lunes, 23 de julio de 2012

El informe Levy y la narrativa de la "ocupación"



ImprimirPDF

Dori Gold

Israel hayom
20.7.2012
http://www.israelhayom.com/site/newsletter_opinion.php?id=2270

Mirando hacia atrás, durante las últimas dos semanas, lo que parece haber puesto el dedo en la llaga con críticas del informe del Comité de Justicia de Edmond Levy no fue lo que tenía que decir sobre los temas específicos por los cuales fue designado (determinar las zonas y planificar la Margen Occidental), sino más bien en cómo abordó la narrativa más amplia para describir el conflicto israelí-palestino.


Eso se hizo evidente en la manera en cómo se focalizó la reacción en la conclusión del informe que decía: “las leyes clásicas de ´ocupación´, tal como fueron establecidas en importantes convenciones internacionales, no pueden ser consideradas aplicables a (…) la presencia de Israel en Judea y Samaria”.

¿Cómo llegó el Juez Levy, que recientemente se retiró de la Corte Suprema de Israel, llegar a esta conclusión junto con sus dos colegas? Sostuvieron  que,  la presencia israelí en la Margen Occidental,  era única, sui generis, porque no había una soberanía previa reconocida cuando fue capturada por las Fuerzas de Defensa de Israel durante la guerra de los Seis Días (1967). La declaración de soberanía jordana (1950) fue  rechazada – en su totalidad -  por los Estados árabes y la comunidad internacional, excepto por Gran Bretaña y Pakistán.

Más aun, como señala el Informe Levy, el Pueblo judío  tuvo derechos históricos y legales residuales en la Margen Occidental, que emanaban del Mandato Británico, que nunca fueron cancelados sino, más bien, preservados por la Carta de Naciones Unidas, bajo el artículo 80  (la famosa Cláusula Palestina, colocada en el borrador, en parte, para garantizar la continuidad con respecto a los derechos judíos provenientes de la Liga de las Naciones).

Hubo  otros temas que hicieron única la presencia israelí en la Margen Occidental. Con el advenimiento de los Acuerdos de Oslo (en los noventa), ya no hubo más un gobierno militar israelí para la población palestina. En verdad, la famosa IVª Convención de Ginebra (1949) sobre territorios ocupados estipula que el Poder Ocupante está obligado a sus términos “en la medida en que tal Poder ejercite la función de gobierno en ese territorio (Art. 6)”.

Sin embargo, el establecimiento de la Autoridad Palestina (1994), de acuerdo con los Acuerdos de Oslo, hicieron compleja la situación: como resultado, algunas funciones de gobierno fueron retenidas por las FDI, otras fueron ejercidas por los palestinos y hubo poderes compartidos. En otras palabras, la situación en el territorio en la Margen Occidental no fue en  blanco y negro, lo que permitía que se hicieran fácilmente juicios morales sobre la continua ocupación israelí. En verdad, los palestinos no tienen un estado independiente pero no pueden ser considerados bajo “ocupación” cuando, al mismo tiempo, fueron  gobernados primero por Yasser Arafat, y luego por su sucesor, Mahmoud Abbas.

La idea que la Margen Occidental no podía solo caracterizarse como “ocupada” ni  discrepó de las opiniones legales tradicionales israelíes. El ex embajador de Israel ante Naciones Unidas, Chaim Herzog (quien fuera, luego, presidente de Israel), apareció en la Asamblea General el 26 de octubre de 1977, y estableció un status legal de Israel en los territorios con respecto a la IVª Convención de Ginebra sobre territorios ocupados. Dijo: “En otras palabras, Israel no puede ser considerado como un Poder Ocupante dentro del significado de la Convención en cualquier parte del ex Mandato Palestino, incluyendo a Judea y Samaria

Es instructivo ver cómo la comunidad internacional mira a la distancia casos más claros de territorios que estuvieron bajo el control militar de fuerzas extranjeras como resultado de un conflicto armado. El 20 de julio de 1974, el ejército  turco invadió Chipre,  estado independiente desde 1960, tomando más del 37 % de la isla. La zona turca declaró su independencia (1983)  pero ningún Estado, excepto Turquía, reconoció al nuevo gobierno.

¿Cómo se refiere la mayoría de la comunidad internacional al territorio del norte de Chipre? El hecho  es que no lo nombran como “ocupación”. Cuando la Unión Europea aceptó a Chipre como un nuevo estado miembro (2004), preparó un memorándum explicando que el acceso a la Unión Europea estaba suspendido “en la zona de la República de Chipre en la que ese  gobierno  no ejerce un control efectivo”.

