EN TISH’Á BE-AB
SIEMPRE AMANECE PARA EL AM ISRAEL
Cuando la persona abandone este mundo, se encontrará frente al Juicio Celestial, donde le formularan varia preguntas relacionadas a su vida pasada. Una de esas preguntas será: “¿Ansiaste la salvación (del Am Israel)?”. Si es así, es necesario que el Iehudí ansíe permanentemente la salvación del Am Israel, a fin de que su respuesta, en el futuro, sea: “¡Sí!”.
La salvación a la que se refiere la pregunta es lo que conocemos como Gueulá Shelemá (Redención Total), que llegará como finalidad no solo del Am Israel, sino de la humanidad toda. Los profetas compararon a la Gueulá con una mujer a punto de dar a luz. Y del mismo modo, así como cada día que pasa acerca a la mujer a su parto, también, con el avance del tiempo, nos aproximamos a la fecha en la que HaShem nos redimirá. Y si esa fecha se demora, la esperaremos; pues estamos seguros que llegará. Porque si se cumplieron aquellos beneficios que HaShem nos vaticinó con palabras sutiles y en clave, como la salida de Egipto y la conquista de Eretz Israel, con más razón se cumplirán todas aquellas cosas que HaShem, por medio de Su Torá, nos lo aseguró clara y expresamente. Y entre ellos, está la más importante: La Gueulá Shelemá. Por lo tanto, no existe ningún atisbo de duda de que estamos obligados a esperar diariamente a que se cumpla la Palabra Divina.
A la persona podría asaltarle la pregunta: ¿Cómo es posible que un pueblo tan perseguido y sojuzgado como el Am Israel se levante de repente, frente a los ojos del mundo, y lo domine totalmente? Un Iehudí jamás podrá formularse dicha pregunta. Porque ¿acaso existe algo imposible para HaShem?. Además, desde siempre la historia del Am Israel tuvo las mismas características:
¿Cómo nació Itzjak? Cuando su padre Abraham contaba con cien años; edad en la que no se asoma, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, ninguna esperanza de procrear.
¿En qué situación se encontraba Iosef cuando ascendió al poder? Estaba en un sótano, prisionero, desde hacia doce años.
El mismo Iaakob gozó del privilegio de engendrar doce hijos ilustres, además de riquezas; poder; fuerza (que le permitió luchar con un ángel y vencerlo), después de haberse quedado solo, pobre y desprotegido, al escaparse de su hermano Esav, que pretendía matarlo, y luego de servir día y noche a Labán, soportando sus engaños y trampas.
Todo el que haya observado lo que sucedió a Iaakob y a Iosef en sus días de sufrimientos, jamás pudo imaginar el final feliz que les deparaba a cada uno.
¿Quién hubiera pensado que un niño desahuciado y abandonado en una canasta flotando en el río y con su vida en peligro, se convertiría en el que por su intermedio millones de esclavos saldrían libres de las garras del imperio más poderoso de ese entonces, y luego él le entregaría la Eterna Torá que sería llamada a su nombre?
¿Dónde hemos visto que el emperador de la nación más grande de la tierra llegue a implorar a sus anteriores sometidos: “¡Levántense y salgan de adentro de mi pueblo! ¡Quedan ustedes en libertad!”?
Todos éstos no son sino hechos aislados de la historia de la humanidad, sólo comparados con otros cientos y miles que ocurrieron con el Am Israel, en los que HaShem envió la Salvación cuando el exterminio parecía inminente. Y todo, para mostrar al mundo que HaShem es Omnipotente; el que enriquece y el que empobrece, y para quien no se le interpone ningún tipo de impedimento.
Y por eso, nosotros jamás perderemos la esperanza, pues sabemos que la Palabra de D” tiene vigencia perpetua.
Este concepto ya fue desarrollado en el Midrash (Libro Sagrado que contiene el relato pormenorizado de lo que está escrito en la Torá). Leemos en el Midrash Rabá: ¿Quién hubiese tenido esperanzas de que Abraham y Sará, a una edad tan avanzada, iban a engendrar un hijo? ¿Quién hubiera pensado que Iaakob, que cruzó el rio con un bastón como toda posesión, a la larga se iba a enriquecer de la manera que lo hizo? ¿Quién imaginó que Iosef, después de todas las penurias que soportó, llegó a ocupar el trono de Egipto? ¿Quién no se asombró cuando David, que vivió siempre despreciado y perseguido, llegó a ser Rey de Israel, y su dinastía se mantendrá viva hasta la eternidad? ¿Quién diría que de las duras y terrible diásporas surgirían Iehudim y comunidades enteras ejemplares; que harían historia? ¿Quién más que el Am Israel, sabe que de las ruinas de Ierushalaim, HaShem reconstruirá “con Sus Manos” el tercero y definitivo Bet Hamikdash (Templo Sagrado Judío?
