martes, 24 de enero de 2012

QUE NOS ESTA SUCEDIENDO?

¿Qué nos está pasando a los israelíes en estos últimos tiempos?. Divisiones permanentes, confrontaciones continuas y cada vez más profundas. Sin duda, y con mucha pena, debemos señalar que la sociedad se va resquebrajando. No vamos a descubrir nada si decimos que los problemas no son nuevos. Siempre han existido. Pero en estos momentos, han recrudecido y cada vez resultan más evidentes.

La sociedad se encuentra segmentada y nada parece unirla.

Los escándalos comenzaron a tomar volumen luego del lamentable acontecimiento ocurrido en BeitShemesh. No sólo es el escupitajo y los insultos a una niña, de familia religiosa, por un súper religioso ortodoxo, sino la actitud de toda, de una comunidad, contra gente que no piensa como ellos entienden que se debe pensar. Los problemas en BeitShemesh son de vieja data, pero ahora se ponen más en manifiesto. La solución planteada por el Ejecutivo, dividamos la ciudad en dos, no sólo no parece seria, sino que es contraproducente. ¿O también vamos a construir un muro dentro de la ciudad?.

Luego los acontecimientos se precipitan cuando otro religioso ortodoxo pretende obligar a una mujer a viajar en la parte posterior de un autobús inter urbano porque él se siente incómodo. Sin duda las mentes retorcidas provienen todas del mismo sector. Ya existen líneas donde viajan en forma separadas los hombres de las mujeres. Es una actitud que bajo ningún concepto puede permitirse, sobre todo cuando el transporte sigue recibiendo subsidios del Estado.

No queremos señalar, para no irritar más al lector, el problema suscitado con las jóvenes que desean cantar en los coros de las diversas unidades del ejército. Estas, ataviadas con sus típicas ropas de fajina, "dañan la susceptibilidad de los religiosos" y se las quiere excluir de los actos oficiales. Totalmente inaudito. Las mujeres han formado parte de la defensa de este país desde la Guerra de la Liberación. El suelo de Israel, ese que usufructúan los religiosos ortodoxos, ha sido regado con su sangre. Y ahora resulta que no pueden cantar en un coro.

Pero todo esto no termina ahí. La semana pasada vimos con horror como habitantes de la localidad de KriatMalaji decían sin empacho que a ciudadanos israelíes, originarios de Etiopía, no se les debe vender propiedades ni entregárselas en arriendo.

Suponemos que los habitantes de KriatMalaji suponen vivir en La Sorbona, Oxford o Boston. Recordemos que nuestro ex presidente, ahora encarcelado por violación, abuso de poder y otros cargos más, ha sido un ilustre habitante de la ciudad. Incluso llegó a ser su intendente, cargo que también ocupó su hermano.

Que ocurre, ¿ahora los judíos que el Estado rescató de Etiopía,sirven para enrolarse en el ejército, en la guardia de fronteras o en la policía, pero no son dignos de vivir en KriatMalaji?. "Hay algo podrido en Dinamarca" , dice Shakespeare en Hamlet. Podemos cambiar el lugar geográfico y utilizar la misma aseveración. Ciudadanos de origen etíope salieron a manifestar pintando su rostro de blanco. Llama profundamente la atención que en la protesta estuvieron solos. Nadie los acompañó.

Otro hecho que realmente indigna a la ciudadanía, es contemplar como un grupo de ciudadanos, observantes religiosos, con kipá y largas peiot, detenidos por la policía por asaltar bases del Ejército de Defensa de Israel, concurren al juicio a declarar, sonrientes, mofándose de los presentes y son ovacionados por sus colegas ideológicos. Mientras en otros casos, los reclusos son llevados con su rostro cubierto, en esta oportunidad, los presuntos delincuentes, se ufanan de sus actos. Ni un dejo de vergüenza o arrepentimiento por su actitud.

Si seguimos con las divisiones, vemos que también lo mismo ocurre en la Corte Suprema de Justicia. Cuando se trata el carácter de otorgar ciudadanía a determinadas personas emparentadas con israelíes, la votación de la misma es, seis votos en contra y cinco a favor. Sin duda la división es notable.

¿Y en los partidos políticos? En todas las agrupaciones democráticos el número uno del mismo, esta peleado, enemistado o por lo menos disgustado con el número dos. En el Likud es notable el enfrentamiento entre Netaniahu y Silvan Shalom. En Kadima, el encono entre ZipiLivni y ShaulMofat es manifiesto. Ya incluso se vislumbra una convocatoria electoral para los próximos meses. En Avodá la crisis llegó al máximo y el partido, luego de la peor elección de su historia, ya se dividió en dos. En Meretz, el otro partido democrático, no hay enfrentamiento porque seguramente ya debe quedar un solo militante. Incluso en los partidos teocráticos surgen problemas. Una reciente encuesta indica que si ArieDeri se presentara a elecciones en forma independiente, le quitaría la mitad de los mandatos a Shas.

También el injusto tratamiento al profesor Shlomo Maozsacude a la sociedad.

¿Y todo esto por qué ocurre? La respuesta es sencilla, pero de difícil solución. Se carece de liderazgo. De uno o varios líderes que puedan guiar y aglutinar sectores importantes de población.

La ausencias de líderes es tan manifiesta que es suficiente que un periodista, con muy buen carisma y esplendida imagen indique que quiere ingresar en la política, para que se estime que obtendrá aproximadamente quince mandatos y podría llegar a ser la tercera fuerza política del país. Eso sin que el periodista anuncie su plataforma, quien lo va a acompañar, con que elementos cuenta, etc. etc. Sólo un rostro bonito, un pasado como escritor, periodista y conductor de programas televisivos, es suficiente. También podría influir que es hijo de otro ex periodista que también se volcó a la política en los últimos años de su vida llevando como bandera su laicismo a ultranza. Pero indudablemente eso no alcanza. No es aval suficiente.

Esto indica claramente que los votantes buscan desesperadamente a un líder. Y la carencia del mismo es manifiesta. Líderes no se pueden comprar en un supermercado ni elaborar en una de las tantas industrias exitosas de Israel. Líder se nace o Líder se forma. Pero para eso es necesario buena materia prima.

En Israel, los hombres y mujeres capaces, inteligentes y honestos, se dedican a la alta tecnología, las ciencias o las artes. Los mediocres buscan sobresalir como políticos. Y eso tiene que cambiar. Eso debe cambiar. O se corre el riesgo de no poder encontrar la luz al final del túnel.

A nivel internacional tampoco nos va nada bien. Hace pocas semanas se filtró una conversación del presidente Sarkozy con el presidente Obama que nada bien le hace al país, o por lo menos a su Primer Ministro. La opinión del presidente galo es compartida por muchos israelíes, pero eso queda en casa. Si a nivel internacional se piensa así de nuestros líderes, poco, o muchísimo, nos queda por hacer.

Indudablemente es hora de renovación, de caras nuevas y de realizar un profundo análisis de conciencia y establecer en que nos estamos equivocando los israelíes. Da para pensar. Y preocuparse.

Cr. Víctor Vaisman
NOTI OLEI

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