lunes, 2 de julio de 2012

El ex primer ministro israelí Itzjak Shamir (foto) falleció ayer,

El ex primer ministro israelí Itzjak Shamir (foto) falleció ayer, sábado, a los 96 años, en el en el hogar de ancianos de Tel Aviv en el cual vivía desde 2004, a causa de su mala salud y el mal de Alzheimer. Sus restos serán velados en la Knesset (Parlamento israelí) y enterrados el lunes, en un funeral de Estado en el cementerio del monte Herzl de Jerusalem, después que su hijo Yair regrese del extranjero. Shamir fue el séptimo primer ministro y se desempeñó en 1983 y 1984 y desde 1986 a 1992, convirtiéndose en el que más tiempo ocupó el cargo después de David ben Gurión. Fue conocido por resistir la presión internacional para hacer concesiones, pero sin embargo, fue quien inició el proceso de paz con los vecinos árabes en Madrid, en 1991, que llevó a muchas gestiones diplomáticas por parte de sus sucesores. “La verdad es que, en última instancia, la búsqueda de la paz siempre ha sido una cuestión de quién se cansa primero de la lucha”, escribió en su autobiografía. Shamir también fue ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de unidad nacional que encabezó Shimon Peres en 1984 y 1985, presidente de la Knesset, líder opositor, agente del Mossad y uno de los jefes del Grupo Stern (Leji) durante la resistencia judía al Mandato Británico. Nacido Yizhak Yezernitzky en Ruzhany, que entonces formaba parte de Polonia bajo el imperio ruso y ahora pertenece a Bielorrusia, Shamir se trasladó a la Tierra de Israel en 1935, donde llevó a cabo misiones secretas contra objetivos británicos y árabes en la organización clandestina Irgún con un seudónimo en hebreo que utilizaba para eludir las redadas policiales y luego adoptó como su nuevo apellido. En 1940 se incorporó al Grupo Stern, cuando éste se escindió del Irgún. Seis años después fue capturado y deportado a Eritrea, de modo que se perdió gran parte de la lucha que llevó a la fundación del Estado dos años más tarde, y a su regreso se encontró fuera de sintonía con el liderazgo político del país, de tendencia izquierdista, así que en 1955 se enroló en el servicio de espionaje Mossad, para dedicarse a la guerra solapada contra los enemigos israelíes en Medio Oriente y la cacería internacional de criminales de guerra nazis. Shamir atribuyó cierto refinamiento en su estilo a su estadía en Francia -“el paisaje, la forma en que se vía la gente, la comida, el vino, (Edith) Piaf”, diría años después-, la cual lo preparó para asumir en 1980 como ministro de Relaciones Exteriores por su partido, Likud. Si bien es reconocido como un político de línea dura, Shamir mostró una esforzada contención durante la Guerra del Golfo de 1991 y no devolvió el bombardeo con misiles Scud de Saddam Hussein, ante la insistencia de los Estados Unidos para que no pusiera en peligro su alianza con las potencias árabes que luchan por expulsar a Irak de Kuwait. “No puedo pensar en algo que estuviera más en contra de mis principios como judío y sionista, en algo más opuesto a la ideología en la cual se ha basado mi vida que la decisión que tomé... pedirle al pueblo de Israel que acepte la carga de la moderación”, reconoció. Su paciencia fue muy bien considerada por Washington, pero el presidente George Bush lo instó a aceptar conversaciones multilaterales de paz con los árabes o aplazaría la entrega de 10.000 millones de dólares en préstamo que Israel necesitaba para absorber a los nuevos inmigrantes. Shamir insinuó por lo bajo que el mandatario norteamericano era un antisemita, pero accedió a convertirse en el primer líder israelí en sentarse con delegados palestinos, sirios, jordanos y libaneses. Si bien en ese momento el fallecido primer ministro sólo aceptó un “autogobierno” para los palestinos, allanó el camino para las negociaciones bilaterales que llevó a cabo su sucesor, Itzjak Rabin, quien lo derrotó en las elecciones de 1992. La esposa de Shamir, Shulamit, había muerto el año pasado, a los 88 años. Sobreviven al fallecido primer ministro dos hijos y cinco nietos.