La intención del Midrash, que mencionó solo estos ejemplos, apunta a confirmar que se realizaran las profecías que figuran en los Libros, respecto a la riqueza y el poder que recibirá el Am Israel en el futuro, en especial, en relación a la Gueulá que sobrevendrá luego de la llegada de Mashiaj (El Mesías). A la luz de nuestra situación hoy en día, estas profecías aparecen como imposibles. Y por eso el Midrash trae una larga lista de acontecimientos increíbles, que también se realizaron.
La salvación a la que se refiere la pregunta es lo que conocemos como Gueulá Shelemá (Redención Total), que llegará como finalidad no solo del Am Israel, sino de la humanidad toda. Los profetas compararon a la Gueulá con una mujer a punto de dar a luz. Y del mismo modo, así como cada día que pasa acerca a la mujer a su parto, también, con el avance del tiempo, nos aproximamos a la fecha en la que HaShem nos redimirá. Y si esa fecha se demora, la esperaremos; pues estamos seguros que llegará. Porque si se cumplieron aquellos beneficios que HaShem nos vaticinó con palabras sutiles y en clave, como la salida de Egipto y la conquista de Eretz Israel, con más razón se cumplirán todas aquellas cosas que HaShem, por medio de Su Torá, nos lo aseguró clara y expresamente. Y entre ellos, está la más importante: La Gueulá Shelemá. Por lo tanto, no existe ningún atisbo de duda de que estamos obligados a esperar diariamente a que se cumpla la Palabra Divina.
A la persona podría asaltarle la pregunta: ¿Cómo es posible que un pueblo tan perseguido y sojuzgado como el Am Israel se levante de repente, frente a los ojos del mundo, y lo domine totalmente? Un Iehudí jamás podrá formularse dicha pregunta. Porque ¿acaso existe algo imposible para HaShem?. Además, desde siempre la historia del Am Israel tuvo las mismas características:
¿Cómo nació Itzjak? Cuando su padre Abraham contaba con cien años; edad en la que no se asoma, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, ninguna esperanza de procrear.
¿En qué situación se encontraba Iosef cuando ascendió al poder? Estaba en un sótano, prisionero, desde hacia doce años.
El mismo Iaakob gozó del privilegio de engendrar doce hijos ilustres, además de riquezas; poder; fuerza (que le permitió luchar con un ángel y vencerlo), después de haberse quedado solo, pobre y desprotegido, al escaparse de su hermano Esav, que pretendía matarlo, y luego de servir día y noche a Labán, soportando sus engaños y trampas.
Todo el que haya observado lo que sucedió a Iaakob y a Iosef en sus días de sufrimientos, jamás pudo imaginar el final feliz que les deparaba a cada uno.
¿Quién hubiera pensado que un niño desahuciado y abandonado en una canasta flotando en el río y con su vida en peligro, se convertiría en el que por su intermedio millones de esclavos saldrían libres de las garras del imperio más poderoso de ese entonces, y luego él le entregaría la Eterna Torá que sería llamada a su nombre?
¿Dónde hemos visto que el emperador de la nación más grande de la tierra llegue a implorar a sus anteriores sometidos: “¡Levántense y salgan de adentro de mi pueblo! ¡Quedan ustedes en libertad!”?
Todos éstos no son sino hechos aislados de la historia de la humanidad, sólo comparados con otros cientos y miles que ocurrieron con el Am Israel, en los que HaShem envió la Salvación cuando el exterminio parecía inminente. Y todo, para mostrar al mundo que HaShem es Omnipotente; el que enriquece y el que empobrece, y para quien no se le interpone ningún tipo de impedimento.
Y por eso, nosotros jamás perderemos la esperanza, pues sabemos que la Palabra de D” tiene vigencia perpetua.