Existe también el ejemplo de Sahara Occidental, que fue tomada completamente por el ejército marroquí (1979). Luego que España se retirara del territorio y una administración conjunta con Mauritania fallara en conformarse, Marruecos consideró al Sahara Occidental como territorio marroquí. El reclamo de Marruecos fue desafiado por el Polisario, apoyado por Argelia. La Corte Internacional de Justicia de La Haya rechazó, formalmente, el reclamo de soberanía marroquí, reconociendo el derecho del pueblo de Sahara Occidental  a la auto-determinación. En reiteradas resoluciones de  Naciones Unidas sobre el futuro de Sahara Occidental, no fue llamado “territorio ocupado”, incluso a pesar que el ejército de Marruecos  se estableció  en el territorio,  más allá de las fronteras de Marruecos.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas invadieron  Japón y ocuparon  las Islas Kuril, que fueron territorio japonés. Aquí, otra vez,  el reciente informe del Ministerio de RREE de Japón sobre las Islas Kuril, ni siquiera habla sobre  poner fin a la ocupación rusa, sino más bien acerca de la necesidad de “alcanzar un acuerdo sobre este tema irresuelto de los territorios del norte”.

Estos tres casos; el norte de Chipre, Sahara Occidental y las Islas Kuril, son casos -que se abren y cierran- de ocupación extranjera bajo la ley internacional y, sin embargo, en la arena diplomática, el término “ocupación” no es aplicado formalmente. Irónicamente, en el caso de la Margen Occidental, donde la presencia israelí es un tema legal más complejo, el término “ocupación” fue  aplicado sin sentido crítico, incluso por parte de israelíes.

Por tanto, la decisión de usar el término “ocupación” parece surgir tanto de consideraciones políticas como de todo análisis legal. Porque “ocupación” es un término de oprobio. En gran parte de Europa, el término evoca  recuerdos de la ocupación nazi en Francia. Aquellos que están siendo constantemente bombardeados por el término “ocupación” en Europa  hacen nexos inconscientes entre el comportamiento israelí en los territorios y los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. En verdad, esa es la intención, en muchos casos, de adoptar este lenguaje, a pesar del hecho que, esas  analogías,  son repulsivas para cualquiera con -al menos- un poquito de memoria histórica judía.

Sin embargo, grupos pro-palestinos y sus aliados en la extrema izquierda, utilizan el cargo de “ocupación” como parte de su arsenal retórico, junto con “estado apartheid, colonialista”, para emprender una guerra política contra Israel. El cargo de “ocupación” evolucionó  hasta convertirse en  una de las armas más potentes en la campaña de deslegitimización contra Israel.

Es digno de mencionar que, el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC), en Ginebra publicó un estudio sobre el tema de la ocupación (abril, 2012), que concluyó que el término fue  incuestionablemente adquirido “una connotación peyorativa”. Expertos, que asisten a los encuentros del ICRC, recomendaron reemplazar el término con una nueva nomenclatura legal para tener más amplia adhesión a la ley humanitaria internacional por parte de quienes están ocupando territorios extranjeros, pero quisieron evitar la etiqueta de ocupación.

Hay también israelíes bien intencionados que llaman al  “fin de la ocupación” para construir un apoyo político interno para la retirada israelí completa de la Margen Occidental, golpeando  la conciencia de los israelíes que no quieren pensarse, a sí mismos, como ocupantes ni quieren ser vistos así por la comunidad internacional. Pero haciendo esa convocatoria, sus defensores quitan a Israel los derechos adquiridos  en la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de ONU que no requiere que Israel se retire a las fronteras previas a 1967, consideradas por la mayoría de los líderes israelíes -  desde Rabin hasta Netanyahu-  como indefendibles.

El Comité Levy restableció la narrativa legal de Israel acerca de sus derechos en la Margen Occidental. Están aquellos que acusaron al rechazar la aplicación del término “ocupación” a la presencia israelí en la Margen Occidental, el informe del Comité Levy sentará las bases para la anexión eventual  israelí de los territorios. Por supuesto, estas preocupaciones no tienen fundamento. El informe del Comité Levy no dice  nada sobre  lo que es deseable como solución política para el futuro de la Margen Occidental.

Israel no va a persuadir a sus críticos internacionales a cambiar sus puntos de vista sobre el status de los territorios. Sin embargo, sus conclusiones son importantes para un escenario diplomático, en particular: el fin negociado, en el futuro, del conflicto israelí-palestino. Al fin y al cabo, hay una diferencia enorme en cómo se mostrará un compromiso si el equipo negociador de Israel llega a la mesa de paz como “ocupantes extranjeros”, que tomaron el territorio de otros, que si llegan como una parte que solo tiene reclamos territoriales.

El Informe Levy es, ante todo, para israelíes que necesitan entender sus derechos que desafortunadamente fueron  olvidados desde los días de Abba Eban y Chaim Herzog.

El discurso de Levy es relevante, en un aspecto importante,  para el lado palestino. Si los palestinos están constantemente alimentados por la narrativa de “ocupación” de la comunidad internacional, su propensión a considerar realizar cualquier compromiso real (crítico para cualquier acuerdo futuro) será cercana a cero. De hecho, esta falsa narrativa solo refuerza su equivocada creencia en la campaña de deslegitimización contra Israel como alternativa para buscar un acuerdo negociado al conflicto. Más que crear un marco para el éxito diplomático, solo hace más remota que nunca una paz real en Medio Oriente.