miércoles, 11 de enero de 2012

De la Guerra a la Paz. En la FDI se disponen para el día pos- Assad de Cidipal,

A continuación, la nota de Avi Issacharoff y Amos Harel, aparecida el fin de semana en el diario Ha`aretz (6 de enero, 2012).

Esta fue una semana, en Siria, algo menos rutinaria. Las manifestaciones contra el régimen continuaron y, el viernes pasado, el número de participantes contra Bashar Assad, alcanzó su récord de ciento de miles pero, la presencia de decenas de observadores árabes en el país, disminuyó en cierta medida el nivel de violencia de las fuerzas de seguridad. Así se redujo el número de muertos que, en lugar de 40-50 al día en promedio, alcanzó la semana, tras la llegada de los observadores, a 20-25 personas de promedio diario. El arribo de los inspectores, gente de la Liga Árabe, despertó una fuerte crítica por parte de los organismos de la oposición en Siria que sostuvieron que, su llegada, ayuda al presidente a permanecer en el gobierno. La designación de Mustafa al - Dabi, general sudanés que, según parece, fuera – como jefe de equipo - colaborador del genocidio en su país, despertó fuerte resentimiento. La semana pasada, Dabi logró sumar, entre los opositores al régimen, algunos enemigos cuando con la llegada del equipo a Homs dijo que, la situación en la ciudad era “bastante calma”, si bien reconoció que era precipitado sacar conclusiones, fue difícil comprender esos dichos tomando en cuenta la situación de Homs que, pocas horas antes de la llegada de los inspectores, fue blanco de la represión del ejército.

La Liga Árabe garantizó ayer el envío, en los próximos días, de un grupo adicional de inspectores en un intento por borrar la crítica hacia el organismo. El equipo de inspectores ya alquiló oficinas en algunas ciudades y anunciaron que tomarán testimonios a los habitantes sobre lo que sucede. Los habitantes de Hama se quejaron del temor a acercarse a las oficinas de la ciudad dado que, en la entrada, se emplazan las fuerzas de seguridad siria los que guardan registro de los ingresantes.

Organismos de inteligencia occidental dijeron que, a pesar de la relativa caída en la magnitud de la violencia, la tendencia en el terreno continúa y se afianza. Los miles de soldados del ejército de Assad se componen de cientos de oficiales. La semana pasada se registraron los primeros testimonios que, el ejército, ataca las regiones donde se concentran los hombres de la oposición por medio de fuego aéreo. Los servicios de inteligencia presumen que, en 2012, caerá Bashar en Siria pero no se comprometen con una fecha precisa. No queda claro que el propio Assad lo entienda así. Quienes siguieron la entrevista famosa, que brindó el presidente a la cronista norteamericana Barbara Walters, se impresionaron ante un hombre dentro de una especie de burbuja y a quien, aquellos que lo rodean, lo mantienen desconectado de información creíble sobre los que sucede en su país.

Pareciera que los distintos elementos de fuerza en Siria y sus vecinos ya se disponen al día después de la caída del régimen alawita. Es difícil encontrar, en el presente, a alguien en Medio Oriente dispuesto a sostener que Bashar Assad permanecerá en el gobierno por mucho tiempo más. La indicación más confiable - sobre la deteriorada situación de Assad- fue obtenida cuando un líder druso en Líbano, Walid Junblatt, que zigzagueó innumerables veces entre Siria y sus rivales, llamó a Irán y Rusia a apoyar los cambios en el régimen de Damasco.

Hace dos meses, los aliados de Assad en Irán comenzaron a expresar críticas a la política del Presidente sirio. Hace poco se refirieron, en público, a él como quien mantendrá el bastón de mando en Siria por muchos años más.

Es complicado evaluar por anticipado cómo se verá Siria tras la caída del presidente. No existe, en el presente, un cuerpo opositor destacado y reconocido que lidere las manifestaciones contra Assad, ni siquiera Los Hermanos Musulmanes. Es probable que, el factor más significativo en el espectro de grupos y personalidades considerados “opositores al régimen”, sea el Coronel Riad al - Assad, comandante del ejército Siria Libre. Ese es el nombre oficial de las fuerzas de guerrilla que funcionan contra el ejército de Siria. Al - Assad sostiene que, bajo su mando, se emplazan 23 pelotones pero, hasta el momento, parece tratarse de unidades de una dimensión cercana a divisiones con equipamiento militar anticuado.