Este concepto ya fue desarrollado en el Midrash (Libro Sagrado que contiene el relato pormenorizado de lo que está escrito en la Torá). Leemos en el Midrash Rabá: ¿Quién hubiese tenido esperanzas de que Abraham y Sará, a una edad tan avanzada, iban a engendrar un hijo? ¿Quién hubiera pensado que Iaakob, que cruzó el rio con un bastón como toda posesión, a la larga se iba a enriquecer de la manera que lo hizo? ¿Quién imaginó que Iosef, después de todas las penurias que soportó, llegó a ocupar el trono de Egipto? ¿Quién no se asombró cuando David, que vivió siempre despreciado y perseguido, llegó a ser Rey de Israel, y su dinastía se mantendrá viva hasta la eternidad? ¿Quién diría que de las duras y terrible diásporas surgirían Iehudim y comunidades enteras ejemplares; que harían historia? ¿Quién más que el Am Israel, sabe que de las ruinas de Ierushalaim, HaShem reconstruirá “con Sus Manos” el tercero y definitivo Bet Hamikdash (Templo Sagrado Judío?
La intención del Midrash, que mencionó solo estos ejemplos, apunta a confirmar que se realizaran las profecías que figuran en los Libros, respecto a la riqueza y el poder que recibirá el Am Israel en el futuro, en especial, en relación a la Gueulá que sobrevendrá luego de la llegada de Mashiaj (El Mesías). A la luz de nuestra situación hoy en día, estas profecías aparecen como imposibles. Y por eso el Midrash trae una larga lista de acontecimientos increíbles, que también se realizaron.
La persona no debe decir: ¿Cómo es posible que veamos en esta época la Gueulá, teniendo en cuenta que nuestras acciones dejan mucho que desear?. La respuesta está también en el Midrash que describe la situación de los Hijos de Israel cuando están siendo esclavizados en Egipto. Ellos decían: “¿Cómo vamos a salir de aquí? ¿Cómo es posible que seamos redimidos por HaShem, si no tenemos méritos ni buena conducta?”. Moshe les respondió: “¡No se preocupen! Es HaShem quien quiere redimirlos, más de lo que ustedes mismos quieren. Y no se fijará en la situación en la que se encuentran”.
El Iehudí nunca debe perder las esperanzas de que la Gueulá algún día llegará, pues ya está escrito en la Guemará acerca del Pasuk que dice: “Yo Soy HaShem. Y en su momento, (La Gueulá) la enviaré”. Si el Am Israel lo merece, se cumplirá “la enviaré”. Y no lo merecen, igualmente llegará a su tiempo”.
Mediante el ejemplo del principio, de la mujer que está por dar a luz, entenderemos que, aunque transcurran generaciones y generaciones de Iehudim Tzadikim (Justos) y el Mashiaj aún no se hizo presente, eso no es motivo para que bajemos los brazos. Al contrario: HaShem tiene en cuenta los méritos de cada uno y los méritos de los antepasados, y eso alcanzará para que lleguemos a “la enviaré”. Esto se parece a un niño que está subido a los hombros de un hombre alto, que aunque su estatura es muy baja, se encuentra más alto que todos los demás.
Por lo tanto, es necesario mantener viva la esperanza de que la salvación llegará, pues ésta aparece “En un abrir y cerrar de ojos”, como lo dicen nuestros Jajamim (Sabios).
Cada vez que la persona pronuncia con emoción el Pasuk que dice: “Lishuatejá Kiviti HaShem” (En Tu Salvación yo confío, HaShem), cumple con la obligación de esperar la Gueulá permanentemente. Además de que esto le depara a la persona un cúmulo de éxitos y satisfacciones.
(Majané Israel – Shá-ar Ajarón II)
El Iehudí nunca debe perder las esperanzas de que la Gueulá algún día llegará, pues ya está escrito en la Guemará acerca del Pasuk que dice: “Yo Soy HaShem. Y en su momento, (La Gueulá) la enviaré”. Si el Am Israel lo merece, se cumplirá “la enviaré”. Y no lo merecen, igualmente llegará a su tiempo”.
Mediante el ejemplo del principio, de la mujer que está por dar a luz, entenderemos que, aunque transcurran generaciones y generaciones de Iehudim Tzadikim (Justos) y el Mashiaj aún no se hizo presente, eso no es motivo para que bajemos los brazos. Al contrario: HaShem tiene en cuenta los méritos de cada uno y los méritos de los antepasados, y eso alcanzará para que lleguemos a “la enviaré”. Esto se parece a un niño que está subido a los hombros de un hombre alto, que aunque su estatura es muy baja, se encuentra más alto que todos los demás.
Por lo tanto, es necesario mantener viva la esperanza de que la salvación llegará, pues ésta aparece “En un abrir y cerrar de ojos”, como lo dicen nuestros Jajamim (Sabios).
