocurrió antes en 1982 en Líbano y volverá a ocurrir. El escenario futuro es muy básico y no se puede ignorar que Irak será desmembrado, sus riquezas petroleras situadas al sur pasaran a manos de Irán, Siria se apoderara y brindara soporte a la insurgencia sunni desde el centro al norte y Al-Qaeda volverá con toda libertad de acción al este y noreste del país. Pobres gentes los kurdos del norte, sus días están contados. La inconstancia de Obama acaba de sentenciar a muerte aquel perseguido pueblo.

Históricamente el partido Demócrata y su cultura liberal, ha demostrado que es portador de ideas innovadoras pero impacientes, Jimy Carter decía: "Mañana o a más tardar pasado mañana”, así fracaso rotundamente en sus gestiones de paz en el conflicto palestino-israelí. El Oriente Medio ha sufrido durante mucho tiempo esta peculiar idea Demócrata de que si la mayor potencia del mundo quiere algo, de alguna manera se llega a obtener. En Irán, Gaza, Líbano y Siria, la realidad y los tiempos son absolutamente diferentes. Desafortunadamente, las políticas de 2003 no se han sostenido en el frente iraquí y la nueva estrategia de Obama para Afganistán no demorara en tambalear peligrosamente sobre una evaluación tan errónea como lo acontecido en Irak. El tiempo mostrara que esto es así y el final de Afganistán es lo suficientemente predecible.

De todos modos, no hay mucho por hacer para contrarrestar la inequívoca vocación autodestructiva de Obama. Lo cierto es que el ha roto con la vieja posición estadounidense de librar las guerras fuera y lejos de casa y con su decisión esta comprometiendo seriamente la seguridad interior de los EE.UU.

Hay un viejo refrán libanés que indica que "cuando todo lo que tienes es un martillo, el problema parece ser el clavo." Estados Unidos tiene un martillo poderoso, su fuerza militar, ella ha sido muy buena en la erradicación de bases y campos de entrenamiento terroristas de Al-Qaeda en todo Irak en el pasado. Sin embargo, la decisión del presidente Obama ha sido el repliegue y ante los hechos no hay razón para validar esta idea positivamente pues la sola financiación al gobierno iraquí y la capacitación de sus fuerzas de seguridad no evitara una victoria de los insurgentes ni la restauración de nuevas bases de Al-Qaeda en Irak. Sin presencia militar de EE.UU. Irak estará perdido y de camino a una guerra sectaria y tribal inevitable.

Si recordamos el ultimo discurso del presidente Obama en West Point, el declaró que Al-Qaeda y el taliban ya no operaban en plenitud en Irak y Afganistán. Esto seria cierto si el taliban y Ben Laden fueran notablemente estupidos, pero no lo son. Antes del 9-11, el taliban permitió que Al-Qaeda entrene en Afganistán y los estadounidenses ignoraban esa situación. Ahora saben que el taliban volvió y dispone de poder y que ayuda a Al-Qaeda no solo en Afganistán e Irak sino también en el Magreb. De nuevo Obama choca con la realidad, Al-Qaeda fue capaz de desarrollar y planificar terrorismo en Afganistán porque los Estados Unidos no estaban al tanto del peligro y por ello la historia registra el fatídico 9-11. Pero hoy no son pocos los generales americanos que saben lo que vendrá con la salida de Irak y algunos militares están manifestando públicamente dentro de los EE.UU. que no hay ninguna razón para descartar la idea de que Al-Qaeda vuelva a crear nuevas bases operativas como las que tenía antes del 9-11 y que América no reciba un nuevo y duro golpe del terror en su suelo.

En última instancia, la razón fundamental de la estrategia estadounidense en Irak es tan cuestionable como la de Afganistán. Estados Unidos no puede ignorar a ese país como lo hizo antes de septiembre de 2001 y debería seguir apoyando al gobierno iraquí frente Al-Qaeda y a los afganos frente al Taliban. Los Demócratas deberían comprender que el equilibrio es la clave en cualquier estrategia militar, las decisiones de su administración deben considerar los costos y los riesgos, porque solo así se evaluaran los beneficios. Aunque hoy en día, la estrategia estadounidense tanto en Irak como en Afganistán se percibe total y absolutamente fuera de equilibrio.