Los diferentes grupos que componen la oposición siria lejos están de llegar a un acuerdo sobre el futuro de Siria, tras la caída de Assad. El intento, por generar un documento de entendimiento, tuvo su fruto el último sábado, después que los dos grupos centrales entre los opositores al régimen, “El Consejo sirio Nacional” y “La Comisión de Coordinación Nacional” firmaran un acuerdo por el cual se comprometen a crear un futuro democrático para Siria. Según el documento, tras la caída de Bashar se declarará un año de tránsito tras el cual se celebrarán elecciones al parlamento y a la presidencia, protegiendo a la libertad de culto para todos los ciudadanos sirios. Sin embargo, por motivos poco claros, los dos grupos que firman el documento no incorporaron a al - Assad y su gente. Un día después de la firma del acuerdo, miembros de ambos grupos y otros bloques de la oposición, se fueron desprendiendo del pelotón.

El intento por predecir sucesos sobre el futuro de Siria en la era post Bashar eleva algunas excitantes posibilidades. Esta semana, el Centro Jerusalem para Asuntos Públicos y Estado, encabezado por el Dr. Dore Gold, celebró un debate sobre el tema con presencia de expertos e investigadores del Centro de Asuntos del Medio Oriente. La posibilidad más extremista, según el sub- Teniente Dr. Shimon Shapira, quien fuera Secretario Militar de Biniamin Netanyahu en su primera gestión como Primer Ministro es que, un momento antes de la caída, Assad intentará “ser inscripto en el panteón del mundo árabe como quien se atrevió a iniciar la guerra contra Israel”; o sea, el presidente intentará lanzar misiles hacia Israel. Respecto a los posibles sustitutos de Assad, según Shapira, cabe suponer que surgirá una coalición de la elite sunita (dividida hoy entre grupos opositores radicados en Damasco y Turquía). A ella cabe agregar al ex vicepresidente, Abdul Halim Khaddam y el jefe del Consejo sirio nacional, Burhan Ghalioun. “Mi hipótesis es que la comunidad alawita perderá su fuerza y su posición tras la caída de Bashar. Existe otra posibilidad: el derramamiento de sangre entre las etnias que finalizaría con la conformación de la coalición sunita”.

Otro suceso extremo, que fue motivo de divisiones dentro del grupo de expertos, es la posibilidad que el nuevo régimen firme un acuerdo de paz con Israel. Según palabras de Shapira, si en Siria se emplaza un régimen que logra el apoyo de Washington, el gobierno norteamericano intentará conseguir un nuevo acuerdo de paz en el Medio Oriente. Tampoco niega la posibilidad que, el nuevo régimen, acepte todos los acuerdos de seguridad que Israel exigirá a cambio de la retirada plena del Golán, incluida la salida de las fuerzas sirias hasta Damasco. Samir Nassar, uno de los jefes del Consejo Nacional sirio dijo, en entrevista al Washington Times, que es probable que la nueva Siria acepte la iniciativa árabe de paz.

El General Jack Neria, ex asesor político del Primer Ministro Itzhak Rabin, sostuvo que no ve al nuevo régimen en Siria con voluntad de ser el primero de los nuevos regímenes en firmar el acuerdo de paz con Israel. Tampoco cree en la posibilidad que, Siria, se convierta en un estado de cantones, a partir de la conformación monolítica de su población (80% sunitas). Según sus consideraciones, la causa nacional Siria es muy fuerte, así como el componente laico. “La estructura civil de Los Hermanos, que había en Egipto en épocas de Hosni Mubarak, no existe en Siria”. Neria dice que, en presencia de la prevista debilidad del nuevo régimen en Siria, tampoco ve la posibilidad de una guerra con Israel en el horizonte. Zvi Mazel, ex embajador de Israel en Egipto, está convencido que, otra posibilidad que debe ser tomada en cuenta, es que Bashar, quien aún muestra capacidad de control sobre el ejército, logrará sobrevivir como parte de la nueva coalición que conformará Siria. Según Mazel, la suposición que, después de 6000 muertes, la oposición no aceptará dejar a Assad se apoya en la lógica árabe. “Existe la posibilidad que Bashar sea parte de la coalición de fuerzas y el traspaso del gobierno se concrete de modo supervisado y cauto. Además, es probable que, los alawitas, soliciten deshacerse de él y se unan a los sunitas, sin enfrentamiento étnico”, dice.