Cada vez que la persona pronuncia con emoción el Pasuk que dice: “Lishuatejá Kiviti HaShem” (En Tu Salvación yo confío, HaShem), cumple con la obligación de esperar la Gueulá permanentemente. Además de que esto le depara a la persona un cúmulo de éxitos y satisfacciones.
(Majané Israel – Shá-ar Ajarón II)
TODA MITZVÁ MERECE RECOMPENSA
La persona suele pensar, que cuando está cumpliendo una Mitzvá (un precepto) de la Torá, que le está “haciendo un favor a HaShem”. En caso así, la persona se vanagloria y cree, Jalila (¡Imposible!), que HaShem se sostiene gracias a ella.
En cambio, cuando la persona sirve a HaShem con integridad, sabe que, realmente, HaShem no necesita de sus servicios. Más aún: sabe que eso que está haciendo no es ni el principio de lo que constituya su deber. En este último caso, la persona no espera la recompensa de sus buenos actos, pues no le correspondería nada especial por estar cumpliendo con su obligación, y se entrega totalmente para servir a su Creador con más entusiasmo.
HaShem le dijo a su pueblo: “Recuerdo de ti el favor… “Como es tan misericordiosos, toma en cuenta lo que hace la persona en “su juventud”, cuando piensa que “le está haciendo un favor”. Aún cuando la persona crea que HaShem “le tendría que agradecer” por cada Mitzvá cumplida, igualmente HaShem se la recompensa y la recuerda. Y lo considera como si hubiese hecho un “acto de amor de ir tras de HaShem en el desierto”.
Tanto es el amor que HaShem siente hacia sus hijos, que los premia por cada buena acción, como si HaShem “necesitase” de ellas…
En cambio, cuando la persona sirve a HaShem con integridad, sabe que, realmente, HaShem no necesita de sus servicios. Más aún: sabe que eso que está haciendo no es ni el principio de lo que constituya su deber. En este último caso, la persona no espera la recompensa de sus buenos actos, pues no le correspondería nada especial por estar cumpliendo con su obligación, y se entrega totalmente para servir a su Creador con más entusiasmo.
HaShem le dijo a su pueblo: “Recuerdo de ti el favor… “Como es tan misericordiosos, toma en cuenta lo que hace la persona en “su juventud”, cuando piensa que “le está haciendo un favor”. Aún cuando la persona crea que HaShem “le tendría que agradecer” por cada Mitzvá cumplida, igualmente HaShem se la recompensa y la recuerda. Y lo considera como si hubiese hecho un “acto de amor de ir tras de HaShem en el desierto”.
Tanto es el amor que HaShem siente hacia sus hijos, que los premia por cada buena acción, como si HaShem “necesitase” de ellas…
(Séfer Noám Elimélej)
HALAJOT DE TISH’Á BE-AB
1. Cuando cae en Shabat, se realiza la Seudá Hamafséket (ala comida que se realiza antes de comenzar con el ayuno) a la hora de la Seudá Shelishit; por lo tanto se puede comer carne en ésta Seudá todo lo que uno guste sin ninguna restricción. (A diferencia de todos los demás años, en los que hay algunas restricciones).
2. Está prohibido en Tish’á Ba-Ab comer, beber, lavarse, friccionarse con perfumas o jabones; usar calzado de cuero y mantener relaciones intimas. Todas estas prohibiciones rigen tanto en la noche como en el día. El ayuno empieza con la puesta del sol.
3. La obligación de ayunar incumbe a todos, aún a mujeres embarazadas o a aquellas que amamantan a sus criaturas. Sin embargo, una persona enferma, aún sin gravedad puede comer, no hasta la saciedad, sino lo necesario para mantener su cuerpo. Para caso atípico, consultar con una autoridad rabínica.
4. Las mujeres que hacen trabajos en la cocina, pueden mojarse las manos al lavar los utensilios, ya que su intención no es de lavarse las manos.
5. Es prohibido calzarse con cuero. Todo otro género de calzado es permitido, como aquel que se fabrica con tela o plástico.
6. Está prohibido estudiar Torá en Tish’á Be-Ab, ya que la Torá alegra el corazón. Solamente se permite estudiar pasaje de tristeza y duelo, y aquellos que se relacionan con la destrucción del Templo.
(“HAMAOR”; Tomo 2; Kolel MAOR ABRAHAM-KÉTER TORÁ; Ediciones HAMAOR-MÉXICO;