Todos los participantes del debate acordaron que, Hezbollah e Irán, serán los grandes perdedores de la caída de Bashar. Según Shapira, Hezbollah ya comenzó a prepararse para “el día después” y existe la sospecha que pasará parte importante de los misiles de largo alcance en su poder hacia el interior del territorio de Líbano, después que - en el pasado- fueran guardados en instalaciones del lado sirio de la frontera a fin de impedir una explosión israelí contra ellos. Cabe suponer que, parte de los materiales químicos en poder de los sirios, (uno de los acopiadores más grandes en su tipo del mundo), serán trasladados a poder de Hezbollah. Sin embargo no queda claro cómo actuará Hezbollah tras la caída de Bashar. Según el equipo de investigadores cabe la posibilidad del asalto militar, por parte de Hezbollah contra Líbano, aunque es posible la intervención política de la organización. Hace poco, Hezbollah comenzó a promover un cambio en el acuerdo de división étnica en Líbano de modo de otorgarle la representación que le corresponde a su fuerza en el sistema político (según el acuerdo, un ciudadano promedio chiita no puede ser designado a Presidente o Primer Ministro). Hezbollah puede proponerlo al actual parlamento, incluso pasar la propuesta por mayoría de votos, lo que anticipará la oposición (incluso violenta) cristiana.

Según Shapira, en caso que Hezbollah exija elecciones por el nuevo método y le permita elegir presidente podría estallar una guerra civil que lleve a la cantonización en Líbano. El sub Teniente Michael Segal, ex hombre de inteligencia que investiga el frente iraní, sostiene que la posibilidad que Assad caiga preocupa a las autoridades en Teherán. Sin embargo, según sus palabras, el despertar islámico en las calles de Medio Oriente, otorga a los iraníes una determinada compensación. En la región islamista, cabe suponer, les será más fácil consolidar el terreno a su disposición.

Según Segal, Irán invierte esfuerzos considerables a fin de hacer estallar al chiismo en su “patio trasero”, (Bahréin), en las regiones chiitas de Arabia Saudita y, en especial, en Irak. Allí, explica el equipo de expertos, Irán ubica recursos y esfuerzos parecidos a los que invirtió en Líbano en los años 80 del siglo pasado. No debe descartarse que Irak, tras la partida del ejército norteamericano, se convierta en un nuevo miembro del eje radical, liderado por Irán (en lugar de Siria).

La inestabilidad en el lado sirio se proyecta, en algunos aspectos, también hacia Israel. En el plazo inmediato ya se registraron, en mayo y junio pasados, dos intentos violentos por parte de manifestantes de atravesar la frontera en Ramath Ha- Golan, que terminó con decenas de muertos por disparos de las FDI. Es probable que, en otro momento, el fenómeno continúe a medida que se agrave el levantamiento interno en Siria e incluya intentos de atentados desde la frontera, tal como ocurre en Sinaí.

Israel sigue, con preocupación, tras la situación de los depósitos de armas del ejército sirio, tanto los misiles como los cohetes y el material bélico químico y biológico.

Aparece otro punto que, hasta el presente, solo atrae escasa atención: junto al rearme creciente en misiles y cohetes, Assad condujo - en los últimos años- un procedimiento de equipamiento con innovadores misiles de fabricación rusa; que pueden llegar a limitar, en cierta medida, la libertad de acción de la Fuerza Aérea israelí en el frente norte. La tensión en el ejército sirio, a la par de mejorar su capacidad, aumenta el riesgo a un enfrentamiento en el norte con aviones israelíes.

Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs

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